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Una receta especial

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Una receta especial para buscar y encontrar dinero para las obras buenas

Para hacer esta receta especial la fórmula es muy breve y con la misma brevedad quiero yo exponerla.
Prevengo, ante todo, que no he descubierto la piedra filosofal. Y, a pesar de eso, aseguro que con mi receta se obtiene dinero.

Primer ingrediente

Necesidad de la obra:

 Es decir, que la obra para la que se busque el dinero la necesite la gloria de Dios o el bien de las almas.

Por consiguiente, dejémonos de pensar en obritas de capricho o gusto y busquemos qué obra u obras necesita nuestra parroquia.

Segundo ingrediente

Conservación del espíritu de la obra:

El espíritu de una obra es la razón de ser de la misma. Dios no tiene nada ni a nadie en el mundo para vaguear, lo tiene para algo.

El individuo y la obra que deja de servir para lo que Dios los ha hecho, pierden su razón de ser y se pierden.

¿Se crea, porque es necesaria, una obra para rezar, por ejemplo, Padrenuestros? Mientras allí se recen bien muchos Padrenuestro, la obra vivirá.

¿Se crea una obra porque es necesaria para enseñar de balde a los niños pobres? El día en que por cualquier concepto se empiece a tomar dinero por la enseñanza, es la víspera de la muerte de aquella obra.

¿Se crea, porque se juzga necesario, un centro, un asilo, un periódico con este carácter y con aquel fin, que son los que convienen para remediar aquella necesidad? Pues si no se quiere que aquello huela a muerto, que no pierdan ni el carácter ni el fin.

La razón de la decadencia de muchas obras buenas que empezaron muy prósperamente, está sencillamente en eso, en que perdieron su espíritu.

Y a la inversa: una obra que conserva su espíritu, vive.

Tercer ingrediente

La constancia en los que dirigen la obra:

Para la marcha de toda obra buena, hacen falta Dios y un hombre.

Mientras la obra sea buena y necesaria, Dios no se aburre ni se va. Luego, si la obra decae, ¿de quién será la culpa? ¿Quién será el aburrido?

Hace falta constancia para sumar siempre simpatías, cooperaciones, limosnas, aunque sean de a céntimo, para no dejarse entusiasmar demasiado con los grandes éxitos ni abatir con las grandes derrotas.

Para no sacrificar lo principal a lo secundario, que puede ser un puntillo de honra o de amor propio.

Para saber esperar la hora de Dios, que siempre suena.

Hace falta constancia en el hombre de la obra para que, cuando los que se hayan aburrido y cansado se harten de aburrimiento y cansancio y sientan ganas de volver, se lo encuentren en el mismo sitio en donde lo dejaron.

Yo aseguro que una obra que tenga al frente un varón tan heroicamente constante, podrá, quizá flaquear, disminuir, pero morir, no. Es imposible…

Preparación de la receta especial

Obtenidos estos tres ingredientes,

Agítese con la actividad del celo, y la mezcla póngase al fuego de un amor muy vivo, muy confiado y muy sentido al Corazón de Jesús.

Y no se aparte hasta que haya soltado un microbio, que hace mucho daño a aquellos ingredientes, y que se llama el yo.

Y entonces con toda seguridad, vienen las pesetas y todos los medios necesarios para las obras buenas.
Y el que dude de la eficacia de esta receta especial, que la pruebe por un poco de tiempo y desaparecerán sus dudas .

San Manuel González

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