El Pueyo, Barbastro, España, 18 de octubre de 2018
Cuando estuvo en su visita a la misión en el mes de junio, el P. Gabriel Romanelli, nuestro provincial, fuimos a conversar con el obispo. Allí Monseñor Minde le dijo al P. Gabriel que por lo que había podido ver en su visita pastoral a la parroquia de Ushetu el año pasado, había mucha necesidad de dividirla, y crear nuevas parroquias. Los territorios son muy grandes, hay gran cantidad de aldeas, mucha gente muy esparcida por una gran extensión, y es difícil llegar a todos.
Así fue que le proponía al P. Gabriel que se creara una nueva parroquia, tomando una parte de la actual, y que la atendiéramos los padres del IVE. Que no haría falta hacer una nueva comunidad allí ahora, sino más adelante. La idea de comenzar una nueva parroquia es para que de a poco vaya tomando forma, vida de parroquia. Tal vez un padre podría ir algunos días a la semana, y algún tiempo más adelante, tener una comunidad misionera allí. Nos dijo que el abrir la nueva parroquia podría ser para fin de año, o a principios del 2019. El P. Gabriel le dijo que sí, que con mucho gusto, aunque significaría un gran esfuerzo por parte nuestra, que ya con la actual parroquia tenemos un gran trabajo, como el mismo obispo lo reconocía. Monseñor le agradeció muchísimo al provincial, con manifiesto signo de alegría y gratitud.
Ya sabíamos que habría que prepararse a un evento tan “extraño” para nosotros. Nunca estuvimos en la creación de una nueva parroquia, y creo que muchos de nosotros no pensamos en lo que esto significa, desde todo lo que a papelerío se refiere, y comenzar nuevos libros de bautismos, matrimonios, etc. Sino también en lo tocante a “armar” una parroquia con una sacristía, una iglesia que sea un poco más digna, un lugar para que el sacerdote pudiera descansar y atender gente. Es decir, abrir una nueva parroquia donde casi que lo único que teníamos es una iglesia grande, estilo “galpón”, y nada más.
Providencialmente, hace unos años, siempre con mucho esfuerzo, y poco a poco (pole pole, como se dice aquí), comenzamos a construir una casita mínima para el sacerdote, pero pensando en un simple lugar para dormir alguna vez. Recuerdo el día en que me pidieron que bendiga el lugar donde la edificarían, hace ya varios años, creo que a fines del 2014. Y comenzaron nomás, con sus medios. Se edificaron dos habitaciones de tres por tres metros, con los ladrillos pegados con barro.
Cuando fui a mis primeras vacaciones en 2015, algunas familias amigas juntaron dinero y lo destinamos a continuar la construcción de esa casa. De esta manera, cuando regresé, les sugerí que le agreguemos otra habitación, una pequeña cocinita, un baño y una ducha. Inmediatamente nos pusimos en campaña… y siempre que pudimos, con alguna ayuda de aquí y de allí, se fue hacia adelante, hasta que la techamos, se le hizo el reboque interno, y el cielo raso. Hasta ahí habíamos llegado.
Pero he aquí que todo se aceleró repentinamente, y hubo que dejar el pole pole tanzanés. Cuando participamos de las ordenaciones de tres sacerdotes de la diócesis, el 28 de julio de este año, Monseñor Minde anunció al final de la Misa, la creación de cuatro nuevas parroquias. La primera en inaugurarse, el 25 de agosto, sería la que se separaba de Ushetu. ¡Es decir que faltaba menos de un mes! La nueva parroquia se llamaría “San Pedro y San Pablo Apóstoles”, de Nyamilangano. Nos pusimos manos a la obra con nuestros fieles, que realmente trabajaron muchísimo.
Lo primero que se hizo fue cambiar las aberturas de la iglesia. Pero que si digo “aberturas” no se piense en puertas y ventanas, sino tan solo en “aberturas”, es decir, el espacio para que pase el aire y la luz. Esta iglesia tenía las ventanas con ladrillos puestos en posición para que dejen pasar el aire, pero muy poca luz. Decidimos sacarlos, hacer una rejas con tela mosquitera, para evitar la entrada de pájaros y murciélagos, y así permitir una mejor ventilación y luminosidad.
Recuerdo que por unas “aberturas” que estaban antes, durante una Misa en pleno mediodía, entró un gran búho, que dio un giro majestuoso por la iglesia y salió por donde había entrado, gracias a Dios, sin alterar más la celebración. Gracias a ése aviso, ya habían tapado todas esas posibilidades de ingreso. Después del trabajo de quitar los ladrillos de las ventanas y colocar las rejas, se pintó nuevamente la iglesia, por dentro y por fuera.
El día anterior a la inauguración el P. Víctor hizo gala de sus dotes prácticas y colocó una cruz, una base para el Sagrario, y una lámpara votiva. Podemos decir que con esta humildad, la iglesia estaba radiante. El altar y presbiterio ciertamente que necesitarán de mejoras, pole pole. Para cuando se hizo la inauguración el altar era el mismo de siempre, que consiste en tres paredes de ladrillos y una tabla de poco acabado puesta encima. El presbiterio es pequeño, y las sillas son de plástico. El Sagrario, lo debimos sacar de la capilla que tenemos en nuestra casa parroquial de Ushetu, lo restauramos un poco, le pusimos una cruz en el frente, y pasó a ser el nuevo Tabernáculo de Nyamilangano.
Capítulo aparte merecen los trabajos fuera de la iglesia. Pensamos que sería muy bueno poder terminar la casita, aunque sea muy humilde, pero que quedara acabada y agradable a la vista. Haciendo gran esfuerzo con los fondos de la parroquia de Ushetu, y con ayuda que providencialmente habían traído los seminaristas voluntarios de USA, se procedió a terminar el reboque externo, unos veredines, y pintarla. Verdaderamente que nuestros fondos tocaron fondo. Pero doy nuevamente testimonio de que la Divina Providencia no dejó faltar nada, aún más, pensó en tantos detalles.
Los fieles de la nueva parroquia quisieron hacer imprimir unas camisetas para recordar el día histórico, ¡y mandaron a hacer 140! Se vendieron todas, y se ayudó a la construcción. La casa no tiene ventanas en las “aberturas”, sino simplemente tela mosquitera, ni tampoco un sistema de luz… pero ya está habitable. Para nosotros y para la gente de ese lugar, es verdaderamente un lujo. En una de las habitaciones pusimos un mueble a modo de sacristía, donde comenzamos a juntar un poco de cosas, otro inicio de humilde sacristía: un juego de ornamentos de cada color, un cáliz, una patena, un copón, etc. Todo “uno”. Pero verdaderamente que da alegría, sobre todo a nuestros fieles, que comienza a ver que “nace” su parroquia.
Parecería estar todo listo, pero todavía faltaba pensar en baños para la gente. No habían, y sería una vergüenza para tantas visitas que llegarían el día de la inauguración, representantes de todas las parroquias de la diócesis, no tener esta comodidad básica. Pero de esto se encargaron los mismos feligreses. Fue admirable, porque ya habían juntado dinero entre todas las aldeas cercanas, para la comida de la fiesta. El día de la inauguración hubo que dar de comer a más de 800 personas. Otra vez hicieron colecta, y se pusieron a trabajar en hacer unos baños públicos.
Como verán, todo esto que les voy contando se dio en el transcurso de cuatro semanas solamente. El tiempo se fue volando y llegó el día de la inauguración. Previo a eso, hubo que hacer un recorrido con el obispo, más el vicario del obispo, el decano de nuestra decanía de Iboja, el párroco de la parroquia vecina, y los líderes de ambas parroquias, para poner los límites de la nueva jurisdicción parroquial. Pero como ésta crónica ya se va haciendo larga, dejo para la próxima el contarles lo que fueron esos dos días, porque hay mucho para decir. Fueron días de mucho trabajo, de muchas bendiciones, y sobre todo, que hacen a la historia de nuestra misión, por eso merecen ser contadas.
Dios los bendiga, nos vemos en la próxima.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE