este texto es una reconstrucción histórica muy convincente de un raro tesoro que se halla en el corazón de la región de Le Marche (“las Marcas”; Italia): el santuario de Loreto. Inspirándose en una objeción hecha por e-mail por un joven llamado Federico, que se explayaba sobre la inutilidad de los milagros en apoyo de la Fe, y sobre la falta de fundamento en particular para hablar del milagro de Loreto, el profesor Nicolini le responde con un libro, donde reporta una documentación detallada del evento en cuestión.
Refutando meticulosamente las hipótesis erróneas y falsas, esforzándose en la búsqueda continua de hechos auténticos, explorados a través de fuentes históricas y arqueológicas, el libro ofrece un valioso servicio a la verdad. El libro demuestra, de hecho, con referencias precisas y “pruebas” históricas, arqueológicas y científicas reales, la efectiva “veracidad histórica” de la Traslación milagrosa de la Santa Casa de Nazaret hasta Loreto, entre los años 1291-1296.
En esos años, ocurrieron varios eventos milagrosos, “por voluntad divina”, a través del “ministerio angélico”, a través de diversas etapas en “varios lugares”.
La traslación original comprobada se verifica en Tersatto, Dalmacia, en 1291; luego en Ancona, en 1295; después en Recanati, en el bosque que pertenece a una señora llamada “Loreta” (de ahí el nombre actual de “Loreto”); luego, nuevamente, en una granja de dos hermanos que comenzaron a disputar entre ellos, y finalmente en la vía pública, donde se encuentra aún hoy.
La estadía en Ancona, en particular, está documentada por varias lápidas y por la construcción de tres iglesias realizadas específicamente para celebrar el prodigio: El área actual de Ancona de Posatora (de “posat et ora”), por ejemplo, deriva su nombre de la Santa Casa que Nuestra Señora se dignó de posar en ella durante nueve meses, como en un útero. La verdad de todas esas etapas es atestiguada por testigos oculares de la época, quienes transmitieron los detalles de dichas circunstancias extraordinarias tanto oralmente como por escrito, como se puede ver en los archivos, recibiendo la aprobación de los obispos y los papas.
Conociendo la prudencia y la circunspección con que la Iglesia tamiza estos milagros, puede fácilmente deducirse su indiscutibilidad una vez que han sido “aprobados”. Esta tesis es respaldada por el autor con precisión científica y lógica irrefutable.
Últimamente, la naturaleza milagrosa de la traslación está siendo desacreditada y la hipótesis de un transporte humano de las reliquias sagradas, llevada a cabo por una tal familia “de Angelis”, en calidad de dote o regalo de bodas, está más de moda.[1] El profesor Nicolini demuestra lo absurdo de esta hipótesis, ya que es imposible para los hombres transportar paredes enteras de una casa en múltiples lugares, y que se ha comprobado que pertenecen exclusivamente a Tierra Santa. Además, la ubicación final de la Santa Casa en sí misma habla de un “milagro”; de hecho, fue colocada en una vía pública, sin fundamentos, con una parte suspendida en el vacío de una zanja. ¿Qué mente humana podría haber siquiera imaginado diseñar tal paradoja? Este libro es, por lo tanto, un tributo obediente a un milagro de inmenso volumen y un viaje alrededor de un misterio tan inescrutable que tuvo lugar entre esos Muros Sagrados, donde la Virgen recibió el anuncio angelical y la Palabra de Dios se hizo carne.
Es algo que emociona de sólo pensar en ello, especialmente por el gran privilegio que hemos recibido del cual ni siquiera caemos en la cuenta, como es tener en nuestra risueña tierra de las Marcas aquello que el Santo Padre Juan Pablo II no dudó en definir como “el santuario más grande” del cristianismo.
[1] Esta es también la posición oficial de los responsables del santuario, especialmente R.P. Giuseppe Santarelli, como puede verse en: La santa casa di Loreto: tradizione e ipotesi; ed. Lauretane, Loreto 2006.
Otra fuente de información sobre Loreto a cargo del prof. Nicolini: www.lavocecattolica.it
El P. Carlos D. Pereira es sacerdote del Instituto del Verbo Encarnado, al cual ingresó desde su fundación, en 1984. Fue ordenado sacerdote el 8 de diciembre de 1990. Es licenciado en Exegesis de Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico de Roma (1995) y doctor en Teología Bíblica por la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino de la misma ciudad (2004).