Es común en este tiempo escuchar música de fiesta, acá y allá. Estamos en tiempo de sequía, y por lo tanto la gente de estos lados ya han terminado la cosecha, hay dinero para las fiestas, los casamientos, aniversarios, etc. Además de que hasta que no regresen las lluvias, no hay trabajo en el campo, y por lo tanto, buen tiempo para festejar. Por todo esto es muy frecuente pasar algunas noches “arrullados” por la música. Por gracia de Dios, ahora que me pongo a escribir algunas líneas desde la misión, reina un silencio que se disfruta.
Hubiera querido escribir algo hace algunos días, más particularmente el 9 de agosto, en que con mis compañeros de ordenación cumplimos un nuevo aniversario de sacerdocio, esta vez son 23 años desde aquél gran día. Pude celebrarlo como a todos nos gustaría hacerlo, es decir, en la misión. Una gracia inmerecida, poder estar en una misión tan hermosa como esta, y poder pasar uno y otro año en medio de trabajos apostólicos.
La misa fue la de todos los días a la mañana en la parroquia, y los que participaban, eran lo que frecuentan la misa diaria. La verdad que disfruto de la misa que se celebra en la parroquia, pues está rodeada de mucha tranquilidad, por ser a primeras horas del día, cuando todo recién comienza a despertar. A veces en las misas de las aldeas hay muchas distracciones para el sacerdote, pues la gente no está acostumbrada a rezar la misa, o los que cantan no siguen la liturgia, o se celebra al aire libre, y pues hasta el viento puede ser motivo de distracción. Por eso cuando celebro en casa, trato de aprovechar al máximo. Dios me quiso conceder este hermoso regalo en el día del aniversario de mi ordenación.
Al momento de poner en el altar las ofrendas, y preparar el cáliz, entraban por la ventana del costado los rayos del sol, y alumbraban directamente el cáliz y la ostia. Le daban una calidez y brillo que no sé cómo describirles. Es como que de una manera muy sencilla, sobre los blancos manteles del altar, reposa de manera tan humilde, y a la vez tan sobrenatural, el pan y el vino que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Tal vez porque me gusta el dibujo y la pintura, es que disfruto de esos “claros oscuros”, de esos “brillos y colores relucientes”, que me afectó tanto esa imagen… y se me venían a la mente las palabras: “Un pan, y un cáliz”, homilía memorable del P. Buela.
Pensé en que en pocas iglesias nos toca ver que los rayos del sol alumbren directamente sobre el altar, y justo en el momento de la misa. Recuerdo que en la capilla del Seminario Menor en San Rafael, en alguna época del año se podía disfrutar de ése espectáculo, especialmente en la misa del domingo. Creo que estamos acostumbrados a la iluminación eléctrica sobre el altar, que también es muy hermosa en muchos casos. Pero en estos lugares, en que no abundan los medios artificiales, cuando el efecto se logra con la participación de los rayos del sol, al menos en mi caso, me produce gran alegría interior.
Quería contarles esto, simplemente, este regalo en el día de un nuevo aniversario sacerdotal. A veces en la misa los sacerdotes no podemos tener presentes todas las cosas que rodean este misterio inefable de la Eucaristía. Recuerdo que eso mismo nos enseñaba el P. Buela, que es imposible tener “en acto” en la mente, todo lo que se debería considerar sobre la santa misa y la Eucaristía, pero podemos en cada misa hacer lo posible por prestar atención a algún aspecto particular de la misma, que nos ayude a la meditación y a vivir mejor cada misa.
En un nuevo aniversario sacerdotal, no puedo dejar de agradecer a quien nos enseñó a celebrar la misa, y a vivir nuestras misas, ya desde el seminario… Mil gracias al P. Buela.
Como decía el Santo Cura de Ars: “Si conociéramos el valor de la Santa Misa nos moriríamos de alegría”. Y nos enseña San Alfonso: “El mismo Dios no puede hacer una acción más sagrada y más grande que la celebración de una Santa Misa”.
Acompaño la crónica con una foto… de esa misa que les he contado.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE
Comentarios 3
Qué lindo padre Diego me alegro mucho por usted muchas felicidades Dios lo siga bendiciendo en su gran misión 🙏🙏🙏
Bendiciones, AVE MARÍA Y ADELANTE
Muchas felicidades Padre Diego. Hermosa reflexión.