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La nueva Jerusalén

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La nueva Jerusalén

<p style=”text-align: justify;”>El&nbsp;<em>Apocalipsis</em>&nbsp;es un libro que habla de ciudades, empezando por las siete en que est&aacute;n establecidas las comunidades a las que se dirigen las sendas cartas de los primeros cap&iacute;tulos. Pero sobre todo hay dos grandes ciudades, Bablilonia (Roma) y Jerusal&eacute;n, que son descritas tanto en su realidad terrena como en su simbolismo e incluso personificadas como mujeres. Pertenecer a una ciudad era esencial para los lectores de san Juan. En sus tiempos, no se pod&iacute;a concebir la existencia humana social sin una ligaz&oacute;n a una comunidad de la cual se recib&iacute;a la cultura, la vida, la protecci&oacute;n y hacia la cual se ten&iacute;a una consciente responsabilidad. Pero con los primeros conflictos y persecuciones, los cristianos se encontraron en una encrucijada: la Jerural&eacute;n terrena los rechazaba, y de ella tuvieron que huir despu&eacute;s de los primeros encarcelamientos, azotes y asesinatos; y desde el 70, la misma ciudad y el templo quedaron arrasados. Roma, por su parte, se mostr&oacute; intolerante con esta religi&oacute;n que se negaba a adorar a los dioses paganos y no reconoc&iacute;a m&aacute;s que un Dios creador omnipotente. Sin una, ni otra, Juan les hace mirar hacia arriba, hacia una Jerusal&eacute;n que desciende del Cielo como Novia y Esposa, y los alienta a vivir en esta Babilonia terrena sin mezclar sus corazones en el lodo de sus abominaciones.</p>

 

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