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Dice San Alfonso Ma. de Ligorio, que hay tres cosas que hacen temer el momento de nuestra muerte: el apego a la tierra, el remordimiento de los pecados y la incertidumbre de la salvación. Pero, así como nuestros apegos pueden llegar a causar semejantes amarguras, de modo contrario, el desprendimiento de los bienes terrenos, la buena conciencia del alma en gracia, y la esperanza de la gloria eterna, dan la paz y la fuerza al alma que vive de la fe en el Hijo de Dios.

No hacen aún cinco años, que en una de las recreaciones que hacemos en el Monasterio, una de las hermanas (Ma. Inmaculada de Luján I.), nos pedía oraciones por su prima María Inés (Ine), que acababa de morir. En esa ocasión, nos mostró algunas fotos y contó un poco de cómo había llevado la enfermedad.

Todas quedamos muy edificadas por el ejemplo de esta joven de apenas 19 años, y desde entonces nos parecía que su testimonio podría ayudar a muchos a recordar que ésta vida es siempre muy breve y que tenemos que aprovecharla del mejor modo, es decir: abrazando en todo momento la Voluntad de Dios para cada uno de nosotros, fuente de la mayor paz y felicidad, anticipo del Cielo.

 

Con éste deseo, comparto con vosotros unas breves reflexiones a partir de algunos de los últimos mensajes escritos por Ine a sus amigas, desde el descubrimiento de su enfermedad hasta el día anterior a su partida, y que esperamos puedan ayudar, aunque sea de un modo tan sencillo, a estimar cada vez más, la obra de la gracia en las almas y a agradecer que en Cristo nuestra vida también está llamada a ser Eterna!…

 CREO EN LA VIDA ETERNA

Sin fe en la vida eterna, sin la esperanza en el auxilio de Dios para alcanzarla, sin la gracia de nuestro Señor que transforma nuestras almas y las une a Él por la caridad, el momento más importante de nuestras vidas, es decir, el instante decisivo de nuestra muerte, se nos haría imposible de llevar.

Sin embargo, el testimonio de los santos nos conforta y nos revela, por así decirlo, que podemos ciertamente esperar contra toda esperanza, pues Dios no nos falla, y nos ha dado en Cristo, en María y en los sacramentos, por los que nos llega su gracia; todo lo que necesitamos para confiar en el auxilio poderoso de Dios, que llevaba incluso a algunos de ellos a exclamar: “el día de mi muerte será el día más feliz de mi vida!”

En uno de los mensajes que envió Ine a sus amigas ya desde el principio de su enfermedad, podemos ver la entereza y abandono en las manos de Dios y a su Voluntad para todo lo que pueda significar, así como el ideal de santidad al que se ve llamada:

22/10/19 Mensaje a sus amigas

… Bueno siempre hay que ir con la verdad ¿no? Es duro pero es lo que Dios me pide en mi vida. Y como ya nos enseñaron tanto en este gran colegio del cual voy a estar eternamente agradecida, mi tan querido Etcheverry Borneo, si Dios nos pone obstáculos en la vida son para algún día llegar a santitas al Cielo, a estar con Jesús y abrazarlo bien fuerte y nunca dejarlo, el regalo más lindo que nos espera a todos.

… es una enfermedad bastante dura pero que la acepto con una sonrisa muuuy grande. Esta enfermedad que me toca es cáncer de sangre, tengo leucemia. Algo que jamás me iba a esperar que me tocara, pero bueno Dios lo quiere así y lo acepto y me entrego en sus manos, en sus manos de Padre que me quiere y me cuida acá al lado mío y adentro mío.

No estén tristes, es largo y duro pero yo lo acepto.

…Pero como dije antes, Dios quiere esto para mí y lo acepto. Fuerza para todas y sepan que yo siempre estoy con una sonrisa muy grande…

En su enfermedad, María Inés, como aquella nube incontable de testigos de la que habla San Pablo, que nos precedieron en la fe, fue capaz, por su docilidad a la gracia de Dios, de renunciar a éste mundo y a todos los bienes terrenos, aunque amaba mucho a los suyos, pero ante la llamada de Dios, puso los ojos en Jesucristo y confiando en su Palabra y en espera de su cumplimiento, pasó a través de muchas pruebas, y se dirigió a la muerte con la dignidad de una Esposa… (como ella misma se dibujara entrando en el Cielo).

Ese desprendimiento progresivo de todas las cosas, junto con un amor al designio de Dios sobre ella, la preparó para dar el gran salto en la fe, en el abandono en las manos Misericordiosas del Padre con paz, manifestado en un deseo cada vez más creciente del Cielo…

15/9/20 mensaje a sus amigas el día siguiente de su cumpleaños, cuando estaba empezando el trayecto final

… Yo les conté el otro día que me volvió la leucemia. Ahora lo que sigue es abandonarme nuevamente en los brazos de Jesús en esta nueva etapa. Estoy con una completa paz y no paro de pensar en el día en que Jesús me quiera llevar al Cielo que es lo que más quiero. La verdad es que no se sabe cuánto es el tiempo que me queda acá en la tierra, depende de Jesús, cuando me quiera llevar. Pero yo estoy muy tranquila porque para Él nacemos, vivimos y existimos. Y nuestro fin último en la tierra es llegar al Cielo.

Pero no estén tristes por favor, yo estoy muy feliz y tranquila. Lo que sí es que les voy a pedir un gran favor, recen, y recen mucho para que cuando sea, la Virgen me lleve a los brazos del Padre en el Cielo. Y yo les hago una promesa, las voy a cuidar tanto pero tanto que me van a sentir cerquita todo el tiempo y no me van a extrañar.

No dejen de rezarle a Chiara Luce y al Padre Etcheverry…

No hacía mucho tiempo que Ine y su madre habían asistido a una conferencia dada por la mamá de la misma Beata Chiara Luce, aún cuando ni siquiera se hubiera podido pensar que éstas dos almas habían sido llamadas a dar gloria a Dios con la enfermedad…y en plena juventud el Señor las uniría a Él mediante la ofrenda total de sí mismas.

Y el Esposo no se haría esperar…

Último mensaje, un día antes de morir 4/11/20.

Chicas, muy prontito me voy a ir al Cielo. No se olviden que desde ahí las voy a estar cuidando siempre…Ya llegará el día en que estaremos todas juntitas en el Cielo.

Las quiero muchísimo.

Al mediodía del 5/11/2020 murió Ine

 

Queridos todos, sin comparación resulta la alabanza que hace el apóstol San Pablo, de nuestros padres en la fe, que por esperar en las promesas de Dios y por aspirar a una “Patria mejor”, la celestial, estuvieron dispuestos a abandonarlo todo, incluso la propia vida; y aunque es verdad, que en muchos de ellos, la gloria de la fe, se manifestó en poder y fortaleza admirables… (Hb 11, 33) pues “por ella sometieron reinos, administraron justicia, cerraron la boca a leones, apagaron la violencia del fuego, escaparon al filo de la espada, curaron de sus enfermedades, fueron valientes en la guerra”… no menor fue la gesta de aquellos, que por la misma fe, soportaron hasta el heroísmo su debilidad y aceptaron toda clase de muerte con tal de permanecer fieles a las promesas.

Es sobre ésta segunda parte de la palabras del Apóstol, donde ahora nos podríamos detener, ya que el misterio de la Cruz, es parte central de nuestra fe, el cual da el sentido más radical a nuestros ofrecimientos y a nuestra entrega de cada día, por lo que continúa San Pablo: “otros, fueron torturados rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor, otros soportaron la prueba de burlas y azotes, de cadenas y prisiones…hombres de los que no era digno el mundo…y todos ellos, aunque alabados por su fe, no consiguieron el objeto de las promesas, porque Dios tenía dispuesto algo mejor para nosotros, de modo que no llegaran ellos sin nosotros a la perfección”.

¡Qué profundidad y qué misterio de Misericordia!, pues es Cristo (Hb 12,2) el autor y consumador de nuestra fe, y en Él también nuestra entrega y sacrificios pueden alcanzar una perfección que supera todas las fuerzas de nuestra débil naturaleza.

Por eso, también nosotros con el ejemplo de María Inés y el de tantos hermanos nuestros, animémonos a pasar a través de los sufrimientos y pruebas que Dios disponga, como lo hicieron los santos, abrazando la cruz con la alegría que solo puede dar la fe y el amor a Nuestro Señor; por el bien de nuestros hermanos, por su conversión, por la paz en el mundo la cual no se puede alcanzar sin antes convertir enteramente nuestro corazón a Dios.

A María Santísima, pidamos que en todos nosotros la gracia de Dios llegue a la perfección y que la fe en la Vida Eterna que Cristo ya nos ha ganado con su Muerte y Resurrección, nos conceda la fuerza para perseverar en el bien durante toda nuestra vida, alcanzando especialmente la última de las gracias: la de una santa muerte!.

Unidos en los Corazones de Jesús y María.

Hna María al pie de la Cruz+

 

 

 

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