Así como el jardinero diligente sostiene con un rodrigón, contra su propia debilidad y contra los caprichos del viento y de la borrasca, la flor que cultiva con celoso cuidado; Dios, en su misericordia, prepara, para las obras que él inspira y que funda en su Iglesia, apoyos, “rodrigones” que los sostengan y les permitan alcanzar, sin peligro, la edad de su fuerza y de su madurez. (…)
Fiel a nuestras promesas, nos preparamos a publicar los piadosos pensamientos de nuestro venerado Padre Eymard sobre San José, el más perfecto y el primero de los adoradores. Aquí, como en el Mes de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, convenía sostener con algunas razones teológicas y testimonios de los santos Padres, lo que sólo su fe y su amor le mostraban de las virtudes que hacen de San José el perfecto modelo de la vida adoradora: nuestro trabajo está hecho, y mucho mejor sin comparación de lo que hubiéramos podido pretender hacerlo.
Con su fe, su ciencia y su piedad, unidas a la autoridad de Pastor y de Doctor de su pueblo, Monseñor el Obispo de Tarbes nos dice que somos deudores a San José del trigo divino que nos es ofrecido en la Eucaristía; nos muestra que participando de él en el Sacramento de vida nuestra felicidad iguala y aun sobrepasa en cierto modo a la felicidad del Padre nutricio de Jesús; y en fin que sus ejemplos nos enseñan del mejor modo posible como debemos prepararnos a recibirlo bien y aprovecharlo.
Cuando se hayan saboreado esas bellas enseñanzas, se estará más apto para reunir a San José y la Eucaristía en un mismo amor, y se estudiará con más fruto, bajo la disciplina del Padre Eymard, las virtudes admirables, la vida de adoración de San José.
Una aspiración hacia Jesús-Eucaristía termina la lectura de cada día; recordemos bien durante todo este mes y siempre que los pastores, los Magos, y todos los que quieren hallar a Jesús, deben buscarlo con María su madre y José (Lc 2,16); que la Trinidad terrestre, creada en Belén en la pobreza y reconstituida en el cielo en los esplendores de la gloria, no se debe separar tampoco en nuestro amor y en nuestro culto; en fin, que sobre el Niño-Dios del tabernáculo, más débil en la hostia que en sus pañales, velan el amor y las solicitudes de María y de José, al mismo tiempo que sus adoraciones se elevan hacia el Corazón de Jesús para indemnizarlo del olvido y de la ingratitud de los hombres.
He aquí la benévola carta por la cual Monseñor el Obispo de Tarbes nos autoriza para publicar, a la cabeza del Mes de San José del Padre Eymard, su Pastoral sobre el Santísimo Sacramento y San José.
Tarbes, Diciembre, 21 de 1812.
Mi Querido Padre:
Consiento complacido en que insertéis mi Pastoral sobre el Santísimo Sacramento y San José en el libro que vais a publicar. Tendré el placer de poder contribuir así por mi parte a la devoción a San José, al culto y a la gloria de la Santísima Eucaristía.
Recibid, querido Padre, la nueva seguridad de mi afectuosa estimación.
† P. A., Obispo de Tarbes