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¿Porqué “Firmes en la brecha”?

Diario de un Misionero en Tanzania

P Diego Cano por P Diego Cano
21 enero, 2023
en Crónicas, Misión
Tiempo de Lectura: 8 mins
A A
7
Ushetu, Kahama, Tanzania, 18 de enero de 2023
¡Cómo no escribir algo en el día de hoy! Dios me conceda escribir bien, y de provecho para todos. Hoy cumplo justo 10 años de haber llegado a Tanzania, a esta querida misión del Instituto del Verbo Encarnado.
Quiero agradecer a Dios por medio de este escrito acerca de la frase con la que termino casi todas las crónicas. En muchas ocasiones me han preguntado qué significa
“¡Firmes en la brecha!”
Es verdad que para mí encierra un gran significado, pero para el que lo escucha por vez primera puede resultar un poco extraño. Recuerdo que cuando lo escuché las primeras veces, yo era un niño entonces, y no lo comprendía. Lo fui entendiendo sobre todo por el contexto en que lo oía. Especialmente recuerdo que cuando tenía 12 años, fue la primera vez que viajé a San Rafael, a visitar a mi hermano (el Padre Marcelo Cano), quien estaba en el seminario menor. Pasé unos días realmente increíbles con él, en lo que eran los inicios de nuestra querida Congre, allá por el año 1986. Viví en “la Finca”, compartí con los seminaristas de aquél entonces, en un lugar donde reinaban la pobreza y una alegría indescriptibles. Me despedí de mi hermano en la Terminal de Buses, en medio de lágrimas, como si no nos fuésemos a ver nunca más (pues en aquellos tiempos las distancias eran mucho más grandes, debido a los caminos de tierra, y a las pocas comunicaciones… casi que era imposible la llamada por teléfono). Lágrimas que expresaban cuánto nos queremos, y la nostalgia de los alegres días que habíamos vivido. En ese contexto, tanto de labios de nuestro fundador, como de mi hermano, escuché la despedida: ¡Firmes en la brecha!
Comenzaba a comprender que ése “¡Firmes en la brecha!” implicaba la lucha que debía mantener en mi vida cotidiana. Que aunque se trataba de un niño que apenas cursaba el sexto grado, no carecía de heroísmo el querer mantener firmes los propósitos, estar firme frente a las tentaciones propias de esa edad, pelear heroicamente por la pureza, ser fuerte ante los peligros de las malas amistades, mantener vida de oración, vencerme en pequeñas cosas, etc. Y en las despedidas, esas cuatro palabras me decían mucho… me animaban, me fortalecían.
Hoy los tiempos han cambiado mucho, pero para los que recuerden aquellos hermosos tiempos, los que pertenecen a mi generación, recordarán que alimentábamos esos santos deseos, en la lectura de libros sencillos, pero muy bien escritos a propósito de nuestra edad: “Sólo para valientes” y “Forja de hombres”. Allí nos mostraban nuestra vida cristiana, de niños y adolescentes, como un desafío, como una lucha para alcanzar las virtudes, especialmente las virtudes del renunciamiento, de la fortaleza. Creo que todo esto me ayudaba a comprender cada vez más el significado de esas palabras… que cada vez las repetíamos con un énfasis más particular, con una sonrisa, con una mirada a los ojos. Pero no en ocasiones triviales. Siempre eran “grandes momentos”, esos en los que se quiere decir algo importante en pocas palabras.
Hace algunos años, un sacerdote del Instituto me envió un escrito que había hecho sobre esta frase, haciendo una exégesis del texto de Ezequiel 22,30. Allí comentaba sobre este pasaje algo de lo que quiero entresacar estos párrafos: “Y si muy admirable es la persona que desde la Sagrada Escritura nos dice ¡firmes en la brecha!, es también muy admirable la naturaleza de la brecha de la que habla. Porque esa brecha es la brecha abierta por el mismo Dios que, en su ira, busca destruir la tierra.
La situación del pueblo de Israel narrada por Ezequiel (y que nosotros aplicamos a toda la humanidad), es una situación de pecado y de rebelión a Dios que informa todos los estamentos de la sociedad. (…) Que este estar firmes en la brecha del texto de Ezequiel implica una cierta lucha y oposición a Dios airado lo confirma la traducción latina que San Jerónimo, en la Vulgata, hace del texto. Él traduce así: “Busqué de entre ellos un varón que estuviera de pie opuesto contra mí a favor de la tierra”. ¡Debemos estar firmes en la brecha para sostener el ataque de Dios airado que quiere destruir la tierra!
El ejemplo supremo de aquel que se pone firme en la brecha contra Dios a través de la oración es Jesucristo en la cruz. De verdad que Él impidió la acción devastadora de Dios en contra de la humanidad pecadora. Y su oración no consistió en muchas palabras, sino que consistió en entregarse en sacrificio por la redención del mundo.” Hasta aquí los fragmentos del escrito.
Un día me encontré, al leer el libro “Tres Monjes Rebeldes”, con el capítulo III que lleva el título “¡Firmes en la brecha!”. Hermoso libro que nos llena de grandes y nobles ideales en la entrega a Cristo, y que en dicho capítulo explica el sentido espiritual de esta frase de Ezequiel 22,30: “Busqué entre vosotros un hombre que construyera un muro entre mí y vosotros, y se mantuviera firme en la brecha ante mí, para proteger la tierra e impedir que yo la destruyera, y no lo encontré”. Justamente la frase no carece de dificultad para entenderla, y la mayoría de las veces es difícil traducirla a otros idiomas literalmente. Es como que pierde fuerza, o que necesita explicación. He allí, en el capítulo III del libro de Raymond, la correcta interpretación de la frase. Con bella pluma, el autor coloca el siguiente diálogo entre San Roberto, novicio, y su abad:
“Estamos aquí para ser hombres crucificados; pues es a Cristo a quien debemos imitar. Él no solamente alababa y agradaba a Dios, sino que salvó a los hombres. Él era el Hombre que se mantuvo en la brecha, ¿no es así? — ¡Oh! —exclamó Roberto—, ¡por cierto que sí! Nunca había pensado en El de ese modo, Reverendo Padre (…). También le hice notar – continúa el abad-, que San Benito me ha parecido siempre el hombre que se mantuvo en la brecha; y creo que el mundo necesita otro Benito. El novicio se detuvo. Sonriendo, el Abad lo instó a continuar: — ¿y ahora? —Ahora veo que hay una vocación más alta que la de imitar a San Benito. Tengo que imitar a Jesucristo. Nosotros, los monjes, debemos mantenernos en la brecha como se mantuvo El.”
Hoy podría escribir de tantas cosas, sobre todo de los recuerdos que tengo de aquellos primeros días en la misión, y de tantas y tantas gracias recibidas en estos diez años. Espero hacerlo pronto también, pero hoy quise dedicar el poco espacio de estas hojas a alguna que otra reflexión que pudiera ser de provecho, especialmente para mis hermanos en religión, para las hermanas de nuestra familia religiosa, para los misioneros, y quienes se preparan a ser misioneros.
Muchas veces quise escribir algo sobre esta frase, que tantos me preguntaban su significado, o porqué la usaba tan a menudo para terminar las crónicas. Tal vez no me animaba, habiendo pasado poco tiempo de misión… con cierto temor de no mostrar con las obras lo que expresaba con las palabras. Me dije a mi mismo: espero a cumplir por lo menos diez años en la misión. Y ¡aquí estoy! Por gracia de Dios.
A mi modo de ver, esta frase resume lo que debe ser un misionero. Expresa las virtudes de la que debemos estar revestidos: la caridad (amor a Dios y al prójimo hasta dar la vida), la fortaleza, la paciencia, la perseverancia, la humildad (de sólo estar allí, aunque a veces no se pueda mucho más que eso).
Esta frase, a su vez, me anima, pues me trae los recuerdos de las personas que se han mantenido, y se mantienen, firmes en la brecha, a pesar de todo… Esperando contra toda esperanza (Cfr. Rom 4,18).
Cada vez que escribo esta frase de despedida, es un deseo, un desafío, y una oración.
Mil gracias a todos los que rezan por los misioneros, para que nos mantengamos… ¡Firmes en la brecha!
A la Virgen, nuestra Madre, le pido esa gracia también para todos ustedes, cada uno en su “brecha”.
P. Diego Cano, IVE

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Comentarios 7

  1. Avatar Irene Mancini says:
    Hace 2 semanas

    Dios bendiga siempre a todos los misioneros que hacen un trabajo silencioso y lleno de humildad. Siempre en mis oraciones 🙏‼️

    Responder
  2. Avatar Marielos Sánchez says:
    Hace 2 semanas

    Hermoso testimonio y vivencia, Dios le siga bendiciendo padre Diego y que esa semilla del Reino de Dios se propague en todas las misiones y donde no ha llegado Jesús.

    Responder
  3. Elizabeth Díaz Elizabeth Díaz says:
    Hace 2 semanas

    La Bendición del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo de Dios con Ustedes! Ángeles Custodios y Provisión y Providencia! 🧡🧡

    Responder
  4. Avatar Ninoska Rivero says:
    Hace 2 semanas

    Dios y la Virgen sigan bendiciendo a Todos los Misioneros que realizan sus obras por el mundo entero.En especial al Padre Cano en Tanzania.Bendiciones.

    Responder
  5. Avatar Rosmira says:
    Hace 2 semanas

    Muy agradecida padre Diego y demás misioneros, por tan gran labor que realizan en Tanzania, hermosisina misión, enseñanza, formación y aprendizaje espiritual y humano… Bendiciones y un abrazo fuerte lleno del amor de Dios.. Bendiciones.

    Responder
  6. Avatar Carmen Devercelli says:
    Hace 2 semanas

    Agradezco a Dios la oportunidad de conocer la obra que están llevando en ese remoto lugar de Africa. Sigo con entusiasmo sus envíos y los comparto Qué alegría cuando se ven los frutos. Jesús y María están junto a ustedes bendiciendo tan importante y difícil labor Cristiana.
    Desde aquí, en Buenos Aires me uno a ustedes implorando a Dios que les dé fuerzas para seguir “firmes en la brecha”. Cuente usted padre Diego con el rezo del Rosario por sus intenciones. Gracias de nuevo

    Responder
  7. Avatar P. Rodrigo Retes says:
    Hace 2 semanas

    Hermosa crónica p. Diego y sobre todo la explicación de la frase “firmes en la brecha”. Muchas gracias! Un gran abrazo.

    Responder

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