Estas ideas y principios no son opinables: no es opinable si hay un Dios o varios, si Dios es Trino o unipersonal, si Jesucristo es Dios o sólo un profeta, si la Santísima Virgen es la madre de Dios y corredentora o no lo es, etc. etc. Con algo de poesía decía un autor: “los católicos estamos de acuerdo en doce cosas –los artículos del credo– y discutimos de todas las demás”.
Así y todo, las demás realidades que no entran dentro de estos principios o dogmas, mientras más cercanos estén a ellos, menos opinables serán.
Si hablamos de autores, digamos que estamos en un terreno bastante opinable, aunque hasta cierto punto ya que, por ejemplo, los Padres de la Iglesia son nada más y nada menos una de las fuentes de la revelación, junto con el Magisterio y la Sagrada Escritura.
Incluso, más allá de los Padres de la Iglesia, sin duda que podemos hablar de autores seguros, ortodoxos, y autores que adolecen de esa prerrogativa. Por algo existió el “Índice de libros prohibidos” que también contenía autores prohibidos. Estamos en otras épocas pero el principio sigue siendo el mismo: debemos ayudar a todos los que más podamos, a que eviten el error y encuentren y amen la verdad, dentro lo de lo cual sin duda entra el género de libros y autores.
A veces quizás se esperaría que los pastores –¿seré uno de ellos?…– sean más claros sobre este tipo de cosas, de lo contrario la gente va a librerías “católicas” y compra autores muy de moda pero que dejan mucho que desear; para muestra un botón: Anselm Grün[1].
Valgan los precedentes párrafos –quizás algo extensos– para decir que entre todos los autores eclesiásticos, hay uno, Santo Tomás de Aquino, que cuenta con tales y tantas recomendaciones de parte de la Santa Madre Iglesia y de sus hijos más escogidos, que no me parece, bajo ningún punto de vista, que al hablar de él nos encontremos dentro de lo “opinable”. Cito un par de afirmaciones Magisteriales de las muchísimas que existen… qué difícil es elegirlas habiendo tales y tantas….
Primero cito un párrafo de nuestras Constituciones que en apretada síntesis dice y cita mucho (todas citas del Magisterio):
“Lugar preferente tendrá el conocimiento de Santo Tomás de Aquino, ya que hay que formar ‘bajo su magisterio’[2] y hay que tenerlo ‘principalmente como maestro’[3]. Porque ‘iluminó más a la Iglesia que todos los otros doctores. En sus libros aprovecha más el hombre en un solo año que en el estudio de los demás durante toda la vida’[4]. Porque ‘por la suma veneración con que honró a los doctores sagrados, recibió en cierto modo el entendimiento de todos ellos’[5]. Porque ‘la Iglesia ha proclamado que la doctrina de Santo Tomás es su propia doctrina’[6]. Y porque Dios ha querido que por la fuerza y la verdad de la doctrina del Doctor Angélico ‘…todas las herejías y los errores que se siguieran, confundidos y convictos se disiparan…’[7]. Asimismo su conocimiento es de insoslayable y fundamental importancia para la recta interpretación de las Sagradas Escrituras, para poder trascender lo sensible y alcanzar la unión con Dios, para edificar el edificio de la Sagrada Teología sobre las sólidas bases que proporciona un conocimiento profundo de la filosofía del ser, ‘patrimonio filosófico perennemente válido’[8] teniendo en cuenta todos los adelantos de la investigación filosófica”[9].
San Juan Pablo II decía que en este tiempo la Suma Teológica de Santo Tomás “por desgracia, se ha dejado un poco de lado”[10], ahora quizás habría que decir que se ha dejado “mucho” o “del todo”. Y también afirmaba el Papa, que conoció a santo Tomás ya siendo sacerdote –al menos ahí recién lo conoció en profundidad–:
“Tomás es el esclarecedor de toda la riqueza y complejidad de todo ser creado, y especialmente del ser humano. No es justo que su pensamiento se haya arrinconado en este período posconciliar; él, realmente, no ha dejado de ser el maestro del universalismo filosófico y teológico”[11].
Hablemos de “títulos”; los doctores de la Iglesia son apodados con ciertos títulos que identifican sobre qué parte de la verdad especialmente han desarrollado su pensamiento o alguna característica de su manera de expresar la verdad. Y así tenemos a san Agustín, llamado “Doctor de la Gracia” por la profundidad con la que desarrolló este tratado; san Alfonso María de Ligorio, apodado “Doctor Zelantissimus” por el gran celo que tenía por la salvación de las almas, plasmado por supuesto en sus escritos; san Bernardo, apodado “Melifluo” (Boca de miel), por su dulzura al expresar la verdad; san Buenaventura, nombrado como “Doctor Seráfico” por sus escritos encendidos de fe y amor al Señor. ¿Y santo Tomás?
Santo Tomás es llamado:
- “Doctor Eucarístico”, debido a la excelentísima doctrina sobre el Augusto Sacramento; fue un teólogo apasionado por la Eucaristía.
- “Doctor Angélico” (título dado por san Pío V junto al título de Doctor de la Iglesia), por lo agudo de su pensamiento, que se asemeja al de los ángeles.
- “Doctor Común”, tanto por la universalidad de su doctrina como por la elevación de sus principios[12].
- “Doctor de todas las horas”, el valor de su doctrina no se circunscribe a un tiempo o sector geográfico o cultural, sino a todos los tiempos y a todas las latitudes y es tan actual hoy como cuando vivía el Santo Doctor.
- “Supremo patrono celestial de todos los estudios”, dado por Leon XIII[13].
Sigamos… para decir casi nada de todo lo que se podría decir. Dada la revolución, cisma y herejía de Martín Lutero, la Iglesia tomó cartas en el asunto y convocó un Concilio, el de Trento, uno de los más importantes –sino el más, a secas– del último milenio. ¿Qué papel jugaba ahí el Aquinate? Que lo cuente el Papa Leon XIII quien luego de nombrar la intervención de su doctrina en varios Concilios anteriores, agrega:
“Pero la mayor gloria propia de Tomás, alabanza no participada nunca por ninguno de los Doctores católicos, consiste en que los Padres tridentinos, para establecer el orden en el mismo Concilio, quisieron que juntamente con los libros de la Escritura y los decretos de los Sumos Pontífices se viese sobre el altar la Suma de Tomás de Aquino, a la cual se pidiesen consejos, razones y oráculos”[14].
Y podemos agregar ahora que mayor gloria que esa es aún haber sido nombrado, explícitamente, y dos veces, en un Concilio; esto fue en el Concilio Vaticano II[15]; cosa nunca antes ocurrida con ningún autor desde que el Señor fundó su Santa Iglesia.
Primero citamos, breve para no alargar tanto –cita completa debajo–, la Optatam totíus, decreto sobre la formación sacerdotal:
“…aprendan luego los alumnos a ilustrar los misterios de la salvación, cuanto más puedan, y comprenderlos más profundamente y observar sus mutuas relaciones por medio de la especulación, siguiendo las enseñanzas de Santo Tomás”[16].
Vayamos tomando nota entonces: si en un Seminario no se estudia la doctrina de santo Tomás –estudiar la doctrina, no mencionarlo por ahí en una clase de historia de la filosofía o como un teólogo más–, se está yendo directamente en contra de las enseñanzas del Concilio Vaticano II. No pocas veces pasa que, en nombre del Concilio, se obra lo opuesto a lo que él enseñó.
La segunda vez que el Concilio se refiere explícitamente al Aquinate es en el n. 10 de la declaración
Gravisimum Educationis, sobre la educación cristiana:
“…y considerando con toda atención los problemas y los hallazgos de los últimos tiempos se vea con más exactitud cómo la fe y la razón van armónicamente encaminadas a la verdad, que es una, siguiendo las enseñanzas de los doctores de la Iglesia, sobre todo de Santo Tomás de Aquino”[17].
Tomemos nota también de esto. Se está refiriendo a estudios superiores, sobre todo universidades. Hoy en día muchas universidades “Católicas” tienen de Católicas solo el nombre… y ni las Pontificias se salvan…[18].
En un siguiente post veremos que, dado que vivimos en un mundo donde la ideología, que no tiene conexión con lo real, domina y hace “cultura” (su mayor expresión: la ideología de género), no queda otra que volver la vista a Santo Tomás, pues tales ideologías, al hacernos perder contacto con la realidad, con el ser de la creatura, nos quitan también la posibilidad de llegar al Ser (con mayúsculas), Dios, y el hombre se transforma en su dios, y quien decide qué está bien y qué está mal.
Que Santo Tomás nos ayude a perseverar fieles a la verdad, siempre con un gran amor a nuestra Madre del Cielo
P Gustavo Lombardo, IVE
- Escritos de santo Tomás y sobre santo Tomás: Aquí.
- Escritos del P. Cornelio Fabro, filósofo, quizás el tomista más grande de todos los tiempos (italiano e inglés) Aquí
- Escritos del P. Julio Meinvielle, un gran tomista argentino: Aquí
[1] Para más información sobre el autor en mención:
- Anselm Grün y el modernismo teológico
- La hermeneutica biblica de Anselm Grün
- Sentidos bíblicos: La acomodación psicologista de Anselm Grün
[2] Cf. OT, 16.
[3] CIC, c. 252 § 3.
[4] Juan XXII, Alocución en el Consistorio (14/07/1323).
[5] Cardenal Cayetano, In Secundam Secundae, 148, 4 in fine, citado por León XIII en Aeterni Patris, 10.
[6] Benedicto XV, Encíclica sobre el VII centenario del nacimiento de Santo Domingo Fausto Appetente Die (29/06/1921), 4b.
[7] San Pio V, bula Mirabilis Deus (02/04/1567); cf. Encíclica sobre la restauración de la filosofía cristiana conforme a la doctrina de Santo Tomás de Aquino Aeterni Patris (04/08/1879), 13.
[8] CIC, c. 251.
[9] Constituciones del “Instituto del Verbo Encarnado”, Segni, 2004, n. 227.
[10] Las negritas son mías. Cita completa: “Santo Tomás, en cambio, no abandona la vía de los filósofos. Inicia la Summa Theologiae con la pregunta: An Deus sit?, («¿Dios existe?», cfr. I, q. 2, a. 3). La misma pregunta que usted me hace. Esa pregunta ha demostrado ser muy útil. No solamente ha creado la teodicea, sino que toda la civilización occidental, que es considerada como la más desarrollada, ha seguido acorde con esta pregunta. Y si hoy la Summa Theologiae, por desgracia, se ha dejado un poco de lado, su pregunta inicial sigue en pie, y continúa resonando en nuestra civilización”. Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la Esperanza, PLAZA & JANES, Chile, 19942, p. 50-51.
[11] Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la Esperanza, PLAZA & JANES, Chile, 19942, p. 52.
[12] Santo Tomás de Aquino, Doctor Común de la Iglesia, Discurso del Santo Padre Juan Pablo II al Pontificio Ateneo “Angelicum” (17 de noviembre de 1979), con motivo del primer centenario de la Aeterni Patris.
[13] Leon XIII, Carta Apostólica “Cum hoc sit”, del 4 de agosto de 1880.
[14] Epístola encíclica Aeterni Patris, del Sumo Pontífice León XIII, sobre la restauración de la filosofía cristiana conforme a la doctrina de Santo Tomás de Aquino, 4/08/1879.
[15] Se puede leer con mucho provecho el artículo del P. Diego Pombo, IVE, en la Revista Diálogo n. 50, Por qué debemos tener a santo Tomás como maestro.
[16] Decreto Optatam totius del Concilio Vaticano II sobre la formación sacerdotal, n 16. Cita completa: “Ordénese la teología dogmática de forma que, ante todo, se propongan los temas bíblicos; expóngase
luego a los alumnos la contribución que los Padres de la Iglesia de Oriente y de Occidente han
aportado en la fiel transmisión y comprensión de cada una de las verdades de la Revelación, y la
historia posterior del dogma, considerada incluso en relación con la historia general de la Iglesia;
aprendan luego los alumnos a ilustrar los misterios de la salvación, cuanto más puedan, y comprenderlos más profundamente y observar sus mutuas relaciones por medio de la especulación,
siguiendo las enseñanzas de Santo Tomás”.
[17] Cita completa: “La Iglesia tiene también sumo cuidado de las escuelas superiores, sobre todo de las universidades y facultades. E incluso en las que dependen de ella pretende sistemáticamente que cada disciplina se cultive según sus principios, sus métodos y la libertad propia de la investigación científica, de manera que cada día sea más profunda la comprensión de las mismas disciplinas, y considerando con toda atención los problemas y los hallazgos de los últimos tiempos se vea con más exactitud cómo la fe y la razón van armónicamente encaminadas a la verdad, que es una, siguiendo las enseñanzas de los doctores de la Iglesia, sobre todo de Santo Tomás de Aquino”.
[18] Para muestra, un botón: La píldora de la responsabilidad (P. Miguel Á. Fuentes, IVE)
Comentarios 3
🙏🏼🙏🏼🙏🏼
Saludos cordiales un excelente Post y gran aporte.
Como siempre, excelente su aporte P. Gustavo. Dios lo bendiga 🙏