La separata que presentamos en esta publicación corresponde al prólogo encomendado a D’Angelo para la luminosa obra de Hilaire Belloc, “Sobrevivientes y recién llegados”. Es opinión común entre los lectores del texto en cuestión que no se trata de un prólogo más. Y no solo por su longitud, ¡más de 100 páginas! El autor aprovecha la ocasión para ofrecernos un pequeño tratado de historia moderna con esquemas y perspectivas lúcidas y hasta originales. No es tarea fácil presentar y contextualizar para el lector contemporáneo a Belloc (1870-1953). Además, el libro prologado es uno de los más ambiciosos del historiador anglo-francés, ya que tiene la mirada puesta tanto en el pasado (las herejías que acometieron contra la religión y la civilización cristiana), como en el presente (las “recién llegadas” herejías del tiempo de Belloc) y también en el futuro (las que se vislumbraban. El comentador, sin embargo, lleva ventaja al autor simplemente por haberlo trascendido en el tiempo. La extensa introducción que significa este prólogo actualiza y extiende de algún modo el análisis de Belloc hasta nuestra época.
Dejamos al lector a solas con esta “perla” de D’Angelo Rodríguez extraída de una obra que no podemos menos que recomendar y que, estrictamente hablando, es necesaria para entender esta publicación, por la sencilla razón de que no hay prólogo sin libro.
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Aníbal Domingo D’Angelo Rodríguez (Buenos Aires, 1927-2015), padre de doce hijos, abogado e historiador, desarrolló una intensa actividad intelectual y docente. Fue uno de los representantes del nacionalismo católico argentino, impregnado, por tanto, de un amor profundo a su Patria, que se tradujo en un esfuerzo serio y constante por entender y “pensar la Argentina “.
Ediciones ADR se propone recopilar y poner a disposición de los lectores los escritos conservados en algunos libros, en numerosos artículos, en sus colaboraciones a obras ajenas a modo de prólogos o notas a pie de páginas, conferencias, etc. El estilo ameno del autor unido a su erudita y vigorosa inteligencia hace que “valga la pena” leer cada línea que nos ha dejado.