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Tengo para contarles que tuvimos un encuentro entre los miembros del Sagrado Corazón de las parroquias de Ushetu y Kangeme. Los mismos miembros que pertenecen este grupo en la parroquia de Ushetu, decidieron ir a visitar a los de Kangeme. Fue una muy linda actitud, pues ellos mismos aportaron dinero cada uno para el viaje de ida y vuelta desde Ushetu a Kangeme, y los miembros del grupo de Kangeme prepararon todo para recibirlos desde el jueves al mediodía hasta el viernes a la tarde. El jueves aprovecharon a rezar juntos en la iglesia, ante el tabernáculo, y terminaron luego de la cena con las oraciones de la noche y algunos cantos. El viernes por la mañana, primer viernes de mes, expuse el Santísimo Sacramento, y mientras rezaban el rosario, me puse a confesar, para que tengan la oportunidad de cumplir con la confesión y comunión de los nueve primeros viernes. Luego de un buen rato de confesiones, la bendición eucarística, y la santa misa. Entre todos los miembros creo que eran casi sesenta, un muy buen número.

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Destaco especialmente la devoción de este grupo, porque la misa fue muy bien participada, y de manera particular me llamó la atención lo atentos que estuvieron durante el sermón. Estoy aprovechando a ir predicando cada viernes sobre el Sagrado Corazón, usando el libro de “La Devoción al Sagrado Corazón”, del P. Jean Croisset. Cada semana traduzco una página, mas o menos, sin mucha rigurosidad, para poder ir explicándoles y meditando sobre esta devoción. En particular este primer viernes tocaba hablar de “las señales de la tibieza” en la práctica de esta devoción. Aproveché a darles un sermón más largo, para que les sirviera de meditación, y en verdad que les gusta así, y lo agradecen mucho. Yo pensaba en lo grandioso de esta devoción, y especialmente en lo bueno que es que podamos ayudarles a profundizar en esto. Me alegro de que puedan escuchar un sermón sobre un tema de espiritualidad, y que lo escuchen comprendiendo, y con gusto. Me da alegría pues me muestra que a pesar de la sencillez, se va viendo un avance en ellos.

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Como siempre me gusta también destacar algunos muy buenos ejemplos que nos dan algunos de ellos, ejemplos de verdadera devoción. Y en realidad me cuesta darles a ustedes una idea exacta de lo que significa que algunos de ellos vienen de algunas aldeas a más de 15 kilómetros, y varios vienen caminando y se regresan caminando a sus casas. Otros hacen el sacrificio de venir en bicicleta, y otros el sacrificio de tener que pagar el viaje en moto, y que para muchos es un sacrificio grande. Tengamos en cuenta también que muchos de los caminos son muy malos, son todos de tierra y en tiempo de lluvias están en muy mal estado. Sumemos el calor y el polvo, y todo eso nos da a comprender tal vez un poco lo que significa que lleguen estos devotos del Sagrado Corazón hasta la parroquia.

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Al momento de regresar me fui hasta Ushetu para buscar el bus, y de esa manera poder aliviarles un poco el viaje. Estaban super agradecidos por esto, y vinieron cantando todo el viaje. No dejaban de agradecer cada uno de ellos antes de bajarse.
Pero aún más destaco el caso de una cieguita que viene desde la aldea de Nyasa. Viene acompañada de otra señora que la guía todo el tiempo. La aldea de Nyasa queda a 20 kilómetros de Ushetu, y en el medio hay un río que deben cruzar en botes hechos con corteza de árboles. Y desde Ushetu hasta Kangeme, hay otros 20 kilómetros, que los hicieron con el resto del grupo en vehículos. Pero se imaginan lo que ha sido para ellas participar de estos dos días de oración, charlas, y sacramentos. También ellas dos, cuando se bajaron del colectivo, vinieron hasta la ventanilla del chofer para agradecerme, con un rostro lleno de alegría.

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Finalmente tengo para contarles, antes de dejarlos, que hemos tenido dos visitas en estos días en la misión, dos voluntarios. Uno, Santiago Vial, un joven de Chile, que ya mañana emprende su regreso. El es estudiante de medicina, pero estuvo dispuesto a hacer cualquier trabajo que se le pidiera. Así que nos ayudó pintando el edificio de los baños de la parroquia de Kangeme, un trabajo que le llevó dos semanas y que quedó muy bien. Y luego estuvo compartiendo el tiempo entre el dispensario de las hermanas, y el Hogar de Misericordia.

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El otro, el Hermano Alberto Alleman, uno de nuestros “hermanos veteranos”, con mucha experiencia en los hogares y en el trato con los discapacitados. Les ayudó mucho a nuestros hermanos Emanuel y Antonio, para darles consejos sobre muchas cosas, y mejorando mucho la calidad de la atención de nuestras “piezas claves”, los chicos del hogar. También ha sido muy bueno para nuestros hermanos poder conocer a uno de los primeros hermanos de la congregación. Ha sido una gran gracia poder tenerlo este mes entre nosotros.

Les comparto entonces fotos de Santiago, y del hermano Alleman. Muchas gracias a ambos.
Dios los bendiga.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE

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Comentarios 1

  1. María Victoria Cano Roblero dice:

    Dios es bueno en todo momento.

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