Extracto de un documento redactado en París en Noviembre de 1947 y titulado de la misma manera.
Recuerda siempre: que te amo y te amaré hasta la locura en cualquier momento y pese a tus debilidades que no quieres, pero que cometes. Por lo tanto, jamás, jamás, jamás, la menor duda de que por una infidelidad tuyas se debiliten mis promesas; jamás ¿estamos? De otro modo, herirás mi Corazón en lo más íntimo
«¡Quiero reinar!», «¡Sí, reinaré por mi Sagrado Corazón, lo prometo!». La Entronización es un apostolado social, organizado con el fin de realizar en la familia, y por esta en la sociedad, esa palabra soberana… la entronización trabaja para que esa afirmación inefable, «Reinaré por mi Corazón», sea un hecho consumado y una dichosa realidad, hoy en el hogar, y mañana en la sociedad y en la nación.
En su carta al padre Mateo, el Papa Benedicto XV consideraba tres plagas que destruyen la familia: «El divorcio, que quebranta la estabilidad; el monopolio de la enseñanza, que elimina la autoridad de los padres; la búsqueda del placer, que con frecuencia se opone a la observancia de la ley natural».
No hay nada sobre la Tierra que dé más gloria a Dios que el Santo Sacrificio de la Misa. No hay ninguna otra acción en el mundo que se deba realizar con mayor respeto, atención y devoción.
En este misterio, todo es grandioso. El poder que Dios muestra en la Misa es infinito, un amor sin límites, una paciencia extrema. «En la Eucaristía se vuelve a hacer presente, real y verdaderamente, el sacrificio de la Cruz, el sacrificio real e incruento de la misma víctima inmolada en el Calvario, que se ofrece a sí mismo al Padre como holocausto en expiación por nuestros pecados.
Amor y confianza son por lo tanto las alas con que el alma se lanza a los más audaces vuelos y se remonta victoriosa sobre todas las cimas. Si la confianza disminuye, también el amor languidece y el alma se arrastra.
es el mismo Jesucristo que ha escogido el viernes para que se le honre de modo especial y nos ha hecho saber cuánto le agrada
Jesús está siempre real y corporalmente en medio de nosotros por medio del Santísimo Sacramento de la Eucaristía. La Iglesia es como un inmenso Belén, donde el Rey de los cielos, oculto y cubierto bajo pobres apariencias, es adorado, reconocido, amado y servido por los ángeles y los corazones fieles.
Ya entonces comenzó a unir en sí mismo a dos paredes que traían distinta dirección, guiando a los pastores de Judea y a los magos de Oriente para hacer en sí mismo, de los dos, un solo hombre nuevo, estableciendo la paz; paz a los de lejos y paz a los de cerca. De aquí que unos, acercándose desde la vecindad aquel mismo día, y otros, llegando desde la lejanía en la fecha de hoy, han marcado para la posteridad estos dos días festivos; pero unos y otros vieron la única luz del mundo.
No se trata de un simple aborrecimiento, pues éste lo siente Lucifer hacia todo lo que es santo, sino de aborrecimiento extraordinario, a juzgar por el número de veces que lo repite Santa Margarita María, y la forma enérgica de expresarse.
«Me parece que el demonio teme extremadamente el cumplimiento de esta buena obra (la primera imagen del Corazón de Jesús), por la gloria que ha de dar al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, con la salvación de tantas almas como la devoción a este amable Corazón obrará, mediante aquellos que se consagraren a El del todo para amarle, honrarle y glorificarle».
Mi misión era presentar a la Iglesia en su primera edad una sola palabra acerca del Verbo increado de Dios Padre, que bastase hasta el fin del mundo para satisfacer la inteligencia de toda la raza humana sin que nadie, sin embargo, llegase nunca a entenderla en toda su plenitud. Pero publicar la suavidad de estos latidos estaba reservado para los tiempos modernos, a fin de que al escuchar tales cosas el mundo, ya senescente y entorpecido en el amor de Dios, se torne otra vez a calentar