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Solemnidad de nuestro Señor Jesucristo Rey del universo. El Evangelio que se nos presenta hoy en día es del Señor en la Cruz y san Lucas aclara que de la gente que estaba ahí todas se ocupaban en hacerlo sufrir más a Cristo, sobre lo que no eran pocos los sufrimientos, los máximos sufrimientos que se pueden tener como explica Santo Tomás en “La suma teológica” el Señor sufría por los que estaban ahí presentes. Estaba la gente que miraba, simplemente miraba, esa gente lo había visto a Él hacer milagros, había curado…había resucitado a Lázaro hacia poquito tiempo, todo el mundo sabía, unos días atrás. Esa gente lo admiraba tanto que decía “todo lo hace bien, todo lo ha hecho bien” decía también “nadie ha hablado como Él” y sin embargo ahora miraba, simplemente como si fuera un espectáculo. Los magistrados es decir los que mandaban en los judíos, los que más “sabían” entre comillas le decían que “se baje de la Cruz si era el Mesías”. Si, Jesucristo les podía responder “justamente porque soy el Mesías no me bajo de la Cruz” y estaba incluso profetizado en el “siervo sufriente” de Isaías. y los soldados hacían eco de los magistrados judíos y le pedían a Cristo que, si era Rey también que se bajase, que mostrara que tenia gente que lo defendiera. Jesús no entabla un diálogo con ellos, no era el momento, pero había entablado un dialogo con Pilato, esto está en el Evangelio de san Juan, donde Pilato le pregunta “¿si Él es Rey?” y Jesús aclara “Si Yo Soy Rey, pero mi Reino no es de este mundo” “Si mi Reino fuera de este mundo mi gente hubiera combatido para que Yo no caiga en manos de los judíos, pero mi Reino no es de aquí”.

Nosotros tenemos que entender bien que significa esto de “Mi Reino no es de este mundo, mi Reino no es de aquí” y de alguna manera los soldados al decirle lo que le dijeron a Cristo ponen el dedo en la llaga, porque que el Reino de Cristo no sea de este mundo no significa que no debe ser defendido. Que no sea de este mundo, que sea sobrenatural, que sea un Reino de la gracia, que sea un Reino que nos lleva a la Vida Eterna significa que no tenemos que ser como los del mundo y defender a Cristo como los del mundo, con armas, en ese tiempo, con lanzas, con espadas, no. Si a Pedro lo había tratado de hacer y Cristo le dijo “¡no!”, pero eso no significa no defenderlo, hay otras maneras de defender a Cristo, ¿qué debían hacer los apóstoles, los discípulos si no hubiesen sido cobardes, si no hubiesen tenido miedo?, tenían que presentarse en ese momento y decir “ es inocente, es el más puro de los hombres, es santísimo, es Dios hecho hombre, tenemos fe en Él, Él nos vino a salvar” y por supuesto entregar la vida con él porque eso probablemente los llevaba a morir.

¿qué tenemos que hacer nosotros hoy en día para defender el Reino de Cristo? Tenemos que hacer lo mismo, tenemos que dar testimonio de Él con lo que decimos, con lo que hacemos, con lo que escribimos. El corazón del Señor sigue sufriendo esa soledad, esa falta de defensa. Dios quiere ser defendido por los hombres, ¡Que misterio! ¡Que humildad! Así es Jesucristo y nos necesita.

Hagamos un examen de conciencia en esta Fiesta de Cristo Rey y preguntémonos si realmente defendamos a Cristo, si realmente entendemos que somos miembros de un Reino por el bautismo y estamos llamados a defender a nuestro Rey, a nuestro Rey que dio la vida por nosotros, por salvarnos. Un Rey que no nos pide nada que no haya hecho y con creces.

“Todos se fueron” dice el Evangelio hablando de los apóstoles, todos lo dejaron… había un puñadito de personas ahí todas mujeres, salvo al apóstol que se fue y después volvió, pero si queremos buscar a una por antonomasia que lo defendió a Cristo, que dio la cara por nuestro Señor, que nunca lo dejo fue su Madre, que Ella entonces nos ayude a nosotros, nos enseñe a nosotros sus hijos, los hijos  pecadores, pero hijos al fin de Ella que nos ayude a dar testimonio de Jesús, a hacer algo al menos de lo que hicieron los mártires y los santos en la historia de la Iglesia, setenta millones de mártires en la historia de la Iglesia defendieron a Cristo hasta derramar su sangre, quizás Dios no nos pide eso a nosotros, quizá Jesús no quiere que hagamos lo mismo porque en el entorno que estamos no podemos dar la sangre por Él, pero si podemos dar la sangre a alfilerazos, gotita a gotita con esos pequeños sacrificios que todos los días podemos hacer por mostrar que tenemos un Rey, que creemos en Él y que lo amamos, que María Santísima nos alcance esa gracia.

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