Kangeme, Kahama, Tanzania, 3 de diciembre de 2025
Comienzo con lo más importante que tengo para contarles. En el día de San Francisco Javier he tenido la gracia de hacer dos bautismos de adultos, una gracia del patrono de las misiones. El primer bautismo, de una señora de más de setenta años, que de niña había sido bautizada en la Iglesia Morava (iglesia que hunde sus raíces en la reforma protestante, bajo las enseñanzas del hereje Jan Hus, y que se separó de la Iglesia Católica en 1457).
Luego esta señora se casó con un musulmán, y devino musulmana por más de treinta años. Pero después de que muriera su esposo, se casó con un pagano, que luego de algunos años, también murió. Y ahora pedía entrar en la Iglesia Católica. Luego de que la catequista fuera varias veces a su casa para darle un poco de formación católica, el día de hoy pude ir junto con la catequista, para que haga su profesión de fe católica, se confiese, reciba la Primera Comunión, la Confirmación, y la Unción de los enfermos.
El segundo caso es también muy impresionante. Nos despedimos de esta primera casa, y fuimos muy cerquita a otra casa donde nos esperaban para bautizar a otra señora, a quien se la veía mucho más mayor que la anterior, y con su salud muy endeble. La casita donde estaba era de una de sus nietas, según lo que pude entender. Una casita muy humilde, apenas tres ambientes de tres por tres metros cada uno. Piso de tierra y muros de ladrillos cocidos, y pegados con barro. El techo de chapa, no muy elevado, de tal forma que se lo puede tocar con la mano. En el ambiente del medio, que hace de entrada a la casa, la sentaron en el piso, apoyada contra la pared, y allí entramos todos: dos catequistas, cuatro mujeres de la familia, y el sacerdote. Es admirable cómo se sientan en cuclillas, y en un espacio muy pequeño todos pueden estar bien sentados.
Esta señora, también fue musulmana por muchos años. Luego de quedar viuda vivió en la casa de algunos de sus hijos y nietos. Una de sus nietas está casada con un hombre que es católico, aunque no creo que practicante, pues no lo había visto nunca en la iglesia. Sin embargo, allí fue aprendiendo durante algunos años cosas sobre la fe, le enseñaron a rezar algunas oraciones, y llegado este trance en que se siente sin fuerzas, y ve que llega el final de sus días, pidió el bautismo. Este caso fue precedido de un poco de instrucción religiosa, pero no mucho, debido a la urgencia y al estado de la abuela. Allí entonces la bautizamos como María, a quien antes se llamaba Mariam. Le dimos la Confirmación, y la Unción de los enfermos.
Dejamos a María dentro de la casa, y afuera, al hacer las preguntas para poder llenar el libro de bautismos de la parroquia, vi que se entabló un diálogo entre todos los presentes, del cual yo era testigo ocular, sin entender casi nada, pues todos hablaban en sukuma. Estaban tratando de adivinar qué edad tenía la abuela, para poner al menos una fecha aproximada de nacimiento, según me traducía algo la catequista. Finalmente, todos estuvieron de acuerdo de que tendría aproximadamente cien años, poco más o menos.
Justo el día anterior había leído en el libro “El sacerdote no se pertenece”, de Fulton Sheen, el siguiente texto: “Dos cosas siempre parecen ir juntas en un obispo o un sacerdote: amor a las conversiones y amor a las misiones extranjeras. Desde luego debemos santificar a todos los católicos que están cerca de nosotros, pero también deben ser redimidas las almas que están en tierras lejanas y que nunca han oído la buena nueva.” Es decir, que este amor a las conversiones, y a las misiones, está en todos los sacerdotes, o debería estar, aunque su trabajo se desarrolle en medio de una sociedad cristiana, en una parroquia en su propia tierra, siempre su alma estará abierta a pedir por estas conversiones; y siempre se alegrará profundamente al recibir estas noticias traídas desde las misiones. Conversiones que, aunque no tan notorias, pero que se dan por doquier en todo el mundo, ante el trabajo apostólico de los sacerdotes y religiosos.
Como colofón, antes de despedirme, les cuento brevemente de algunas actividades, que no pueden ser sujeto de una crónica aparte. En primer lugar, tuvimos en Kangeme el encuentro del grupo del Sagrado Corazón de este decanato, que agrupa siete parroquias. Vinieron algunos representantes de otras parroquias, pero especialmente tuvimos muchos miembros de nuestras dos misiones de Ushetu y Kangeme. Llegaron el viernes hace dos semanas y terminaron con un festejo el día domingo de Cristo Rey, dos días después. Siempre es un grupo que nos alegra por su buen espíritu, y porque en general son los que siempre están dispuestos a las actividades religiosas como retiros, misas, adoración, recepción de sacramentos, etc. Viernes y sábado tuvieron también una hora de adoración al Santísimo, y el resto del tiempo repartido con diversas charlas. Estuvieron aquí esos tres días unas cien personas en total.
El mismo día de Cristo Rey hicimos la fiesta con los laicos de nuestra Tercera Orden, en la casa de formación. Participaron más de 250 personas, y en la Santa Misa ingresaron oficialmente seis nuevos miembros de la Tercera Orden Secular (TOS). Al final de la Misa, otras seis personas hicieron la Consagración a María según el método de San Luis María Grignion de Montfort. Fue un gran día de fiesta, en el que cada vez se ve cómo la familia va creciendo no sólo en número, sino en calidad, con los miembros que hacen su consagración, que perseveran en las charlas, que realizan Ejercicios Espirituales de San Ignacio, etc. Es muy grato para nosotros ver como van adquiriendo el espíritu de la Congregación, notorio especialmente en los momentos de oración, la Misa celebrada con dignidad, y los momentos de eutrapelia el resto del día.
Ahora me despido de ustedes, y sigo con deudas de crónicas, pero la verdad que el tiempo es breve para poder escribir sobre la gran cantidad de actividades que se realizan en la misión.
Les pido oraciones por las Primeras Comuniones, que ya hemos comenzado en algunos centros de nuestras dos parroquias; y por los Campamentos de Navidad, a los que nos preparamos para comenzar el 18 de diciembre. Como todos los años, serán cuatro campamentos, congregando en total unos 1.000 niños. Ya tendré oportunidad de contarles y enviarles fotos.
Dios los bendiga. ¡Firmes en la brecha! ¡Buen adviento!
P. Diego Cano, IVE
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