Una vez leí una historia que decía así: “Recuerdo que un invierno mi padre necesitaba leña, así que buscó un árbol muerto y lo cortó. Pero luego, en primavera, se puso triste cuando vio que del tronco marchito de ese árbol brotaban nuevos brotes. Mi padre dijo: “Estaba seguro de que ese árbol estaba muerto. Había perdido todas sus hojas, y las ramas se rompieron y cayeron como un árbol muerto, pero ahora me doy cuenta de que fue el frío lo que hizo que las ramas se rompieran”. Volviéndose hacia mí, me dio este importante consejo: “Nunca olvides esta importante lección. Nunca cortes un árbol en invierno”.
La moraleja de la historia es ésta: “Nunca cortes tus buenos propósitos durante el invierno de tu espíritu”. Nunca debemos tomar una decisión importante cuando nuestro espíritu está frío o sin fervor; debemos esperar hasta que vuelva la primavera, es decir, cuando nuestro espíritu esté nuevamente animado y sea capaz de escuchar la voz de Dios.
Cuando nuestro espíritu está frío es más difícil escuchar la voz de Dios y es más fácil escuchar la voz de nuestras pasiones y la voz del mundo. Nuestro espíritu está siempre en tensión, tirado hacia abajo por los deseos bajos y hacia arriba por los deseos altos, como en el juego del “tira y afloja”. Esos deseos a veces son más fuertes y a veces más débiles. Esto significa que nuestro espíritu estará más inclinado a las cosas mundanas cuando los deseos altos sean más débiles (esta vez lo llamé invierno) y los deseos bajos sean más fuertes y viceversa.
Los bajos deseos nunca nos harán crecer en santidad, sino que nos harán enfocarnos en las cosas de este mundo y ser personas naturales o carnales que no aceptan lo que pertenece al Espíritu de Dios (1 Cor 2:14). Los altos deseos nos hacen enfocarnos en las cosas de arriba y ser personas sobrenaturales o espirituales que tienen la mente de Cristo (1 Cor 2:16). Es por eso que para crecer en santidad necesitamos ser personas espirituales que estén enfocadas en las cosas de arriba y no en las cosas de este mundo.
También es importante entender que cuando un alma que está trabajando en su vida espiritual entra en este tiempo de “invierno” y siente fuertes tentaciones, no ve con claridad la meta de su vida, no anhela las cosas de arriba, no tiene deseos espirituales, etc.; el alma puede estar desorientada, y los cambios en ese tiempo pueden ser sólo una manera de huir de esa situación, un autoengaño. Es fácil mentirse a uno mismo diciendo “si detienes esto (una propuesta sobrenatural) las cosas irán mejor”, etc. En esos momentos es mejor acallar primero nuestras pasiones en lugar de acallarlas tomando la decisión que nuestras pasiones quieren que tomemos. La oración, el silencio interior y los buenos consejos son formas de calentar el espíritu durante el invierno, en lugar de cambios que al final podrían congelarlo.
Comentarios 3
Nunca cortes un árbol en invierno.
Que Dios me de la gracia de tener la mente en Cristo(1 Cor.,2.16),siempre alerta para ser alma de El.Gracias por esto.
Hermoso mensaje para aquietar mi existir y no tomar decisiones equivocadas cuando mi frialdad en la oración me lleva a un invierno de soledad y tristeza, dame el fuego de tú Santo Espíritu Señor Jesús para tener la sabiduría divina que necesito en está vida que me diste.
Hola son muy lindos y me ayudan mucho en mi formación gracias 😊