Aclaración africana a la Aclaración de la Declaración

En la Aclaración (4-1-24) a la Declaración Fiducia supplicans (18-12-23), los firmantes, cardenal Fernández y mons. Matteo, en referencia a la reacción de muchas conferencias africanas en contra de las bendiciones de parejas irregulares, y en particular las del mismo sexo, la atribuían a razones culturales y, más precisamente, a situaciones político-culturales (de persecución e intolerancia hacia ese tipo de uniones en la sociedad africana). Dice expresamente el n. 3:

“El caso de algunas Conferencias episcopales debe comprenderse en su contexto. En varios países hay cuestiones fuertemente culturales e incluso legales que requieren tiempo y estrategias pastorales más allá del corto plazo. Si hay legislaciones que penalizan con la cárcel, y en algunos casos con torturas e incluso la muerte el solo hecho de declararse gay, se entiende que sería imprudente una bendición. Es evidente que los Obispos no quieren exponer a las personas homosexuales a la violencia. Lo importante es que estas Conferencias episcopales no sostienen una doctrina diferente a la de la Declaración aprobada por el Papa, porque es la doctrina de siempre, sino que plantean la necesidad de un estudio y discernimiento para actuar con prudencia pastoral en ese contexto”.

Con la Nota del “Simposio de conferencias episcopales de África y Madagascar” (que representa a todas las conferencias episcopales del continente africano), titulada “Ninguna bendición para parejas homosexuales en las iglesias africanas”, del día de ayer (11-1-24), los autores del anterior fragmento habrán comprendido que cometieron un grave error de comprensión de la actitud de los prelados africanos, pues en el texto —que por otra parte lleva el visto bueno del Santo Padre y del mismo Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la fe— queda claro que las razones principales no son circunstanciales y culturales sino doctrinales y de fondo-fondo. En concreto, el valioso documento señala que las motivaciones (“esta decisión se basa…”) para evitar tales bendiciones son (y damos el orden en que aparecen): 1º los actos homosexuales, según “la enseñanza constante de la Iglesia” son “intrínsecamente desordenados” (se cita la Declaración “Persona humana”, n. 8); 2º “y contrarios a la ley natural” (en tanto “cerrados al don de la vida” y no “procedentes de una auténtica complementariedad afectiva y sexual, no deben aprobarse en ninguna circunstancia”; y se cita el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2357). Esta posición, dice el texto, se basa “en la Palabra de Dios” (y se citan varios pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento); 3º recién en último lugar e introducido por el adverbio “además”, se señala “el contexto cultural en África”, pero no para referirse a las consecuencias políticas o policiales (persecución, cárcel, castigos) sino a la cultura “arraigada profundamente en los valores de la ley natural con respecto al matrimonio y a la familia”, lo que hace que “las uniones de personas del mismo sexo” se perciban “como contradictorias a las normas culturales e intrínsecamente corruptas”.

No hay nada que agregar, salvo que muchos teólogos europeos harían bien en tomar algunas clases de catecismo y doctrina católica en alguna universidad africana o al menos tratar de conocer mejor su cultura, que no es precisamente de miedo a la persecución (lo que está a la orden del día en muchos lugares) sino de respeto por la ley de Dios y por la Palabra revelada.

P. Miguel Ángel Fuentes, IVE