A propósito del libro de Phillipe de Villiers Mémoricide (2024)
En esta segunda parte al autor toca distintos aspectos de la situación en Francia pero a diferencia de la primera parte, donde trata el abandono de su historia, de su cultura, de su sociedad, aquí, se enfoca en aspectos positivamente destructores, como es el silenciamiento del genocidio vandeano, el poder destructivo de la izquierda intelectual, el flagelo de la droga, el aborto como derecho constitucional, entre otros.
Comienza el autor esta sección con el recuerdo de la gesta de la Vendée. Primer genocidio de la Revolución moderna. Alexander Soljenitsyn en 1993 en la Vendée afirmo que ella es la matriz de los terrores del siglo XXI. El mismo Lenin decía que para la revolución mundial hacían falta varias Vendée. Y bien que lo lograron. La Vendée, por tanto, de provincia geográfica se ha convertido en una provincia del espíritu. Así como los vandeanos se pararon frente al poder destructivo de la revolución francesa, es en ella que Francia (y occidente), encontrara su espíritu, como lo mostraron posteriormente las resistencias de los criterios y de los españoles.
La izquierda es también creación francesa. La izquierda ha hecho desaparecer la derecha. Después de la segunda guerra mundial bajo la influencia del general De Gaulle, la derecha acepto un cambio de prisioneros: a la izquierda la cultura y la educación y a la derecha la economía. La derecha no ha comprendido que es la cultura y la educación quienes crean el valor agregado de una sociedad. Es por medio de realizaciones meta-culturales que se cambia una sociedad. La izquierda por su parte ha comprendió que el poder de una idea depende primero de su poder de invasión.
La izquierda cultural floreció en USA, en el seno de las universidades más prestigiosas. Desde allí fue exportado a todo el mundo. El nuevo opresor burgués no es una realidad económica sino sexuada: el patriarcalista hombre blanco. Y en la confrontación dialéctica, el nuevo proletario, un feminismo postizo, pues en lugar de defenderla produce lo contrario. La mujer es un cupo que hay que cubrir. Con el ataque al hombre se quiere atacar a toda una cultura, las superestructuras de la izquierda. En esas superestructuras esta la religión y fue justamente el cristianismo que ha respetado a la mujer por su dignidad, no siempre en los hechos pero si en los principios. ¿Quién fue el que impidió el primer femicidio de la historia sino Jesucristo, con la famosa escena de la “lapidación de la mujer adultera”? ¿Quien sentó el principio de una revolución, sino san Pablo quien proclamo que en Cristo no hay judío ni gentil, ni esclavo ni hombre libre, ni hombre y mujer? En esas palabras paulinas nació el universalismo occidental cristiano. En Francia se inventó en el medioevo, la cortesía, el amor galante; el caballero detentaba el poder de la justicia, pero era la mujer que se apropió del amor. El edificio emblemático de Francia es dedicado a una mujer: Notre-Dame. Francia tuvo la primer Abadía mixta cuyo superior debía ser una mujer, casada y viuda, por saber el oficio de la maternidad, como es el caso de la abadía de Fontevraud.
El flagelo de la droga que vive Francia. En las últimas décadas una cuarto de millón de ciudadanos franceses viven alrededor del mercado de la droga con ganancias que rondan los seis mil millones de euros, con consumidores que llegan a la cifra de cinco millones. Flagelo que ese extiende a la campaña francesa. Un narco-Estado con sus códigos, su jerarquía de méritos y su sistema penal.
La ruptura antropológica que vive Francia es inusitada. Francia se convierte en el primer país del mundo en poner en su ley fundamental, el derecho al aborto. A la creadora de todos los Derechos del hombre le faltaba el derecho de matar. El aborto se ha vuelto en valor supremo de la nueva Republica ecológica. El feto se convierte en un objeto y el animal en un sujeto. Un pueblo que ha perdido el sentido de la reproducción y la vida es un pueblo que consiente a ser reemplazado y a salir de la historia.
El “eugenismo refinado” como lo llama el autor, deja morir y ayudar a morir a los ancianos. Francia se envejece y el promedio hoy es 1.64 hijo por mujer. Los gastos por seguro de enfermedad para las personas en fin de vida se eleva a seis mil millones de euros por año. Para un Estado para quien lo único que prima es el gasto público, los ancianos dan perdida. Para eso hay que inventar una forma de desembarazarse de ellos pero de una manera educada, con una palabra tan dulce como “eutanasia”. Decía Orwell: “para cambiar una sociedad es suficiente de cambiar las palabras”.
La eutanasia provoca una triple ruptura de confianza: con el personal sanitario, con el prójimo y con la institución. La primera confianza es la del paciente con el médico a quien el paciente confía todo su cuerpo y toda su angustia. Se pierde esa confianza desde el momento que es la misma mano la que cura y la que mata. La ruptura de confianza con la familia, pues el gesto letal de bajar el pulgar puede ser hecho por un familiar. La tercera ruptura de confianza es con las instituciones: el Estado mata. Los hospitales y los asilos de ancianos caerán también bajo sospecha. Se arriesga de instalar la sospecha por todos lados.
La modernidad se ha construido sobre los conceptos cristianos, pero invertidos. El primero en hablar del hombre nuevo fue san Pablo. Ese concepto ha sufrido en siglos recientes una nueva semántica: la Ilustración sometió al hombre a una regeneración desligado de su herencia, El Mayo del 68 constructor de un hombre nuevo que aspira a un hombre sin limites ni fronteras. La cultura woke pone el fin de los limites antropológicos: desaparecen los límites entre el animal y el hombre, entre la vida y la muerte, entre el robot y el hombre. Del hombre desafiliado del Iluminismo pasando por el hombre desligado de sus ataduras vitales en el ’68 se llega al hombre desencarnado de la cultura woke.
El gran colapso del paisano francés. La pérdida del campo. La gran cuestión del tiempo presente es el desarraigo. Los pueblos nómades son fáciles de manipular. La crisis de la agricultura no es una crisis agrícola, sino es una crisis de civilización. La población agrícola es la quintaesencia de una nación. El agricultor mantiene la tierra, las fuentes de la vida. Hermosa expresión utilizada por el autor: “los agricultores son los hortelanos del huerto del paraíso”. El campo significa la autonomía, no en lo económico, sino la autonomía en la mirada del mundo, pues el hombre de campo piensa por si mismo. Hay una continuidad entre la realidad de la naturaleza y el espíritu del paisano.
La pérdida del sentido del trabajo. Se han confundido los medios con el fin. “Una sociedad, dice Bernanos, muere cuando sustituye los fines por los medios”. El fin del trabajo no es el salario. El fin del trabajo es hacer una obra. Los esfuerzos, el sudor, no son mas que medios. El autor que mejor ha celebrado el honor del trabajo es Charles Peguy (1873-1914) y lo expresa bellamente en parábola de las sillas: “ yo vi, toda mi infancia, entotorar las sillas exactamente con el mismo espíritu y con el mismo corazón, y con la misma mano, conque ese pueblo había tallado sus catedrales. Había que hacer un listón bien hecho de la silla. No había que hacerlo bien por el patrón o por el salario. Había que hacerlo bien por si mismo, por él mismo”. Cuando se pierde el sentido de la obra, se pierde el sentido del trabajo, y perdido el sentido del trabajo se pierde su gusto.
La falta del valor y el coraje en una sociedad hedonista. El coraje militar pone por encima de la vida ordinaria algo mas grande que la vida: el honor y la ofrenda de la vida. La virtud siamesa en la esfera civil es la política. El poder es un servicio. La alta política es siempre sacrificial. Tres corajes políticos son necesarios: el coraje de querer ver lo que se ve; el coraje de hablar desafiando la corriente dominante; el coraje de hacer el Bien Común.
La logorrea de los políticos. Hoy no existe la oratoria sino el psitacismo. No hay mas oradores sino mas bien recitadores. Hoy se cree en el mundo de la política que la retórica es el arte de simular, de sobar el lomo, de encubrir, de fingir. Es lo contrario, es el arte de lo verdadero. Nuestra época ha olvidado que la retorica debe conjugar tres elementos: el ethos, de la coherencia de vida, el logos, de la argumentación y el pathos, del receptor. Si no hay más oradores es porque no hay nada para decir. Todo el mundo dice lo mismo y con los mismos clichés.
Los jueces se han convertido en el brazo armado de las minorías. Una oligarquía de jueces ha usurpado el poder y detesta toda la idea de soberanía y de ciudadanía. Suplantan con los “derechos del hombre” los derechos de los ciudadanos. Si el extranjero tiene tanto derecho como el ciudadano, no hay más ciudadanía. La nación se muere.
Algunos temas religiosos que trata el autor que tocan a Francia. Uno de ellos es el laicismo, que ha reemplazado una religión por otra, pues si la religión, entre otras cosas, es fundar la existencia del hombre sobre verdades intocables y decisivas, hoy estas nuevas verdades intocables están del lado del cientificismo, con características transhumanistas. En 1905, cuando el laicismo se hizo ley, el anticristianismo era un lujo en tierra de abundancia, pero hoy las cosas han cambiado: destruir la cristiandad frente al Islam es el suicidio. Francia, por su parte, perdió su primogenitura en el concierto de las naciones cristianas, pues el cristianismo ha perdido este derecho entre las diversas religiones en Francia. Un pueblo se mide por lo que ha dejado arquitecturalmente a la posteridad: Roma, el Foro, (el orden político); Grecia, el Partenón de Atenas (el orden sapiencial); Francia, las catedrales (el orden religioso).
El progresismo ha hecho estragos en Francia. Para el progresismo político, el mundo moderno nace en 1789, para el progresismo cristiano, la Iglesia comienza después del concilio vaticano II (aunque la marca es mas bien temporal que teológica). Constatación es la degradación: la modernidad creyó en la razón, la postmodernidad no cree en nada.
El tratamiento de la inmigración por parte de ciertos sectores de la Iglesia. Primero es un tema antropológico, moral, político, económico y religioso. A quien le toca tratarlo es a la política, pues es un tema político. Es un tema difícil a tratar y más difícil a solucionar. Se hace más hincapié en el derecho de emigrar que en el derecho de permanecer: el desarraigo nunca es la solución para un hombre y una familia. Los jóvenes, la primavera de una sociedad, emigrando son como el árbol que se le cortan las ramas cuando la savia esta arriba. No crece más. Se le quita su fuerza para crecer. En muchos casos cierta inmigración que no se asimila produce, lo que Arturo Pérez Reverte dice: la oikofobia, es decir, el odio al lugar donde se vive.
Un tema que preocupa a muchos franceses: la Comunidad Europea. Tres son los “Padres fundadores” de la unión europea, término que evoca aires americanos: Jean Monnet, de vinatero francés a la banca internacional de Londres y mas tarde cerca de la Casa Blanca bajo la presidencia de Roosevelt, en sus Memorias hace alusión a la comunidad europea, como una etapa hacia formas de organización del futuro. EEUU fue quien diseño y este hombre ejecuto la idea de una comunidad de países sin soberanía. EL segundo personaje, Robert Schuman, convertido en secretario de Monnet llamado por las logias el “sacristán” fue también un instrumento de la poderosa Águila americana para fundar la Unión Europea. Walter Hallstein, alemán, implicado en el nacionalsocialismo, sin embargo, luego de la guerra, fue reeducado en USA, y se convertirá en el tercer instrumento para la reconstrucción de Europa principalmente para controlar a Alemania en eventuales deseos de expandirse hacia la Europa Central.
Se habla de soberanía de Europa. Es una seudo semántica, pues no puede haber gobierno sin pueblo. La soberanía se dice en relación al bien común político y esto no es mas que de un Estado soberano. A decir verdad, no es la soberanía política la que está detrás sino la soberanía de los privados. Un nuevo feudalismo, un nuevo vasallaje y tributos: la alianza de los políticos con las burocracias nacionales y la alianzas burocráticas nacionales con las oligarquías de intereses privados. Europa se ha convertido en un protectorado numérico de USA, tecnológico de Asia, demográfico del África y cultural del Islam. La solución está en el “soberanismo”, término acuñado por el autor del cual da una definición: la defensa activa del primado del poder legitimo sobre el poder de los hechos. En relación al exterior, quiere decir la defensa de la soberanía de la nación frente a la hegemonía de los imperios; hacia el interior, significa la afirmación de la soberanía del Estado frente a los feudalismos.
¿Europa queda fuera de la historia? Por siglos ella fue la guía del mundo. Hoy esta sometida a la servidumbre de las dos potencias: a China, con el Green Deal, es decir por la descarbonización, en la práctica es el Buy China Act; a USA, la Guerra de Ucrania, en la práctica el Buy American Act. Europa se ha convertido en uno de los proxys de los Americanos. Los asiáticos y los americanos son proteccionistas, pero para Europa preconizan un mercado abierto. En definitiva, y es lo más grave, Europa no sabe dónde está parada, ha olvidado de donde viene y no sabe adonde va. Por el contrario, para ser un poder, hay que creer en si mismo. Todas las sociedades obedecen a la misma ley.
El autor termina esta segunda parte con “Las tres trampas de Tucídides.” El autor remarca que en este mundo que desaparece se perciben tres situaciones: el regreso de los Estados poderosos con pretensiones imperiales, el desequilibrio demográfico entre el norte y el sur, y en tercer lugar, el descredito del sistema institucional global mundial: ONU, OMC, etc. Por otro lado, aparece un mundo nuevo con tres características, llamadas por algunos polemologos, “las trampas de Tucídides”. El historiador griego lo aplicó a la guerra entre Atenas y Esparta, aquella, una potencia dominante pero en decadencia y esta, una potencia en ascenso y agresiva. Así se manifiestan hoy entre nuevos imperios con estas características, USA y China, Europa y Eurasia, Israel e Irán. El autor hace este análisis geopolítico para mostrar que Francia no debe ponerse de ningún lado y bregar, como lo ha hecho desde la dinastía capeta, un poder de equilibrio que favorezca el orden de las naciones.
El lector espere la tercera parte donde el autor presenta signos de vitalidad, de recuperación y de esperanza. Hasta la tercera y última parte.
Comentarios 1
Excelente resumen. Para releerlo.. esclarecedor de esra confusion dominante a la que estamos esclavizados muchos.. si no rezamos contra!.