Los cinco peligros que hoy amenazan a la Iglesia católica – Cardenal Carlo Caffarra

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«La alternativa a una Iglesia sin doctrina no es una Iglesia pastoral, sino una Iglesia del arbitrio y esclava del espíritu del tiempo. Este peligro es grave y si no se derrota, causa daños graves a la Iglesia. Al menos por dos razones. La primera es que, al ser la Doctrina Sagrada nada menos que la divina Revelación del plan divino sobre el hombre, si la misión de la Iglesia no está arraigada en ella, ¿qué puede decirle la Iglesia al hombre? La segunda razón es que cuando la Iglesia no se protege ante este peligro corre el riesgo de respirar el dogma central del relativismo.

El segundo peligro es olvidar que la clave interpretativa de toda la realidad y, en especial, de la historia humana, no está dentro de la misma historia. Es la fe. San Máximo el Confesor considera que el verdadero discípulo de Jesús piensa en todas las cosas por medio de Jesucristo, y Jesucristo por medio de todas las cosas.

El tercer peligro es el primado de la praxis [peligro de origen marxista]. Me refiero al primado fundacional. El fundamento de la salvación del hombre es la fe del hombre, no su acción. Lo que debe preocupar a la Iglesia no es, en primer lugar, la cooperación con el mundo en grandes procesos operativos para alcanzar objetivos comunes. La infatigable preocupación de la Iglesia es que el mundo crea en Aquel que el Padre ha mandado para salvar al mundo.

El cuarto peligro, muy unido al anterior, es la reducción de la propuesta cristiana a una exhortación moral. Es el peligro pelagiano, que Agustín llamaba el horrendo veneno del cristianismo. Esta reducción tiene el efecto de hacer que la propuesta cristiana sea aburrida y repetitiva. Sólo Dios, en su acción, es siempre imprevisible. Y, de hecho, el centro del cristianismo no es la acción del hombre, sino la Acción de Dios.

El quinto peligro es el silencio sobre el juicio de Dios, por medio de una predicación de la misericordia divina hecha de tal modo que corre el riesgo de hacer desaparecer de la conciencia del hombre que escucha la verdad que Dios juzga al hombre».

 

Caffarra, Cardenal Carlo. No anteponer nada a Cristo: Reflexiones y apuntes póstumos (Spanish Edition) (pp. 17-20). HomoLegens. Kindle Edition.

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Comentarios 3

  1. María Victoria Cano Roblero dice:

    Padre guía a tu única Iglesia Universal con tu Santo Espíritu.

  2. Maria Inés Groppi dice:

    “cinco pqligroa que hoy amenazan .
    ..”
    Que excelente reflexión!Que el Espíritu Santo guíe continuamente a la Santa Iglesia, y a cada unos de nosotros,sus miembros.

  3. Jon Anasagasti dice:

    El primer peligro es la mala gestión de la sexualidad y de la igualdad de género. Se discrimina a la mujer al negarle el voto sacerdotal y a ocupar un puesto en la jerarquía eclesiástica y por lo tanto en la dirección de la iglesia, con lo cual las mujeres se encuentran en una posición de inferioridad legal frente a los hombres pese a la supuesta igualdad de todos ante Dios. Lo mismo sucede con los homosexuales, cuya sexualidad se reprime en toda condición pese a que buena parte del clero es homosexual.
    En segundo lugar, la iglesia ha dejado de defender sus valores, considerando como hermanas a otras religiones que discriminan aún más a las mujeres y a los no adeptos a su fe como es el caso de las principales escuelas del Islam, que predican la inferioridad legal tanto para la herencia y el derecho de familia de las mujeres y condena expliícitamente a los politeístas, pese a que estos últimos sean en general más igualitarios que los monoteístas polígamos. Parece que el gran dinero de las monarquías petroleras tiene más influencia que las enseñanzas de Jesus.
    En tercer lugar, la política del Vaticano parece un apéndice de la política de Estados Unidos, de donde provienen los principales aportes financieros. Se condena o calla a los sacerdotes que condenan los abusos de los más humildes por parte de multinacionales o terratenientes y se mantiene a los que cometen abusos en puestos de responsabilidad.
    En cuarto lugar, mantiene una política pro vitalista cuando el crecimiento demográfico implica mayor miseria para los más pobres y mayor presión sobre la naturaleza.
    En quinto lugar, no defiende la gestión comunal y no pone suficiente énfasis en condenar a la usura y al endeudamiento como fuentes de servitud.

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