Mientras tanto, en Kangeme y Ushetu se clausuraban los encuentros de jóvenes, con 153 y 113 respectivamente, un muy buen número. Sobre todo pensando en que está siempre la “lotería” de no saber si los que vienen del otro lado de los ríos van a poder llegar. El día viernes, por ejemplo, que era el día que comenzaban ambos encuentros, hubo una gran tormenta, y gracias a Dios el P. Pablo pudo comenzar el viaje desde Seleli, trayendo jóvenes, antes de que los agarre la lluvia en el camino, que se suele complicar mucho con el barro al pequeño bus que tenemos, pues no es de doble tracción. Las hermanas ayudan con las camionetas para ir hasta las aldeas donde el colectivo no puede llegar. Y así se pudieron traer 50 jóvenes de esa zona. Los jóvenes de Mazirayo vinieron en un camión desde el otro lado del río que tenemos en Kangeme, pero a pesar de la cantidad de agua, pudieron venir y regresar sin problemas.
Los encuentros estuvieron muy lindos, con las actividades de siempre: charlas, talleres, juegos, competencias, momentos de recreación con cantos de coros, etc. La parte que sabemos es la más importante, la misa, adoración, rosario, con muy buena participación. Y siempre una gran cantidad de jóvenes pidiendo confesión. Los padres aprovechaban a confesar incluso durante los momentos de juegos, con un confesionario en medio del parque, y los jóvenes se confesaban mientras los juegos seguían. Hemos podido ver un progreso en los jóvenes en cuanto a su vida espiritual y en cuanto a la manera de participar de la misa y los sacramentos, especialmente de las charlas, y nos parece que se debe mucho a que una buen grupo, la mayoría, los conocemos de los campamentos de niños, y ya están muy acostumbrados a estas actividades.
Este año, por iniciativa de las hermanas, se preparó para ambos encuentros, un “Museo de la Pasión”, como ya se ha hecho en tantas partes, tomando como ejemplo el primero que fue realizado en Chile, en la parroquia Jesús Buen Pastor de la Pintana. Les llamaban mucho la atención los clavos, que nunca se imaginaban tan grandes; la corona de espina con forma de “casco”; y sobre todo era motivo de comentario el palo transversal de la cruz, de madera muy pesada, una réplica bastante exacta del que cargó Cristo en su vía crucis. Pocos se animaron al desafío de cargarlo, pero todos podían llegar a percibir mejor lo que significó para Cristo.
Gracias a Dios por este gran fin de semana. No quería dejar de escribirles esto, aunque estemos a mitad de la semana santa, porque después hay que sumar todas las actividades del Triduo Pascual, y las crónicas se hacen muy largas.
Les deseamos una muy fructuosa Semana Santa, un Triduo Pascual lleno de bendiciones, y unas ¡muy Felices Pascuas de Resurrección!
¡Firmes en la brecha! ¡Viva la misión y viva la Congregación!
P. Diego Cano, IVE