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Virtus n° 1: Examen Particular de Conciencia
Los clásicos de la espiritualidad cristiana, ya desde los monjes del desierto en los primeros siglos de nuestra era, pero especialmente a partir de Ignacio de Loyola en el siglo XVI, han considerado como método privilegiado para educar la voluntad, es decir, para adquirir virtudes, extirpar vicios y corregir defectos, el trabajo diario sobre un punto bien determinado de nuestra vida espiritual o afectiva.[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 2: Cegó sus Ojos
«Juicio propio» designa el apego desordenado al propio parecer, a la propia opinión y al propio consejo. Consiste en el apegarse al dictamen o juicio de la propia razón (opinión) por encima o en contra del parecer de otros, por motivos sin peso (que pueden ser reducidos a motivos personales).[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 3: Duc in Altum!
Hay dos vuelos que simbolizan dos estilos de almas: «el de la gallina y el del águila». El vuelo de la gallina es de baja altura, hace ruido , levanta polvo y revoluciona el gallinero. Es un símbolo de las almas rastreras, con ideales horizontales y carreras de corto alcance. El vuelo del águila es desafiante, altivo, veloz e inalcanzable. Su vista es capaz de fijarse en el sol y también de contemplar la plenitud del paisaje desde las cumbres de las nubes. Es símbolo del alma que se siente estrecha en tierra y se desahoga en el cielo; del alma que necesita metas lejanas y difíciles, que puede enfrentar asperezas y obstáculos no sólo sin desánimo, sino con emoción y gozo.[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 4: De Lobos a Corderos
Este tema va dirigido a los educadores todos (sacerdotes, padres, maestros, catequistas y guías de otros). Y también a los autoeducadores (los que recibida la primera educación, se dan cuenta y persuaden de la necesidad y ventajas, no sólo de dejarse educar, sino de educarse a sí mismos). La labor del educador es superior a la del más genial escultor. Éste hace de una pierda o leño una figura; aquél no hace sino saca de un ser, que se mueve adonde quiere, un ser que, queriendo, se mueva a donde quiere.[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 5: Las Ideas «Subterráneas» y la Educación
Las ideas «subterráneas» son pensamientos, juicios, verdaderos principios doctrinales y morales, que no asumimos conscientemente (y cuya presencia tal vez ignoramos), pero que están y forman parte de nuestro modo de pensar y, tarde o temprano, pueden terminar por tomar el mando de nuestras acciones.[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 6: La Madurez afectiva y sexual de Jesús de Nazaret
Hoy en día se escucha con bastante frecuencia tachar a muchas personas de “inmadurez afectiva”, sin ofrecerles a las mismas ni unconcepto claro, ni un arquetipo que refleje la tan mentada madurez. Entre esto y nada, hay poca diferencia, porque en la educación de la personalidad es esencial la vía de la ejemplaridad y de la imitación. El trabajo psicológico, afectivo y moral es, en gran medida, un proceso imitativo, como el que realizan los niños al observar a sus padres (para bien o para mal). La madurez afectiva no se logra si no se recibe la inspiración de un paradigma atractivo, firme y seguro, en el que se aprecie lo que el discípulo aspira a materializar en sí mismo.[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 7: Crisis de Paternidad
El desequilibrio que azota nuestra sociedad es, en gran medida, una crisis de paternidad. Hablo «mutatis mutandis», mucho de lo que diré a continuación podría aplicarse a la maternidad y a la crisis de paternidad espiritual como la que ejercen los educadores, toda persona revestida de autoridad, los sacerdotes, religiosos y religiosas, etc.[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 8: Nuestros Miedos
Uno de los problemas ineludibles de la vida afectiva y espiritual es el miedo, pasión fundamental y, en muchos casos, muy difícil de manejar. No nos referimos a todo temor; hay temores buenos, sanos y necesarios a nuestra naturaleza. Tratamos el temor desbocado o incluso simplemente exagerado, que es un notable problema, a menudo con serias consecuencias espirituales y psicológicas.[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 9: El Padre Revelado por Jesucristo
«La devoción al Padre fue la de Jesús. ¿Cómo no habría de ser también la nuestra?», escribía Émile Guerry. Por eso debe sorprendernos lo poco que los cristianos conocemos a Dios Padre, más aún si tenemos en cuenta, que el tema principal de las enseñanzas de Jesucristo fue precisamente el misterio de su Padre. Jesús pasó gran parte de su vida pública hablando con el Padre o hablando del Padre, desde su primera intervención pública, apenas cumplidos los doce años.[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 10: El Camino del Perdón
El perdón, aún aquel que ofrecemos en medio de las más terribles circunstancias, es posible; como también es posible la vida de pureza y virginidad. No por casualidad María Goretti ha dado testimonio al mismo tiempo de ambas virtudes: la misericordia y la castidad. Las páginas que siguen no son un tratado sobre el perdón sino líneas sobre el proceso espiritual (y psicológico) del perdón (o, si se quiere, la terapia del perdón).[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 11: Las Adicciones
El drama de las adicciones es una realidad dolorosa, un problema que ya se ha “instalado” en la sociedad contemporánea y que parece desbordar las capacidades de comprensión y de acción de los estudiosos y de quienes están encargados de prevenir y solucionar esta desgracia. Como es bien sabido, en las últimas décadas el problema se ha venido complicando, alargando y agudizando a pasos de gigante, entre otras cosas porque la edad de inicio es cada vez más temprana y las condiciones psicosociales siempre más complejas.[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 12: Naturaleza y Educación de la Humildad
No se puede ser cristiano cabal sin vivir seriamente la humildad; porque cristiano íntegro es quien imita a Cristo, y Éste destacó la humildad como una de las notas relevantes de su Corazón: “Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11, 29).[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 13: La Madurez según Jesucristo
“Si Cristo imitara nuestro modo ordinario de actuar, ya podríamos darnos por perdidos. Así, pues, ya que nos hemos hecho discípulos suyos, aprendamos a vivir conforme al cristianismo”. En cambio, si nosotros imitamos su modo ordinario de actuar, no sólo nos salvamos, sino que alcanzamos la plenitud de nuestras potencialidades humanas. Este “modo de Cristo” lo aprendemos en el Evangelio, y de modo singular en el Sermón de la Montaña, donde se contiene el programa de nuestra configuración moral y espiritual con Cristo.[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 14: Meditaciones sobre Dios Padre
Las siguientes meditaciones apuntan a forjar una idea adecuada de Dios Padre. Comienzan con algunas consideraciones sobre Dios en general, luego sobre la Santísima Trinidad y finalmente se ofrecen algunos puntos para meditar algunas verdades sobre Dios Padre, la Providencia, el Santo Abandono y la permisión del mal y del dolor.[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 15: La Superficialidad
La profundidad es el interés por llegar al fondo de las cosas; la superficialidad, por el contrario, el desinterés por eso mismo; cuando se agudiza llega incluso a la renuncia de hacerse cargo de la verdadera causa o esencia de las cosas para navegar en la superficie de los fenómenos. En este número de Colección Virtus, se trata de un breve estudio sobre la “superficialidad”, tema del que no es fácil encontrar escritos específicos, a pesar de ser tan importante y constituir uno de los vicios más extendidos y funestos.[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 16: Quiero – La Voluntad
¿Es posible educar una voluntad en la que han crecido como maleza hábitos desordenados y costumbres corrompidas? ¿Podemos reeducarla cuando se ha desviado del recto camino durante años? ¿O volver a vigorizarla cuando padece un decaimiento generalizado y está postrada en la indolencia? Es posible siempre y cuando se realice un trabajo que incluya varios elementos esenciales.[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 18: Maduración de la Personalidad
Las siguientes páginas tienen por tema la madurez humana. No se trata de un estudio principalmente especulativo sino de notas prácticas, encaminadas al trabajo personal en la propia maduración.(…) Estas tienen el humilde cometido de ofrecer la oportunidad de que cada uno pueda identificar los baches más importantes de su personalidad y conozca lo sustancial del trabajo que tendría que realizar para corregirlos.[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 19: Pornografía y Pornopatía
La pornografía y la exaltación de la violencia son viejas realidades de la condición humana que evidencian la componente más turbia de la naturaleza humana dañada por el pecado, en este breve libro se trata de dar un panorama de este flagelo que afecta a un número considerable de la sociedad moderna.[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 20: La Acedia
Los Santos Padres y los autores eclesiásticos le otorgaron gran importancia en la lucha espiritual. Casiano la define como: ‘tedio y ansiedad del corazón que afecta a los anacoretas y a los monjes que vagan en el desierto’. Los Padres del desierto la llamaron “terrible demonio del mediodía, torpor, modorra y aburrimiento”. Guigues el Cartujo describió su insidia diciendo: “Cuando estás solo en tu celda, a menudo eres atrapado por una suerte de inercia, de flojedad de espíritu, de fastidio del corazón, y entonces sientes en ti un disgusto pesado: llevas la carga de ti mismo; (…) la dulzura que ayer y antes de ayer sentías en ti, se ha cambiado ya en grande amargura”.[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 21: Cuando la sexualidad duele y humilla
La dimensión sexual es esencial a la persona, y esta no madura negándola sino integrándola de modo conveniente en su vivencia personal. La sexualidad vivida armónicamente y perfeccionada por la virtud de la templanza, y en particular por la castidad (que no es absoluta privación de actos sexuales sino dominio de la vida afectiva y sexual según el estado propio de cada persona: soltera, célibe, casada, viuda…), es parte esencial de la cordura y del equilibrio personal. Pero cuando la sexualidad se rebaja y reduce a genitalidad se enferma de raquitismo psíquico y se disloca tomando posesión del cuerpo, de la voluntad y de la mente de la persona. Y aquí aparecen los vicios y las esclavitudes de los que trato en las páginas que siguen.[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus n° 22: Elogio de la Mujer Fuerte
En este breve escrito el autor acomete algunas reflexiones sobre el gran misterio que envuelve a la Mujer. De Eva, “Madre de los Vivientes”, a Eva, “Puerta por la que penetra la Serpiente en el mundo del Hombre”, a María,[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus 23: Mi Pecado Insoportable
Del epílogo del libro:
“Restablecer el sentido justo del pecado es la primera manera de afrontar la grave crisis espiritual que afecta al hombre nuestro tiempo. Pero el sentido del pecado se restablece únicamente con una clara llamada a los principios inderogables de la razón y de la fe que la doctrina moral de la Iglesia ha sostenido siempre”
(San Juan Pablo II, Reconciliatio et paenitentia, 18, in fine.)[/vc_column_text][vc_column_text]
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Virtus 24: La Violencia de la Ideología de Género
La embestida contra el ser humano –sería poco decir “familia”, “infancia” o “inocencia”– se ha tornado alucinante. No voy a asegu-rar que “no puede ser peor”, porque este lugar común viene repi-tiéndose desde hace siglos y, por lo visto, no hemos perdido el po-tencial de inventar cosas cada vez más trágicas. Pero la capacidad de desintegración del ser humano tiene un límite, y este es, si se me perdona lo prosaico, su extinción total; y da la impresión de que –no interviniendo Dios– no estamos lejos.
¿Va a superar el odio de los malos y su deseo de depravar, al amor de los buenos y a la pasión por sembrar el bien? Si es así, recemos para que Jesucristo venga muy pronto; porque ya no habría nada más que salvar. ¡Pero no es así! Hay amores dormidos, hay corajes desconcertados… pero cuando un amor se despabila y el coraje lo acompaña, el mal no puede sino retroceder. “¿Existe un límite infranqueable para el mal?”, se preguntaba Juan Pablo II en su libro Memoria e identidad; y respondía: “hay un límite impuesto al mal en la historia, y ese límite es el bien; el bien divino y humano”. ¿Podemos hacer el bien? ¿Sí? Entonces podemos ponerle un límite al mal. Un límite irreductible.[/vc_column_text][vc_column_text]
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