Perdonad, y seréis perdonados
Dos consideraciones nos harán más fácil pedir a Dios que nos ayude a perdonar a los demás. Debemos recordar las muchas faltas propias que Él
Dos consideraciones nos harán más fácil pedir a Dios que nos ayude a perdonar a los demás. Debemos recordar las muchas faltas propias que Él
Comprometerse con obras de apostolado, esa es una señal que un laico quiere ser santo. No solo los sacerdotes, religiosas y algunos de “los de
Muchos están acostumbrados a escuchar homilías, a ver conferencias en Youtube o a formarse usando los medios digitales. Aunque pueden ser bien usado, muchas veces
Recordamos estas hermosas palabras de San Juan Pablo II en la Misa concelebrada con los nuevos cardenales en 1998. «Tú eres Pedro y sobre esta
El propósito del Bautismo del Señor era el mismo que el de su nacimiento; identificarse con la humanidad pecadora. ¿Acaso no había prometido Isaías que Él sería, “contado con los transgresores”? En efecto, nuestro Señor estaba diciendo: “Consiente que se haga esto; no te parece conveniente, pero en realidad está en completa armonía con el propósito de mi venida” De este modo, Cristo no sería una persona particular, sino el representante de la humanidad pecadora, aunque Él mismo era sin pecado.
Todo israelita que se acercaba a Juan hacía confesión de sus pecados. Es evidente que nuestro Señor no hizo ninguna clase de tales confesiones, y el mismo Juan admitió que no tenía necesidad de ello. No tenía ningún pecado de que arrepentirse ni que lavar. Pero, con todo, se estaba identificando con los pecadores. Cuando descendió al Jordán para ser bautizado, fue uno más con los pecadores. El inocente puede participar del peso que ha de soportar los delincuentes. Si un esposo es reo de un crimen, de nada sirve decirle a su esposa que no se preocupe, o que no le incumbe a ella. Es igualmente absurdo decir que nuestro Señor no debía haber sido bautizado porque carecía de culpa personal. Si tenía que identificarse con la humanidad hasta el extremo de llamarse a sí mismo el “Hijo del hombre”, tenía que compartir la culpa de la humanidad. Y éste fue el bautismo que recibió de Juan.
Hace pocos días celebramos la fecha en que el Señor nació de los judíos; hoy celebramos aquella en que fue adorado por los gentiles. La salvación, en efecto, viene de los judíos; pero esta salvación llega hasta los confines de la tierra, pues en aquel día lo adoraron los pastores y hoy los magos. A aquéllos se lo anunciaron los ángeles, a éstos una estrella. Unos y otros lo aprendieron del cielo cuando vieron en la tierra al rey del cielo para que fuese realidad la gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. Tal es, en efecto, nuestra paz, quien hizo de los dos uno. Por eso este niño nacido y anunciado se muestra como piedra angular; ya desde su mismo nacimiento se manifestó como tal. Ya entonces comenzó a unir en sí mismo a dos paredes que traían distinta dirección, guiando a los pastores de Judea y a los magos de Oriente para hacer en sí mismo, de los dos, un solo hombre nuevo, estableciendo la paz; paz a los de lejos y paz a los de cerca. De aquí que unos, acercándose desde la vecindad aquel mismo día, y otros, llegando desde la lejanía en la fecha de hoy, han marcado para la posteridad estos dos días festivos; pero unos y otros vieron la única luz del mundo.
TEXTOS LITÚRGICOS [accordions title=”TEXTOS LITÚRGICOS”] [accordion title=”LECTURAS” load=”hide”]No era posible que la muerte tuviera dominio sobre Él Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2,
Supliquemos a la Virgen gloriosa, que tan alegre y regocijada está el día de hoy que nos alcance la gracia, diciéndole: Ave Maria.
Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado. Ha resucitado; no está aquí. Estas palabras son las que un ángel, enviado por Dios a dar testimonio de la resurrección de Cristo, dirigió a unas mujeres que habían ido al sepulcro a buscar al Salvador difunto. Y quiso decirles que no buscasen entre los muertos, al que ya vivía para siempre, pues había resucitado.
Homilía diaria para el Viernes Santo: la cátedra del amor. P. Tristán Gelonch, IVE “La cátedra del amor” Evangelio según San Juan 18,1-40.19,1-42.