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Tengo la deuda de volver a escribir las crónicas de Tanzania. Les soy sincero que durante el último tiempo me fue un poco difícil sobre todo porque tuve algunos viajes que me impidieron estar en la misión, y por tanto, también me impidieron las crónicas. Pero además, se sumó que cuando regresé la última vez de la visita a mi madre en Argentina, el mismo día que llegaba, dos hermanos religiosos nuestros tuvieron un gran accidente, resultando uno de ellos con la pierna derecha amputada, y el otro con una fractura de fémur que también necesitó operación. De este episodio ya les he contado, y hoy les informaré también cómo siguen ellos. Por tanto, los meses siguientes fueron muy intensos, con muchas preocupaciones, y por ende, muy difícil para mí sentarme tranquilo a escribirles.

Por último, el mes de septiembre también tuve que viajar, esta vez a Estados Unidos, para lo que se llama Mission Appeal, es decir, una recolección de fondos para ayudar a la misión, recorriendo diversas parroquias de ese país. Ahora estoy en el aeropuerto de Dar es Salaam, esperando el vuelo a Kahama, de regreso a la misión. Espero en pocas horas ya estar “en casa”. Y voy con la decisión de escribirles y seguir contando de la misión. En varias ocasiones les he dicho que un pensamiento que me impide ponerme a escribir como antes, y es pensar que ya han escuchado estas historias una y mil veces, y que ya nada nuevo parece ser digno de ser contado. En este viaje a Estados Unidos pude comprobar que no es así, y que muchas veces el diablo nos engaña, para que dejemos una buena obra comenzada. No les miento si, con humildad, les cuento que mucha gente me agradecía las crónicas. He podido visitar varias parroquias atendidas por padres del IVE, varias comunidades de las Servidoras (SSVM), varias casas de formación, y en todos lados era reconfortante escuchar las gracias por las crónicas de Tanzania. Muchos laicos agradecían, y me decían que hace años siguen la historia de la misión, y rezan por nosotros, y nos ayudan. Alguna mamá me decía que a sus hijos les leía algunas de las historias de la misión en África, y de esa manera les enseñaba a sus hijos a ser agradecidos por todo lo que tenían, aunque no fuera mucho. Todo esto me ha hecho recapacitar y darme cuenta de todo el bien que se hace con estos sencillos escritos.

Entonces, me volverán a tener con las crónicas, aunque sea contando las cosas simples y cotidianas de nuestra misión. Le pido a Dios que me ayude en esta obra, para poder hacerlo con la mejor rectitud de intención, y para que me ilumine para escribir. Que cada vez que me toca una visitar una aldea, una visita a un enfermo, o cualquier otra actividad de la misión, esté atento a lo que pueda contarles a ustedes. Tal vez eso es lo más importante, pues lo que sucede en la misión, siempre es digno de ser contado. Pero muchas veces nosotros, los mismos misioneros, no sabemos tener los ojos bien abiertos, los ojos del alma, estar atentos y ver lo que no se ve con los ojos del cuerpo. Pido, pues, a Dios esta gracia.

Antes de despedirme, del hermano Petro, a quien le amputaron la pierna derecha, les cuento que después del accidente ha tenido cuatro operaciones más. Las mismas han sido para volver a limpiar la herida y la infección que una y otra vez ha regresado. Actualmente ha pasado más de un mes y medio de la última intervención quirúrgica. Sigue lejos de la misión, en Mwanza, acompañado por el hermano Antonio. Les pedimos que sigan rezando para que su herida se cierre del todo, y así podamos luego comenzar a pensar en una prótesis y la rehabilitación. También es nuestro deseo poder enviarlo a otro país para que pueda tener una mejor atención médica, más profesional. Por esta intención también les pedimos oraciones, pues no es nada fácil conseguir las visas necesarias para viajar fuera de Tanzania.

Espero pronto poder escribirles, ya contando de algunas actividades de la misión. Que Dios los bendiga y mil gracias por sus oraciones.

¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE

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Comentarios 2

  1. Elda Tunes dice:

    Hola Padre Diego, espero que pronto, cuando ya esté “en casa” nos cuente esas hermosas crónicas, que siempre nos edifican la vida de un misionero, son como pequeños regalos para nuestras almas. Rezamos por todos ustedes y por la recuperación del Hermano Petro. Abrazos

  2. María Victoria Cano Roblero dice:

    Que bueno Padre, Dios está siempre presente en todo. Dios les bendiga grandemente.

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