📖 Ediciones Voz Católica

Más leído esta semana

Somos carcas. Según vosotros, somos cavernícolas, retrógrados medievales, anticuallas. También fachas, homófobos, xenófobos y misóginos. Autoritarios con nuestros hijos, machistas con nuestras mujeres, opresores, aburridos y chapados a la antigua con nuestros alumnos. Adoradores de dictaduras, aborrecemos la democracia. Tránsfobos, inquisidores, absolutistas y negacionistas.

No nos creemos vuestros géneros ni ninguno de vuestros delirios ideológicos respecto a la sexualidad humana y la familia. Sabemos que solo son construcciones discursivas –absolutamente vacías de contenido y de verdad- para tratar de destruir el orden natural creado por Dios. Tampoco nos creemos vuestros relativismos, falsos ecumenismos y multiculturalismos. Sabemos que la verdad existe y se puede conocer, que no todas las religiones son igualmente verdaderas y que no todas las culturas favorecen y potencian del mismo modo el bien y la verdad.

Aborrecemos vuestra cultura de la muerte, porque amamos la vida. Amamos a nuestros bebés desde el momento de su concepción, y honramos a nuestros mayores. Vosotros matáis a unos y abandonáis –ahora, también matáis- a los otros, porque solo os amáis a vosotros mismos.

Aborrecemos vuestro adoctrinamiento a edades cada vez más tempranas. Lo detestamos y lo combatimos. En nuestras casas, junto al crepitar de los leños, seguiremos contando historias a nuestros hijos acerca de los grandes hombres del pasado, seguiremos leyendo juntos las grandes historias y enseñanzas de la Biblia y de las vidas de los santos, y seguiremos educando a nuestros hijos –con palabras y con la propia vida- en el amor, el bien y la búsqueda de la verdad. En nuestras casas no hay televisión, la televisión de nuestros hijos somos nosotros.

Aborrecemos vuestras leyes educativas, que solo sirven para generar individuos sin alma, vacíos y perdidos, sin referentes ni conocimientos sustanciales. Su vacuidad es vuestra garantía para ejercer el poder. Les queréis tontos, sin capacidad de uso racional y con el único fin en la vida de entretenerse y acumular experiencias emocionales diversas. Nos tendréis en frente, haciendo virtuosos a los nuestros.

Aborrecemos la dualidad borreguil que lleva tiempo instalada en las mentes no pensantes de nuestros contemporáneos, según la cual, si algo no es democrático, entonces es dictatorial y malo; no, tenemos nuestro propio pensamiento político, fuera de las categorías irracionales y pueriles en las que este pretende ser encasillado. Sabemos que la democracia no es Dios, sino una simple forma de gobierno. Y que la peor de las dictaduras podría ser de carácter democrático.

Aborrecemos las adicciones que promovéis. No consumimos pornografía, pues amamos a nuestras mujeres. No consumimos drogas, pues no necesitamos evadirnos de la realidad. No nos pasamos el día entero delante de una pantalla con el único fin de entretenernos, pues nos gusta la realidad tal y como Dios la ha planteado. No nos obsesionamos con los likes, ni las visitas virtuales, ni el qué dirán, pues ya nos sabemos amados. No nos pasamos el día comprando, pues ya lo tenemos todo. No nos medicamos sin sentido ni concierto, ni nos obsesiona nuestra salud corporal, pues sabemos más importante la salud del alma.

Somos la escoria de la sociedad.

Sin embargo, seguiremos avanzando en el conocimiento de la verdad, actualizando en nuestro ámbito cotidiano el acervo cultural recibido, no adorando sus cenizas sino el fuego de la verdad. Seguiremos aborreciendo las ideologías –todas y cada una de ellas-, por su evidente enajenación y alienación con la realidad.

Seguiremos amando a la persona humana, sea quien sea, venga de donde venga y tenga los desvaríos que tenga, pues Dios nos manda amar al prójimo como a nosotros mismos, por amor a Dios. Seguiremos amando –y por ello, castigando y corrigiendo- a nuestros hijos y ellos seguirán amándonos y agradeciendo, cuando les toque, nuestra responsabilidad educativa hacia ellos.

Seguiremos amando y tratando bien a nuestras mujeres, imitando el amor de Cristo con su esposa la Iglesia, y seguiremos enamorados de ellas como lo estamos de la Santísima Virgen. Seguiremos dando ejemplo a nuestros hijos de que es posible el matrimonio para toda la vida, porque es posible el amor auténtico y verdadero, aquel que es paciente, servicial, atento, desinteresado y tenaz.

Seguiremos ejerciendo la autoridad que Dios nos ha dado para con nuestros alumnos, exigiéndoles un cierto rendimiento, estudio, trabajo y esfuerzo, porque creemos en sus capacidades y estamos obligados a potenciar cada una de las armas con las que han sido dotados para hacerse adultos. Seguiremos leyendo y transmitiendo a nuestros hijos y alumnos las grandes gestas de su patria, así como sus capítulos más oscuros, fomentando la lectura y el conocimiento de la historia.

En nuestra vida social, seguiremos obedeciendo con mansedumbre a nuestras autoridades, siempre y cuando no atenten contra la Ley de Dios, y seguiremos siendo buenos ciudadanos, cuidando y respetando a nuestros compatriotas.

En nuestros trabajos seguiremos haciendo nuestras tareas con diligencia y con amor, tratando bien y con toda la dignidad a nuestros empleados y sometiéndonos mansamente a nuestros jefes.

Seguiremos sabiendo que hay una naturaleza de las cosas, que hay un orden natural inscrito por Dios en toda la Creación, seguiremos pensando y viviendo como si no todo fuera igualmente bueno, válido y verdadero. Seguiremos sabiendo que no es lo mismo el bien que el mal, que no tienen las mismas consecuencias.

Nosotros, carcas y cavernícolas, seguiremos rezando al Dios de nuestros padres y abuelos. Seguiremos intentando imitar a Jesucristo y seguiremos tratando de guardar sus mandamientos, pues está escrito: “El que guarda mis mandamientos, ese me ama.” Seguiremos hablando y predicando, pues se nos dijo: ”id por el mundo entero y proclamad el evangelio”. Seguiremos diciendo la verdad, sin miedo a ser humillados, pues nadie fue más humillado que Nuestro Señor.

Vosotros tenéis el poder, nosotros la Verdad y el Amor. Creéis que sois libres, pero sois esclavos de vuestras propias pasiones, del dinero, del prestigio y de la opinión pública. Nosotros, esclavos de Cristo y de María, somos libres, pues nos dan igual los honores terrenales. Vuestra patria es vuestra propia soberbia y codicia, nuestra patria es el Cielo. En vuestras obras, os buscáis a vosotros mismos, y no os encontráis; nosotros, que ya sabemos quiénes somos, solo esperamos que nuestras obras, palabras y pensamientos reflejen el amor de Dios.

Aparentemente bellos por fuera, estáis podridos por dentro. Os creéis seres de luz, pero estáis en tinieblas. Nosotros somos la luz del mundo, y no puede ponerse esa luz debajo del celemín, por eso seguiremos predicando públicamente la verdad, allá donde estemos, con palabras y obras. No conseguiréis atraparnos y reducirnos en esa estéril y falsa laicidad según la cual cada uno tiene sus propias creencias y deben quedarse en su ámbito privado y personal. Nuestra fe es católica, es universal e impregna cada una de las facetas de nuestra vida. La haremos pública siempre. Y no podréis evitarlo. No con la fuerza bruta, ni con golpes de estado ni nada por el estilo, pues nuestra única fuerza será el Amor. Podréis ponernos en campos de concentración, podréis cortar nuestras lenguas, podréis tratar de silenciarnos en las redes de comunicación, podréis censurar lo que queráis… y seguiremos dando ejemplo con nuestra vida entera. Nos mataréis, y nuestra sangre regará el espíritu de las generaciones venideras. Lo siento, todos vuestros intentos serán inútiles.

Sabemos de vuestros planes totalitarios y anticrísticos, sabemos a quién le habéis vendido vuestra alma. Pero no os tenemos miedo. Nada podrá apartarnos del amor de Cristo. El único miedo que tenemos es no desear ni perseguir nuestra santidad. Estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Por eso nos odiáis. Nosotros, seguiremos amándoos y pidiendo por cada una de vuestras almas. Y seguiremos, y seguiremos, y seguiremos hasta el final. Y muchos de los que nos encontremos por el camino, querrán también ser unos carcas. Dios lo quiera.

 

Seguir Leyendo

Comentarios 13

  1. Natalia Sayago dice:

    AMEN! Y GLORIA A DIOS Y NUESTRA MADRE VIRGEN MARIA.

  2. Para la Gloria de DIOS hermanos, sigan adelante, quiero ser de esta forma de pensar, MAMITA Interceda por nosotros

  3. Cristina dice:

    Qué inspirador, Ignacio. Muchas gracias!

  4. Cristiano dice:

    Muy buen artículo! Un gran resumen de lo que sucede hoy en torno a la Igledia y la respuesta verdadera a este gran problema

  5. Conchita Palazuelo dice:

    Querido Ignacio, me identifico plenamente con tu pensamiento, nuestra sociedad está corrompida! Te animo a seguir por el camino que has elegido.
    Qué Dios envíe a sus Ángeles para que te protejan .
    Un abrazo en Cristo y María Stma.

  6. Dalia valente dice:

    Muy buenos días hermanos !! Que el espíritu del señor nos siga iluminando para seguir escuchando su voz y que nuestra santísima madre nos acompañe en este camino tan lleno de espinas gracias hermano por su reflexión bendiciones para todos

  7. Roxana dice:

    Gracias Ignición por compartir tu sabiduría, eres la sal y la luz de este mundo.

  8. Damaris Pérez dice:

    ¡¡¡ Felicidades, Ignacio !!! Doy gracias a Dios y a la Virgen, por el coraje y valentía para defender la verdad de Jesucristo. Bendiciones!!!

  9. Francisco Tostòn de la Calle dice:

    Felicitaciones por ese ideal humano y cristiano tan maravilloso. Al ponerlo en plural quiere decir que no solo es al autor el que cumple con ese ideal sino que es todo un grupo el que lo cumple. Yo, lamentablemente, no conozco ni a un individuo y ni a un grupo que lo cumpla a cabalidad, tal como está descrito. Solo veo clara la distinción entre el nosotros, carcas, y el ellos, los malos. Es decir, se trata de un maniqueísmo en el que lo bueno y lo malo están perfectamente diferenciados. Y eso no existe, tal como nos lo sugiere la parábola de la cizaña..

    • Ignacio dice:

      Francisco, le he contestado por privado. Saludos.

  10. Javier Anzoategui dice:

    Estimado Ignacio:
    Gracias por sus palabras, por el magnífico resumen de aquéllo por lo cual vivimos y luchamos. Un faro en la tormenta. Los “metaxu” -mediadores- de que hablaba Simone Weil. Desde Bella Vista, Argentina, un saludo cordial. Javier Anzoátegui.

  11. Marta dice:

    ¡Gracias, Ignacio! ¡Dios te bendiga mucho!

  12. pepe reina dice:

    hola ignacio, estamos de acuerdo con los puntos dichos de tu persona, OHHH DIOS TODO PODEROSO QUE DE GLORIA NOS EVADES, gracias por estas verdades
    salutaciones