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“Todas las afecciones que el alma tiene en las criaturas son delante de Dios puras tinieblas, de las cuales, estando el alma vestida, no tiene capacidad para ser ilustrada y poseída de la pura y sencilla luz de Dios, si primero no las desecha de sí, porque no pueden convenir la luz con las tinieblas; porque, como dice San Juan (1, 5): Tenebrae eum non comprehenderunt, esto es: Las tinieblas no pudieron recibir la luz. Para que probemos mejor lo dicho, es de saber que la afición y asimiento que el alma tiene a la criatura iguala a la misma alma con la criatura, y cuanto mayor es la afición, tanto más la iguala y hace semejante, porque el amor hace semejanza entre lo que ama y es amado. Y así como no comprehende a la luz el que tiene tinieblas, así no podrá comprehender a Dios el alma que en criaturas pone su afición” (Subida al Monte cap 3, 1 y 3).

Así afirma el Doctor Místico a decir que, si ponemos el corazón en las criaturas, ellas nos impiden la unión con Dios. San Luis María Grignon de Montfort nos dirá que hay una sola criatura en este mundo que será el medio seguro para llegar a la unión con Dios, que es María Santísima, y lo dice con estas palabras: “Esta devoción es un medio seguro para ir a Jesucristo. Efectivamente, el oficio de la Santísima Virgen es conducirnos con toda seguridad a Jesucristo, así como el de éste es llevarnos al Padre eterno con toda seguridad. No se engañen, pues, las personas espirituales creyendo falsamente que María les impida llegar a la unión con Dios. Porque ¿será posible que la que halló gracia delante de Dios para todo el mundo en general y para cada uno en particular estorbe a las almas alcanzar la inestimable gracia de la unión con Él? ¿Será posible que la que fue total y sobreabundantemente llena de gracia y tan unida y transformada en Dios que lo obligó a encarnarse en Ella impida al alma vivir unida a Dios? Ciertamente que la vista de las otras creaturas, aunque santas, podrá, en ocasiones, retardar la unión divina, pero no María, como he dicho y no me cansaré de repetirlo. Una de las razones que explican por qué son tan pocas las almas que llegan a la madurez en Jesucristo es el que María –que ahora como siempre es la Madre de Cristo y la Esposa fecunda del Espíritu Santo– no está bastante formada en los corazones. Así, la excelsa María, toda transformada en Dios, lejos de obstaculizar a los perfectos la llegada a la unión con Dios, es la creatura que nos ayuda más eficazmente en obra tan importante. Y esto en forma tal que no ha habido ni habrá jamás persona igual a Ella, ya por las gracias que para ello nos alcanzará –pues, como dice un santo, “nadie se llena del pensamiento de Dios sino por Ella” –, ya por las ilusiones y engaños del maligno espíritu, de los que Ella nos librará” (Tratado de la verdadera devoción n° 164-165).

Siendo entonces María la única criatura que nos conduce a Dios, debemos tener los ojos fijos en esta Estrella del Mar, sin mirar ni a la derecha ni a la izquierda, es decir, sin ir buscando otros apoyos. Nos ayuda a entender esto San Juan de la Cruz en su tercera canción del Cántico Espiritual:

“Buscando mis amores

Iré por montes y riveras

Ni cogeré las flores

Ni temeré las fieras

Y pasaré los fuertes y fronteras”

En el verso: “Ni cogeré las flores” explica esto que venimos diciendo:

“[…]Ni cogeré las flores.

Por cuanto, para buscar a Dios se requiere un corazón desnudo y fuerte, libre de todos los males y bienes que puramente no son Dios, dice en el presente verso y los siguientes el alma, la libertad y fortaleza que ha de tener para buscarle. Y en éste dice que no cogerá las flores que encontrare en este camino, por las cuales entiende todos los gustos y contentamientos y deleites que se le pueden ofrecer en esta vida, que le podrían impedir el camino si cogerlos y admitirlos quisiese, los cuales son en tres maneras: temporales, sensuales, espirituales.

Y porque los unos y los otros ocupan el corazón y le son impedimento para la desnudez espiritual (cual se requiere para el derecho camino de Cristo), si reparase o hiciese asiento en ellos, dice que, para buscarle no cogerá todas estas dichas cosas. Y así, es como si dijera: ni pondré mi corazón en las riquezas y bienes que ofrece el mundo, ni admitiré los contentamientos y deleites de mi carne, ni repararé en los gustos y consuelos de mi espíritu, de suerte que me detenga en buscar a mis albores por los montes y riberas de las virtudes y trabajos. Esto dice por tomar el consejo que da el profeta David (Sal. 61, 11) a los que van por este camino, diciendo: Divitiae si affluant, nolite cor apponere, esto es: Si se ofrecieren abundantes riquezas, no queráis aplicar a ellas el corazón. Lo cual entiende así de los gustos sensuales como de los más bienes temporales y consuelos espirituales.

Donde es de notar que no sólo los bienes temporales y deleites corporales impiden y contradicen el camino de Dios, mas también los consuelos y deleites espirituales, si se tienen con propiedad o se buscan, impiden el camino de la cruz del Esposo Cristo. Por tanto, el que ha de ir adelante conviene que no se ande a coger esas flores”

María, como tierna Madre, no sólo conduce a sus hijos devotos hacia Dios, sino que también los protege contra los malos caminos y contra los enemigos: “María, estrella del mar, conduce a todos sus fieles servidores al puerto de salvación. Les enseña los caminos de la vida eterna. Les hace evitar los pasos peligrosos. Los lleva de la mano por los senderos de la justicia. Los sostiene cuando están a punto de caer. Los levanta cuando han caído. Los reprende, como Madre cariñosa, cuando yerran, y aun a veces los castiga amorosamente. ¿Podrá extraviarse en el camino de la eternidad un hijo obediente a María, quien por sí misma le alimenta y es su guía esclarecida? “Siguiéndola –dice San Bernardo– no te extravías”. ¡No temas, pues! ¡Ningún verdadero hijo de María será engañado por el espíritu maligno! Donde María es la conductora, no entran ni el espíritu maligno con sus ilusiones, “¡Si Ella te sostiene, no caerás!” (Tratado de la verdadera devoción n° 209).

Y terminando San Luis María de hablar de María como camino seguro, encontramos un resumen y una semejanza increíble con el verso sanjuanista del Cántico Espiritual:

“Es, finalmente, camino seguro, que, de manera directa y segura, sin desviarnos ni a la derecha ni a la izquierda, nos conduce a Jesucristo y a la vida eterna” (Tratado de la verdadera devoción n° 168).

Sigamos entonces el maravilloso consejo del santo: “Entremos, pues, por este camino y avancemos en él, día y noche, hasta la perfecta madurez en Jesucristo” (Tratado de la verdadera devoción n° 168).

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Comentarios 1

  1. María Victoria Cano Roblero dice:

    Muestra madre es la guía y modelo de humildad para alcanzar o llegar a Jesús.

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