Ushetu, Tanzania, 27 de octubre de 2019
Este año, en abril, llevamos a la aldea de Nyasa, una hermosa imagen de la Virgen de Fátima, traída de Portugal. Escribí una crónica de esa jornada para el recuerdo. La aldea lleva el nombre de la Virgen de Fátima, y este año, cuando vino el P. Johntin a visitarnos, nos trajo otra imagen de la Virgen de Fátima, también traída de Portugal, y que era más grande, de un metro de alto. Estuvimos pensando en dónde ponerla, y nos pareció bien llevarla a la aldea de Nyasa, y cambiar aquella primera, más pequeña. La iglesia es bastante grande, y queremos que sea un lugar de peregrinación. La imagen más pequeña, la llevaremos a otra aldea, donde todavía no tenemos imagen de la Virgen.
¿Cuándo llevaríamos la imagen y cómo darle realce a éste hecho? La Providencia nos mostró el camino, ya que recibimos la propuesta de un grupo que estaba organizando un “Rosario de mar a mar”, para pedir por la paz en el mundo. La idea era que la mayor cantidad de países posibles, y de todos los continentes, estuvieran rezando el rosario el 13 de octubre. Esta fecha se eligió para recordar la última aparición de la Virgen de Fátima y el milagro del sol. Me llegó la invitación, y de inmediato se me vino a la cabeza la idea de organizar algo ese día para llevar la nueva imagen a Nyasa.
Como el 13 de octubre caía en día domingo, también fue una gran oportunidad, porque podría participar mucha más gente. Comenzamos a invitar en todas las aldeas de la parroquia, pero sin mucha antelación, tan sólo tres semanas antes. Creo que el próximo año podremos organizarlo mejor, e invitar más gente. Sin embargo, por ser la primera vez en la historia de nuestra misión, nos sentimos muy contentos de ver tan buena participación.
Salimos el domingo 13 de octubre, bien de madrugada, todavía de noche. Eran las cinco y media de la mañana cuando ya se encontraba un nutrido grupo de gente en la puerta de la iglesia. Pensamos que lo mejor era salir temprano, para no estar caminando en el momento del sol más fuerte.
La aldea de Nyasa está a unos 20 kilómetros de distancia, y por lo tanto calculamos una cuatro horas para poder llegar, todos juntos. La imagen era transportada en una camioneta del noviciado, y todos nosotros caminando detrás. Se trató de llevar un ritmo de caminata, pero en el que todos pudiéramos ir juntos, sin dejar atrás a nadie. Esto fue muy bueno, porque le dio un gran espíritu de familia, niños, jóvenes, adultos, ancianos, todos caminando, cantando y rezando juntos.
Durante el trayecto rezamos los veinte misterios del rosario, intercalados con cantos, con música, con preguntas del catecismo… guiados por los seminaristas y novicios. Fue muy emocionante ver cómo venían al encuentro de la procesión desde muchas aldeas de aquella zona del sur de la misión. Se fueron sumando y sumando, algunos venía caminando diez kilómetros desde otras direcciones, venían en grupos, llevando la cruz de la aldea adelante. Algunos grupos salían al encuentro agitando ramos en sus manos. La procesión iba sumando gente y aumentaba en alegría y euforia. Se llegó a reunir una gran multitud, y calculamos que pueden haber sido más de seiscientas personas.
Llegamos a Nyasa en medio de cantos y aclamaciones muy fervorosas. Eran cerca de las 11:30 am, y luego de un descanso se comenzó la misa. Procedimos a la bendición y coronación de la imagen de la Virgen de Fátima. Y la iglesia explotaba de gente.
Al terminar la misa hicimos la bendición de la casa de los misioneros, que todos ya saben de qué se trata porque les he contado en las crónicas anteriores.
Finalmente se dio de comer a todos los presentes… ugali y porotos (polenta y porotos), y así podían comenzar el regreso a sus aldeas. Algunos iban a caminar diez kilómetros, otros quince, otros volverían en bicicleta hasta Ushetu. Pero luego de haber participado de la misa y haber obtenido un refrigerio para el cuerpo, se los veía regresar muy contentos. Gracias a Dios el tiempo nos acompañó, y muchos comenzaron a regresar temprano a sus hogares, cerca de las 15:00 pm.
Hemos experimentado en esta peregrinación, el gran amor del pueblo sencillo hacia nuestra Madre la Virgen María. Es impresionante que gente que tiene tan poca formación religiosa capta con tanta profundidad lo que significa la Virgen en la vida del cristiano. Fue una expresión de sacrificio, y a la vez lleno de alegría. La gente de esos lugares no está acostumbrada a las peregrinaciones, y tuvimos que explicar varias veces en los días previos, pero también en la misma caminata, el sentido del sacrificio que estábamos haciendo. La gente comprendió de inmediato, y se vio expresado en la gran participación y alegría que reinó en ése día. Todos nos decían, “el año que viene va a venir mucha más gente”. Los paganos de los pequeños poblados por los que pasábamos (en algunos de esos lugares los cristianos son muy pocos), se quedaban boquiabiertos al ver tanta gente, rezando, y cantando con tanta alegría. Miraban la imagen de la Virgen con gran admiración.
Pensamos que el paso de la imagen de Nuestra Madre de Fátima ha llevado grandes bendiciones a todos esos lugares, y que ha sido un verdadero exorcismo en esos parajes donde hay tanta brujería y superstición… donde el diablo hace de las suyas, porque todavía la evangelización está en sus comienzos. Esa capilla, la imagen de la Virgen de Fátima, la casa de los misioneros, la misa que se celebrará más seguido, la presencia de la Eucaristía, los sacramentos, y los sacramentales… tantos rosarios, hará que la luz de Cristo ilumine esas tinieblas donde todavía no se conoce a Cristo.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE