

Cinco Métodos para rezar el Santo Rosario
Para ello, hay que agregar después del nombre de JESÚS de cada Avemaría una palabrita que nos traiga a la memoria el misterio que se contempla en cada decena, en la siguiente forma
Para ello, hay que agregar después del nombre de JESÚS de cada Avemaría una palabrita que nos traiga a la memoria el misterio que se contempla en cada decena, en la siguiente forma
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:
«Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel.»
Recuerda siempre: que te amo y te amaré hasta la locura en cualquier momento y pese a tus debilidades que no quieres, pero que cometes. Por lo tanto, jamás, jamás, jamás, la menor duda de que por una infidelidad tuyas se debiliten mis promesas; jamás ¿estamos? De otro modo, herirás mi Corazón en lo más íntimo
Avisos