Ushetu, Tanzania, 1 de octubre de 2022
Comenzamos el mes de octubre, que aquí en Tanzania es el mes del rosario. Gracias a Dios, en tantos años de misión, se va logrando que nuestros feligreses le tomen más devoción y cariño a este mes y al rezo del santo rosario. Hoy había un nutrido grupo de niños, y de adultos, hombres y mujeres, algunos miembros de la Legión de María. Cada año se nota que participa más gente, y esperamos que durante el mes se siga aumentando el número. El santo rosario comienza a las 6:30 am, y es una gran ayuda el clima de estos lados, que a esa hora es muy agradable.
Pero al disponerme a escribir en esta noche del primer día del mes del rosario, más bien se me venían a la mente algunas reflexiones sobre el santo rosario en la vida de los misioneros y de los religiosos, y del cristiano en general. Es decir, no se tratará de una crónica propiamente dicha.
Podemos decir que el rosario es nuestro compañero de camino, pues siempre está presente. Presente cada día y a cada instante. Hablamos de él, lo rezamos, y lo tomamos en nuestras manos. Lo llevamos en nuestro hábito. Lo llevamos en nuestros vehículos. Lo llevamos en nuestras valijas, bolsos, mochilas…
Algunos rosarios tienen un significado especial para nosotros… pues algunos guardan relación con personas, o con hechos muy particulares. A veces guardamos con mucho cariño rosarios que usaron nuestros seres queridos. Tengo en una banqueta, que cumple la función de mesa de luz junto a la cama, un rosario que me regaló mi mamá cuando me venía por primera vez a Tanzania. Es un rosario misionero, de esos que tienen un misterio de cada color, para pedir por los misioneros de todos los continentes. Dentro de poco ése rosario cumplirá diez años en ese lugar.
Tengo también rosarios hechos por mi hermana (para los que no saben les cuento que es religiosa, de nuestra misma congregación). Ella los hace y de esta manera participa de la misión en Tanzania, mientras se encuentra en su actual misión, acompañando a nuestra madre en casa. Yo aprovecho a regalarlos, y especialmente a los enfermos que me toca visitar por estas zonas. A ellos les digo que los hace mi hermana, y les pido que recen por ella y por mi familia. Los rosarios de mi hermana tienen un significado muy especial.
Miro también, y veo un rosario que me regalaron cuando cumplí diez años de sacerdocio, mis primeros diez años. Quise conservarlo especialmente, como un signo de la perseverancia en el sacerdocio… y para que me mueva a dar gracias a la Virgen por su ayuda cada día para perseverar. Es un rosario grande, con cuentas de madera grandes, y con una cadena de alambre muy fuerte… grueso. Es un rosario para resistir los viajes, el maltrato, y las vicisitudes.
Pero también muchas personas cuando envían algún regalo, envían rosarios. Tengo un rosario de China, hecho con nudos “chinos”, y de cordón rojo… bien chino. Me lo envió de regalo una religiosa misionera en esas tierras. Hace unos días me llegó un denario de Costa Rica, muy hermoso. Y así podría contar que han enviado rosarios desde Brasil, para que regalemos y hagamos apostolado. También de Argentina… Cientos y miles de rosarios, para nuestra gente. Y de muchísimos lugares nos llegan rosarios. Regalamos rosarios, la gente los recibe con gran alegría y agradecimiento, y les pedimos que recen por nosotros.
Hay rosarios que hemos rezado, en momentos especiales, y que han quedado grabados en nuestra alma… tal vez en la agonía de un ser querido, acompañado sus últimos momentos. Algún rosario rezado en un viaje, o en las convivencias. ¡Cuántos rosarios en los atardeceres!
Recuerdo algunos rosarios en tierra de misión… en momentos de dificultades. Si me permiten, les cuento de uno que especialmente ha quedado grabado en mi alma. Un rosario en el santuario de la Virgen de El Cisne, en Ecuador. Estaba en mi segundo año de sacerdocio y de misionero. Nuestra parroquia, de Gualel, queda en la montaña, más arriba del santuario de El Cisne. Por lo tanto, cada vez que íbamos o veníamos desde la ciudad de Loja, pasábamos a pocos metros del santuario. Muchas veces no teníamos tiempo de detenernos, pero cuando se podía, aprovechábamos a visitar a “la Churonita”, como cariñosamente le llaman los lojanos a la Virgen, por su larga y ondulada cabellera. La saludábamos brevemente, una visita fugaz. Pero recuerdo que una vez, mientras pasábamos muchas dificultades en la misión, tuve la oportunidad de rezar un rosario al atardecer dentro del santuario, cuando el movimiento de ese lugar se va deteniendo, y me animo a decir que estaba solo en la enorme iglesia. Aproveché a rezarlo caminando por dentro del templo, prender algunas velas votivas, y gozar de una paz increíble que me animó muchísimo. Lo considero una gran gracia de la Virgen… ¡qué rosario aquél! Cada uno de nosotros podría hacer su lista interminable de rosarios rezados en lugares o momentos tan particulares.
El Santo padre Pío de Pietralcina lo llamaba “el arma más poderosa contra el demonio”. Siempre tenía el rosario en su mano. Rezaba entre quince y veinte rosarios por día. Aunque en una oportunidad, su superior le preguntó a la noche cuántos rosarios había rezado en ése día, y el padre Pio le respondió: “A usted que es mi superior le tengo que decir la verdad, hoy he rezado 34 rosarios”. El rosario en la vida de los santos, es una interminable lista de hechos prodigiosos.
En una ocasión mi hermano me dijo que el rosario es una oración especial para los momentos de dolor, particularmente para las personas que sufren la tristeza y angustia de perder un ser querido… que trae mucha paz al alma. Y que siempre hay que recomendar esta oración a los que sufren alguna pena profunda.
Por todo esto y mucho más, el rosario es el compañero de viaje de los misioneros. No es el fin de esta crónica escribir un tratado sobre el rosario, ni un sermón, ni una meditación. Tenemos grandes libros de santos donde nos nutrimos con sus enseñanzas. Tenemos la preciosa encíclica de nuestro Padre Espiritual, San Juan Pablo Magno, sobre esta materia. Tenemos las apariciones de la Virgen, donde ella nos insiste una y otra vez sobre la necesidad de rezar el rosario. No hace falta que lo recuerde ahora. Mi intención en este sencillo escrito es recordar cómo siempre el rosario está presente en nuestra vida cotidiana.
Nuestro fundador nos repetía unas palabras que se grabaron en mi alma en el tiempo de formación. Nos decía que el misionero siempre tendrá en la misión el Sagrario y la Virgen. Y por eso no debe temer nada. Tendremos siempre la misa y el rosario. Allí encontraremos siempre la fuerza y la luz para seguir adelante.
Así pues, el rosario, es nuestro compañero de viaje… hasta el cielo.
¡Firmes en la brecha!
¡Viva la Virgen!
P. Diego Cano, IVE
Comentarios 3
Padre Diego,, le escribo de Monterrey, Nuevo León en México, gracias por compartir sus experiencias y vida en la misión, no cabe duda que en ellas se vive una experiencia de vida con el mismo Jesús. Gracias!, mil gracias por todo lo que nos cuenta!… no siempre tengo el tiempo de leerlas completas, pero cada vez que lo hago experimento cómo Dios se manifiesta en todo lo que se vive en la misión, y debo confesarle que también siento tristeza por no poder hacer más.. ojala algún día pudiéramos hablar del tema. Le mando un fraternal abrazo y mi constante oración por usted, su comunidad y toda la misión.
Dios le bendiga!
Luis Carlos
Muy cierto lo que usted dice padre cuando me alejé de mi país (aunque no estaba muy bien visto llevar el Rosario en la mano) fue la fuerza que necesitaba y la hermosa compañía que tuve durante varios años , rezarlo y meditarlo cada día es el gran regalo que le otorgo a nuestra madre la virgen María.Gracias por su relato Dios o bendiga hermosa su misión 🙏🙏🙏
Lo felicito P. Diego Cano, el Santo Rosario nos da esa fuerza para seguir adelante .Saludos y bendiciones para todos. 🇵🇪