Debemos asistir a la Santa Misa con los mismos sentimientos que si hubiéramos sido testigos de la muerte de nuestro Salvador en el Calvario. O mejor: debemos intentar entrar en los sentimientos que anidaban en nuestra querida Madre y el discípulo amado». El recogimiento, el silencio, una actitud humilde y un respeto profundo son disposiciones necesarias. Pero tienen que estar sostenidas por una fe viva: recordar que estamos asistiendo a un sacrificio del que Jesucristo es la víctima, y es por nosotros por quienes se ofrece ese sacrificio.
Amemos a un Dios que tanto ha padecido por nosotros. Pongámonos delante las penas del corazón de Jesús sufridas desde niño por nosotros; y de esta manera no podremos amar otro que este corazón, el cual tanto nos ha amado.
P. Jason Jorquera M. Monje IVE. Uno de los lugares santos más visitados por los devotos peregrinos es la Basílica de la Natividad. Esta basílica,