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Ushetu, Tanzania, 8 de enero de 2017.

Espero que estén todos muy bien. Como siempre, hay mucho para contar, aunque a veces no tengan relación unas cosas con otras… son acontecimientos aislados, que les puede interesar a los que les gusta seguir las historias de nuestra misión. Les voy a contar brevemente del terreno, la campana, el agua, y los voluntarios.

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El terreno

Regalo de Reyes adelantado. Resulta que hace un tiempo estuvimos buscando un terreno para las hermanas, y nos mostraron uno que no les convenía a ellas, pero que nosotros lo vimos muy a propósito para alguna futura casa de discapacitados y de acogida de abuelos que no tienen familia. Sin embargo, como estamos en plena construcción del postulantado, no disponíamos de dinero para adquirirlo a pesar de que nos lo ofrecían a muy buen precio. Así quedó todo el negocio detenido por un par de meses, pero hace cuatro días volvieron a ofrecerlo… y a mejor precio todavía. Nosotros pensamos que si bien no podíamos pensar en comprarlo, parecía que Dios quería que así fuera. Consultamos entre nosotros, y pensamos en comprarlo de todas formas… confiados en la Divina Providencia, sacando de acá y de allá.

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Quedamos de acuerdo para el día siguiente, cinco de enero, para ir al lugar, como lo hicimos cuando compramos el anterior terreno, el de la “Villa de Luján africana” (remito a esa crónica … ). El terreno está ubicado justo en frente del que compramos antes, son tres hectáreas de terreno virgen, sin cultivar, con muchos árboles. Nos encontramos allí con el vendedor y dos de sus hijos, el líder de la aldea nuestra, dos empleados del gobierno que venían a certificar la compraventa, y algún empleado que nos ayudaba con la medición.

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Recorrimos los perímetros midiendo y haciendo marcas en los árboles. En la parte de atrás del terreno encontramos un grupo de vecinos cultivando. Allí mismo , debajo de unos árboles nos sentamos todos en el piso para “hacer la escritura” y cerrar el negocio. Allí mismo se escribe, se sella, se firma y se paga. Ya no nos sorprendió tanto que todo se haga allí, sentados en la tierra, porque tenemos la experiencia anterior, pero es admirable para ustedes me imagino. Quien nos vendía el terreno no es cristiano, se llama Kulwa, y se lo ve de muy buen natural. Nos recibió y agradeció el regalo de la Medalla Milagrosa que le dejamos. En ése lugar enterramos otra Medalla Milagrosa, como inicio de una obra que esperamos poder ver concretada algún día.

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¿Se imaginan lo grandioso de poder tener casas de caridad en Tanzania, aún más, en Ushetu? Son una bendición de Dios por donde se lo mire. Y estas casas estarán muy cerca de las casas de formación, para que nuestro mismos religiosos en su tiempo de formación puedan tener la experiencia de ayudar en una obra de misericordia.

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Cuando por la tarde revisé el correo, me encontré con que una persona a la que le había contado la noche anterior sobre este proyecto, se ofrecía a darnos el dinero para comprarlo. Ya estaba hecho. Un regalo adelantado de Reyes.

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La campana

Tiene su pequeña historia. Primero, les recuerdo de la antigua campana de Ushetu. Una campana que a todos los visitantes les llamaba la atención, sobre todo porque estaba partida, y a medida que era golpeada se iban cayendo los pedazos. Así es que sonaba como un pedazo de hierro afónico…

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La gente venía de todos modos, pero nos imaginamos que el sonido no viajaba muy lejos. Cuando ya casi no quedaba nada de esa campana, decidimos buscar un aro (llanta) de camión, que si bien no es lo más digno, es lo que más se parecía a una campana en su sonido. En la ciudad nos regalaron lo que buscábamos, lo trajimos y se colgó y bendijo con toda solemnidad. El sonido era mucho mejor.

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Sin embargo uno de los que se “preocupó” más por esto fue un voluntario que vino en el año 2015, el Dr. Rafael, de Ibiza. Se propuso bajo todas formas buscar una campana entre sus sacerdotes amigos al volver a España. Como no tuvo éxito de encontrar una que se pudiera trasladar hasta Ushetu, decidió mandar a hacer una, ni muy grande ni muy chica, y que suene bien. Mandarla en barco tenía sus problemas, y encontró ayuda entre sus conocidos para pagar el viaje por correo aéreo. Me dijo que quería que llegue como regalo de Navidad, y si no, de Reyes. Y así fue. Cuando fui a la ciudad el día seis de enero, la campana había llegado, y ¡ese mismo día llegó a nuestra misión! Ahora estamos preparando bien el sistema para ponerla bien alto, y en esa ocasión será bendecida.

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Pienso que la campana se asemeja mucho al misionero. Muchas veces será defectuosa, no tendrá una voz que llame la atención… puede ser como esa campana vieja y desgajada, pero que de todas maneras llamaba a los cristianos a la iglesia. Puede ser más o menos digna, pero de todos modos su oficio es ser “la voz de Dios”, con sus ajaduras, pero con un gran deseo de santidad, que es con lo que realmente se atrae a las almas. Como decía el Beato Chevrier: “El sacerdote es la campana más bella de una iglesia. El sacerdote es el mobiliario más lujoso de una iglesia. Enviad un sacerdote santo a una iglesia de madera, abierta a todos los vientos, y convertirá más almas en su pobre iglesia que cualquier otro sacerdote que regente una iglesia de oro. El sacerdote es quien da la vida, y no las piedras, ni los cálices, ni los ornamentos, ni el lustre, ni los bellos altares, ni los artísticos púlpitos. Todo esto no convierte las almas; atraen la curiosidad de las gentes, pero no remueven ni curan sus conciencias. Y sin embargo, hoy se trabaja mucho más en construir bellas iglesias y hermosas casas curales que en hacer santos. Es más fácil hacer una bella iglesia que hacer un santo. Y jamás se podrá reemplazar la santidad por las cosas exteriores más bellas”.

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¡Gracias doctor Rafael y a todos los que colaboraron con esto!

(Les debo lo del agua y los voluntarios… va en una segunda parte)

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