Ushetu, Kahama, Tanzania, 1 de octubre de 2021
Creo que por más que escriba esta crónica con muchos detalles, me parece imposible poder expresar la alegría que vivimos en nuestra misión de Ushetu el sábado pasado, 25 de septiembre. Parecía la clausura de una misión popular, por la cantidad de sacramentos que se administraron: 35 bautismos, 37 confirmaciones, ¡y 24 casamientos! Sí, increíble realmente haber celebrado 24 casamientos en una sola misa.
La historia de este gran acontecimiento nos ha sorprendido a todos, porque realmente no lo esperábamos, ni lo habíamos planificado así nosotros… al menos, algo tan multitudinario. Hace un par de meses, mientras charlábamos con los otros padres sobre nuestra misión, y de diversas cosas que debíamos hacer para seguir propiamente en el trabajo misionero, veíamos que mucha gente no se casaba por iglesia porque no tenían posibilidad de hacer una fiesta grande en su casa. Es tradición entre nuestra gente, aunque son pobres en general, y muy sencillos en su vida de agricultores y campesinos, que quieran hacer una gran fiesta de casamiento. Cuando decimos “gran fiesta”, no pensemos en lo que sería en nuestras tierras, tal vez con salones, y servicios de comida, etc. La comida de fiesta aquí es siempre la misma, y festejan en las casas, poniendo toldos, y alquilando sillas. Pero ciertamente que como es un evento social, vienen muchos vecinos de la aldea, y también vienen muchos familiares y conocidos de otros lados. En este punto es donde se complica el asunto para los más pobres, y entonces prefieren no casarse, para no tener que invitar, o no poder atender bien a los que asistan.
Cuando vimos esto, se nos ocurrió invitar a todos los que deseen, a casarse en la iglesia parroquial, en la aldea donde vivimos, y aquí mismo en la parroquia hacer una gran fiesta. Cuando en la reunión con los líderes y catequistas de todas las aldeas dimos el aviso, explotó un aplauso. Creo que desde allí nos comenzamos a dar cuenta que sería algo grande. Nos alegró saber que fue realmente una “idea inspirada”. Desde entonces se aceleraron muchos cursillos de casamientos, puesto que algunos de los matrimonios provenían de aldeas lejanas, de hasta casi 25 km de distancia. Muchos de los novios y novias no estaban bautizados, otros sí bautizados, pero no tenían el sacramento de la confirmación. La preparación fue muy buena, gracias a la ayuda de los catequistas, que los reunían más de una vez a la semana, y así en cuatro meses se fueron preparando muy bien.
Se comenzó a hacer casi “contagioso”, y así de algunas aldeas vinieron varias parejas, y la gran mayoría se trataba de relgularización de matrimonio. También nos alegramos ante algunos matrimonios de personas mayores, después de haber vivido más de 25 o 30 años sin recibir el sacramento del matrimonio, y por ende, sin recibir los demás sacramentos de la confesión y la eucaristía.
Como Dios nos mostraba que sería un gran apostolado… mucho bien en las almas, nos preparamos a lo grande, con todo lo que hace falta para que sea una verdadera fiesta de casamiento, y (humildemente lo decimos) otra vez hemos acertado, puesto que realmente fue un apostolado inmenso. Hicimos una comisión de los festejos, pedimos una pequeña colaboración a los que participarían, alquilamos carpas en la ciudad, el coro se preparó debidamente y se juntaron 60 personas de tres aldeas, compramos regalos, las hermanas hicieron una torta, en fin… todo. Como nos han enseñado desde el tiempo de formación, no sólo con palabras, sino con ejemplos… aquí vale la pena invertir, en estas cosas. ¡Cuántas veces se han hecho misiones populares costeadas casi totalmente por nuestros párrocos, que a su vez no tenían ni un peso! Y cuántos campamentos del estudiante, jornadas de la juventud, y hasta convivencias de las casas de formación… Nuestros formadores siempre nos enseñaron la generosidad y la confianza en la providencia. En unión con las hermanas Servidoras y los padres del IVE logramos costear los gastos que no cubrían los aportes de la gente.
La tarde anterior al casamiento fueron llegando todos para la confesión, incluyendo los padrinos. Al día siguiente, bien temprano, en la iglesia hicimos la ceremonia de los bautismos, de adultos y de niños. En Tanzania está la norma de que el que se va a casar, si no está confirmado, se le debe administrar este sacramento, así que acto seguido, confirmaciones para 37 de los futuros esposos y esposas. Lamentablemente, en la víspera, se debió suspender uno de los matrimonios porque falleció el papá de una de las novias. Así que se fueron de inmediato a la aldea de ellos, y Dios mediante este matrimonio se celebrará el 16 de octubre. En otro caso, un hombre mayor, que durante muchos años había sido Moroviano, hizo la profesión de fe y el ingreso a la iglesia Católica. Esta ceremonia de bautismos, confirmaciones y profesión de fe, duró una hora y media. Luego descansaron, ellos y nosotros, y se prepararon para la misa de matrimonios.
La procesión de entrada comenzó a salir desde la iglesia a las 11:00 am, mas o menos, en dirección hacia el lugar donde estaban las carpas, y donde nos esperaban todos los fieles. La procesión era increíble, ya que adelante iban los monaguillos y unas 20 niñas de la infancia misionera, luego los 60 miembros del coro, y atrás de ellos las 24 parejas con sus respectivos padrinos… es decir… casi 100 personas más, y finalmente los sacerdotes.
La misa duró tres horas, pero damos gracias a Dios de que a pesar del gran calor del mediodía, al haberla hecho afuera del templo, había más lugar, y corría un aire agradable. A las 14:00 hs terminamos la misa. Con gran alegría y mucho jolgorio nos dirijimos al frente de la iglesia para la foto grupal… que era casi imposible. La fila de novios y novias se veía fantástica. Sabemos de muchos muy pobres, que pedían prestado sacos y pantalones… y algunas novias con vestidos prestados también. Pero todos estaban radiantes… se lo veía en sus rostros.
Bueno, y también llegó el momento esperado de los festejos, casi a las tres de la tarde y después de una ceremonia así de larga, se imaginan que había mucha hambre. Entraron todos los nuevos esposos nuevamente al lugar de las carpas, que ahora sería el lugar de los festejos. El coro les hizo un pasillo para entrar, mientras todos bailaban y cantaban. Realmente increíble.
Y la alegría era inmensa, puesto que si hay alegría en una fiesta de casamiento, se podrán imaginar lo que sería multiplcado 24 veces. Por algo Nuestro Señor usó tantas veces el ejemplo de las bodas para significar la alegría del cielo… entrar en la Gran Fiesta.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano IVE
Comentarios 1
Que el Señor les bendiga grandemente x su labor.