¿qué haremos los católicos en un mundo nuevo que se levanta, y que erige una nueva e irresistible norma de vida?¿Nos mantendremos en la verdad católica íntegra, adoptada aun como normas de conducta exponiéndonos a que nos llamen cavernícolas o, en cambio, nos acomodaremos, buscaremos una norma de transacción y, sin renunciar a la profesión teórica de la verdad católica, buscaremos una nueva aplicación que contemple las realidades de la vida, que tenga en cuenta el progreso del tiempo, que se adapte a la nueva mentalidad?
Jesús está siempre real y corporalmente en medio de nosotros por medio del Santísimo Sacramento de la Eucaristía. La Iglesia es como un inmenso Belén, donde el Rey de los cielos, oculto y cubierto bajo pobres apariencias, es adorado, reconocido, amado y servido por los ángeles y los corazones fieles.