¡Oh Corazón de Jesús!,
Tú manifestaste el deseo de reinar en las familias cristianas;
Hoy venimos a proclamar tu absoluto dominio sobre la nuestra.
Queremos vivir, de hoy en adelante, de tu misma vida,
y desterrar lejos de nosotros el espíritu mundano que Tú condenaste.
Queremos que reines en nuestros entendimientos por la sencillez de nuestra fe, y en nuestros corazones por tu amor, los cuales arderán para Ti procurando mantener vivo este amor con la frecuente comunión de tu Cuerpo y Sangre.
Dígnate ¡oh Corazón de Cristo! Presidir nuestras reuniones,
bendecir nuestras empresas espirituales y temporales,
apartar de nosotros los vanos cuidados,
santificar nuestras alegrías y consolar nuestras penas.
Danos un corazón manso y humilde como el tuyo,
para que reine la paz en nuestro hogar.
Si alguna vez alguno de nosotros tiene la triste desgracia de ofenderte, recuérdale ¡oh Corazón de Jesús!, que eres bueno y misericordioso con los corazones arrepentidos.
Y cuando llegue la hora de la separación, cuando venga la muerte a sembrar el luto en medio de nosotros, que todos, tanto los que se vayan como los que se queden, estemos conformes confiando en tus bondadosos designios.
Nos consolará saber que llegará un día en que toda la familia, reunida en el cielo, podrá cantar eternamente tu bondad y misericordia con nosotros.
Te ofrecemos esta consagración por medio del Corazón Inmaculado de María. Que el Glorioso Patriarca San José se encargue de recordárnosla todos los días de nuestras vidas. Amén.
V Sagrado Corazón de Jesús.
R En Vos confío
V Dulce Corazón de María.
R Sed la salvación del alma mía.
V San José.
R Ruega por nosotros.