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Hoy fui a Bupandwamhuri, y la última vez que estuve allí fue en agosto del año pasado, es decir que sacando cuentas, hace seis meses que no podía ir a celebrarles misa a esta aldea. Quiero escribir antes de ir a dormir, pues las impresiones están frescas, y es mucho mejor para poder trasmitirles lo vivido. El catequista me había avisado que el camino estaba en muy mal estado, y que no podría llegar con el auto. Entonces tuve que ir en moto, para lo cual llamé a un “voda-voda”, que son las “moto taxi”. Hay un joven que es católico, y alguna vez probó un tiempo de ser catequista, y trabaja de ”voda-voda”, así que lo llamé para que me llevara. Es mejor que sea él, pues debe llevarme y esperar a que todo termine para poder regresar, y entonces es más llevadero para él, pues hasta aprovecha a rezar y participar de la misa. El viaje en moto es muy incómodo, pues además de ir en la parte de atrás, con lo que exige flexionar totalmente las rodillas para poner el pie en estribo, se debe ir en una posición muy extraña, porque también se ata la valija de la misa detrás, y exige ir con la espalda erguida, a la vez que con las manos uno se agarra a la moto, especialmente en las partes complicadas del camino. A esto se agrega que se trata de un viaje de mas o menos media hora de ida, y otra media de regreso, con el calor del mediodía, la tierra del camino, las partes del camino llenas de arena, otras con grandes pozos, o zanjas, troncos en las orillas, y ramas que se deben esquivar para que no te den en la cara. A mi edad, llego todo contracturado por el esfuerzo de mantenerme arriba de la moto. Hoy se sumó que el chofer había tenido un accidente hace un par de semanas, y tenía entablillado el antebrazo de la mano izquierda, que casi no podía usar para hacer fuerza. Me di cuenta cuando entramos en la parte complicada del camino, sobre todo en la arena, porque nos íbamos de un lado para otro y en algunos momentos estuvimos a punto de caernos, y otras por chocar contra un árbol, y en otras ocasiones se le paraba el motor. Generalmente los choferes de “voda -voda” suelen ser expertos en estos caminos, y por eso es que me llamó la atención, y me cansaba mucho por el esfuerzo en esos momentos. Tanto que en una parte que se veía más de cien metros de arena, le dije que mejor me bajaba y lo seguía caminando, para poder ir más rápido.

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A esta travesía se sumó que en la parte final, casi cuando estábamos por llegar, perdimos el camino y seguimos de largo, gracias a Dios encontramos a una señora a quien le preguntamos, y entonces comenzamos el regreso por un sendero entre campos de tabaco, luego de maíz, luego surcos sin nada, y finalmente unos pastores con sus vacas nos dijeron que ya estábamos llegando. Aparecimos en la aldea pero por un lado que no se lo esperaban. Los niños estaban jugando al futbol y se vinieron a recibirme, al verme aparecer caminando. Les causó mucha gracia todo esto, sobre todo cuando les contamos que nos habíamos perdido, y el viaje casi que se hizo el doble de largo a la ida.

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Esta capilla se llama Santa María Magdalena, y con la ayuda de un sacerdote del Instituto la hemos podido construir, y ya estamos casi por terminarla. Ya se la ve muy hermosa, aunque no está pintada todavía. El sacerdote que la donó lo hizo como un voto a Santa María Magdalena, para pedirle que lo cure de un cáncer, y para pedirle a la gente de este lugar que recen por él. Ya hace varios años que se ha curado de ése cáncer, y nosotros siempre rezamos por él, por su salud, y por su apostolado, cuando celebramos la misa allí. También el terreno lo compramos con ayuda de ése sacerdote, y tenemos un hermoso terreno de una hectárea, que tiene algunos árboles que permiten comer debajo de la sombra, y tiene un buen terreno para que jueguen los chicos, y hasta para cultivar algo para el catequista.

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Apenas llegamos se comenzó el santo rosario y yo aproveché a confesar un rato. Había un hermoso grupo de niños, la gran mayoría de ellos con las camisetas que hemos dado de regalo en los campamentos de fin de año. Se nota cómo la comunidad va cambiando y creciendo. Recuerdo cuando hace algunos años no asistía casi nadie, y los niños no sabían nada de la fe. Ahora, además de haber más gente, se notó una gran participación, en el rezo del rosario, en las confesiones, y la misa con mucho silencio y atención. Repartí 23 comuniones, que en este lugar es todo un récord. En el sermón les hablé de la importancia de la santa misa, de la gran ofrenda que se hace a Dios Padre del sacrificio del Cristo, y del gran don de la Eucaristía. Algunas partes de la misa se las explicaba, y notaba la atención, y la devoción que se expresaba en sus rostros, y en sus gestos piadosos. ¡Pensemos que hace seis meses que no tenían la santa misa! En el año a veces podemos ir unas tres o cuatro veces, sobre todo en el tiempo de sequía.

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El catequista de este lugar es el catequista más anciano que tenemos, y se llama William. Es muy gracioso, habla pausadamente y con una voz grave, suele tener expresiones muy ocurrentes y pícaras, que hacen reír a todos. Se nota que todos lo quieren, y gracias a él esta aldea sigue adelante. Este lugar, Bupandwamhuri, es un lugar donde podemos decir que el 80% de los habitantes son paganos, y por eso esta pequeña comunidad es un gran tesoro.

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Luego de comer debajo de los árboles, tuve que subirme de nuevo a la moto para comenzar el regreso, a pesar de mi natural y físico rechazo, pero no quedaba otra manera de volver. Por suerte, ahora sabíamos el camino, y sería un viaje más corto. Además de que, a pesar de que el lugar nos invitaba a quedarnos, debajo de la sombra de los árboles, y conversando con ellos, con los niños jugando todos en la canchita, y luego comiendo debajo del árbol de mangos… en la parroquia nos esperaba la adoración eucarística de los jueves, y debía llegar a exponer el santísimo a las tres de la tarde. Hoy fue un día muy caluroso, pues es tiempo de lluvias pero hace ya dos semanas que no llueve, y la temperatura va subiendo. La adoración exige su sacrificio, en una iglesia que tiene techo de chapas, relativamente baja, sin grandes ventanas y sin ventiladores, con una sensación térmica de 40 grados. Pero había gente… desde el inicio unas seis personas, y al terminar éramos más de veinte.

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Gracias por acompañarme en este día de misión por Bupandwamhuri… en nuestra misión de Tanzania. Gracias por sus oraciones por nosotros, y por nuestros cristianos, y por los paganos.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE

PD: Estamos con la campaña para terminar de construir la sacristía de nuestra iglesia. ¡Ya llegamos a la mistad de la colecta! La próxima semana podremos comenzar con el trabajo del piso y del cielorraso. NOS FALTA PARA LAS VENTANAS Y PUERTAS… les pido que me ayuden a difundirlo.
¡Mil gracias! Aquí el link
https://gofund.me/c6641fb6

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Comentarios 2

  1. Diana Peregrina Carrizo dice:

    Toda una travesía padre poder llegar a destino sea el pueblo o la aldea que vaya, un gran sacrificio,pero más grande aún son los frutos, gracias por la crónica, rezo por usted siempre, Dios quiera la colecta se cumpla pronto así pueden terminar la obra, Dios los bendiga 🙏🙏🙏

  2. Ana Maria Anzulovich dice:

    Muy linda crónica Padre Diego! Rezamos Dios le de salud para seguir adelante con tan hermosa misión…y se pueda seguir subiendo a los “voda voda”.
    Rezamos por la comunidad de Bupandwamhuri

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