Ante los gravísimos acontecimientos que estamos viviendo y delante de un panorama humano nada alentador, me propongo aquí realizar un análisis que trascienda la esfera de los hechos humanos y se dirija a la teología para desde allí tratar de iluminar la marcha que los eventos mundanos están tomando.
La Iglesia con el sencillo rito de las cenizas nos recuerda lo contrario al liberalismo y al comunismo; nos dice el hombre no es para la tierra sino para el cielo; que nuestra meta y paraíso no son de este mundo que en definitiva será cenizas. Aquí debe luchar el cristiano, si quiere ganarse el cielo, instaurando una política verdaderamente cristiana que reconozca los derechos reales de Cristo y de su Iglesia en la sociedad.
El mundo ha quedado sumergido en el poder oscuro de la ultima gran herejía del siglo que se agita como serpiente por debajo de todos los problemas políticos que marcan la modernidad. Ella es la ultima, pero fue la primera; la eterna enemiga del pueblo de Dios: el naturalismo.
«El comunismo es la mortal enfermedad que se infiltra por las articulaciones más íntimas de la sociedad humana, poniéndola en peligro de muerte».
Papa León XIII
“Cristo no reina en la vía pública, en las escuelas, en el parlamento, en los libros, en las universidades, en la vida pública y social de la Patria. Quien reina allí es el demonio. En todos aquellos ambientes se respira el hálito de Satanás. Y nosotros, ¿qué hacemos? Nos hemos contentado con rezar, ir a la iglesia, practicar algunos actos de piedad… Les hemos dejado a ellos todo lo demás, la calle, la prensa, la cátedra en los diversos niveles de la enseñanza. En ninguno de esos lugares han encontrado una oposición seria. Y si algunas veces hemos actuado, lo hemos hecho tan pobremente, tan raquíticamente, que puede decirse que no hemos combatido. Hemos cantado en las iglesias pero no le hemos cantado a Dios en la escuela, en la plaza, en el parlamento, arrinconando a Cristo por miedo al ambiente. (Beato Anacleto Gonzalez Flores)
La actual crisis de la Iglesia no es sino una crisis de Fariseísmo. ¿Dónde están son los fariseos hoy? ¿son acaso los que participan del rito extraordinario o del rito ordinario? De ninguna manera. El verdadero fariseo de hoy esta en el espíritu que parece animar aquellos que promueven una visión distorsionada de la Iglesia de Cristo, en los partidarios de la “hermenéutica de la discontinuidad”, los en apariencia mansos y tolerantes para con todo (menos para con la sana doctrina).
Muchos, han celebrado el pasado mes de julio, un siglo de la fundación del Partido Comunista Chino (PCCh), inclusive varios lideres occidentales han enviado sus saludos a Pekín, y hasta han participado con sendos discursos de una cumbre mundial organizado por el PCCh (como el del presidente Alberto Fernández de Argentina o el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, entre otros).
“Vienen los tiempos mas malos/
Que en este mundo se han visto/
Parecieran las señales/
Del tiempo del Anticristo” (Castellani)
Existe instalándose en nuestra sociedad una suerte de delirio colectivo en la que “lo que es” en realidad ya no cuenta para el juicio racional, sino que este se fundamenta a si mismo constituyéndose en regla y medida de todo. Las cosas ya no son lo que son, sino solo lo que yo quiero o “(auto) percibo” que son y esto elevando como mandamiento por el Estado: los molinos de viento han de ser considerandos y tratados por todos como gigantes sub-pena de ser reo de la justicia. Es una especie de dictadura contra la realidad, es la dictadura moderna de los “lunáticos”.
Es indudable que nos encontramos en un momento crucial de la historia. Ha quedado manifiesto, al menos para mí, que, para nuestro mundo moderno, nuestra actual sociedad, Cristo y su santa Iglesia sobran.