Contemplando el abandono sin razón
de los hombres que la infamia convenció,
el Eterno, compasivo, sentenció
asumir la humanidad y un Corazón:
Benigno, que acogiera a los heridos;
sensible, que supiera de flaquezas;
sincero, sin ambages ni cortezas;
radiante, luz y guía de perdidos;
Paciente, tierno, fuerte, generoso;
en fin, tan portentoso y aledaño,
que oyera quien quisiera sus latidos
Llamando a su regazo junto al gozo
sin fin del que regresa a su rebaño:
morada y redención de los perdidos.
P. Jason, IVE.
Comentarios 2
De corazón digo que es un soneto bello y conmovedor.
Cuando al P. Jorquera le toque ir a rendir cuentas ante el Amo Santísimo, Él le dirá, como a Sto. Tomás de A.: «Has hablado bien de Mí».
Mejor bienvenida, imposible.
Hermoso soneto gracias