10 de agosto – XIX Domingo del Tiempo Ordinario – CICLO C

Domingo XIX del Tiempo Ordinario
10 de agosto, 2025
CICLO C

Primera Lectura

PRIMERA LECTURA

Con el castigo que infligiste a nuestros
adversarios, 
Tú nos cubriste de gloria,
llamándonos a ti

Lectura del libro de la Sabiduría 18, 5-9

Como los egipcios habían resuelto hacer perecer a los hijos
pequeños de los santos —y de los niños expuestos al peligro, uno solo se
salvó—para castigarlos, Tú les arrebataste un gran número de sus hijos y los
hiciste perecer a todos juntos en las aguas impetuosas. Aquella noche fue dada a conocer de antemano a
nuestros padres, para que, sabiendo con seguridad en qué juramentos habían creído, se
sintieran reconfortados. Tu pueblo esperaba, a la vez, la salvación de los justos y la
perdición de sus enemigos; porque con el castigo que infligiste a nuestros adversarios, Tú nos
cubriste de gloria, llamándonos a ti. Por eso, los santos hijos de los justos ofrecieron sacrificios
en secreto, y establecieron de común acuerdo esta ley divina: que los santos compartirían
igualmente los mismos bienes y los mismos peligros; y ya entonces entonaron los cantos de los Padres.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial 32, 1. 12. 18-20. 22

R. ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió
como herencia!

Aclamen, justos, al Señor:
es propio de los buenos
alabarlo.
¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que Él se
eligió como herencia! R.

Los ojos del Señor están fijos sobre sus
fieles, 
sobre los que esperan en su misericordia, 
para librar sus vidas de la
muerte
y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.

Nuestra alma espera en el Señor:
Él es nuestra ayuda y
nuestro escudo.
Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, 
conforme a la esperanza
que tenemos en ti. R.

Segunda Lectura

SEGUNDA LECTURA

Esperaba aquella ciudad
Cuyo
arquitecto y constructor es Dios

Lectura de la carta a los Hebreos 11, 1-2. 8-19

Hermanos:

La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de
las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación.

Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el
lugar que iba a recibir en herencia, sin saber adonde iba. Por la fe, vivió como extranjero en la
Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma
promesa. Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor
es Dios.

También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de
su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo
hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del
cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar.

Todos ellos murieron en la fe, sin alcanzar el cumplimiento de las promesas:
las vieron y las saludaron de lejos, reconociendo que eran extranjeros y peregrinos en la tierra.

Los que hablan así demuestran claramente que buscan una patria; y si
hubieran pensado en aquélla de la que habían salido, habrían tenido oportunidad de
regresar. Pero aspiraban a una patria mejor, nada menos que la celestial. Por eso, Dios no se
avergüenza de llamarse «su Dios» y, de hecho, les ha preparado una Ciudad.

Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como
ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas, a aquél de
quien se había anunciado: «De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu
nombre». Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aún para resucitar a
los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo.

Palabra de Dios.

O bien más breve:


Lectura de la carta a los Hebreos
11, 1-2. 8-12

Hermanos:

La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de
las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación.
Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en
herencia, sin saber adonde iba. Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en
carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abraham esperaba
aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.

También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesas de
su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo
hombre, y de un hombre ya cercana a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del
cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar.

Palabra de Dios.

Evangelio

Aleluia Mt 24, 42a.
44

Aleluia.

Estén prevenidos y preparados,
porque el Hijo del hombre
vendrá
a la hora menos pensada.

Aleluia.

EVANGELIO

Ustedes también estén
preparados

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 12, 32-48

Jesús dijo a sus discípulos:

«No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha
querido darles el Reino.

Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se
desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la
polilla. Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón.

Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las
lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una
boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.

¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su
llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa
y se pondrá a servirlos.

¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y
los encuentra así!

Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora
va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.

Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre
llegará a la hora menos pensada».

Pedro preguntó entonces: «Señor, ¿esta
parábola la dices para nosotros o para todos?»

El Señor le dijo: «¿Cuál es el administrador fiel y
previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración
de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquél a quien su señor, al llegar, encuentra
ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si este
servidor piensa: “Mi señor tardará en llegar”, y se dedica a golpear a los servidores y a las
sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la
hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.

El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas
preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo
severo. Pero aquél que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos
severamente.

Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le
confió mucho, se le reclamará mucho más».

Palabra del Señor.

O bien más breve:


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Lucas
12, 35-40

Jesús dijo a sus discípulos:

Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las
lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una
boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.

¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su
llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa
y se pondrá a servirlos.

¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y
los encuentra así!

Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora
va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.

Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre
llegará a la hora menos pensada.

Palabra del Señor.

Texto Litúrgico

Exégesis

Comentario teológico

Aplicación

Santos Padres

Ejemplos Predicables

Guión