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En 2007 se estrenó una película llamada “El reino”. Se trataba de un equipo del FBI que fue enviado a investigar un ataque terrorista en una base militar en Oriente Medio con el fin de atrapar o matar al jefe de la organización terrorista. Uno de los militares que murió en ese atentado era el marido de una de las personas del equipo del FBI. El jefe (Jamie Foxx), para consolarla, le susurra algo en secreto al oído que nadie más puede oír.

El equipo del FBI finalmente encontró al jefe de esta organización y le disparó. Mientras moría, su hijo y su nieto lo abrazaron, él le susurró algo al oído a su nieto y luego murió. ¿Qué dijeron los dos? Los dos dijeron lo mismo: “los vamos a matar a todos”.

Esta es la respuesta del mundo ante las ofensas y heridas que nos causa el prójimo: odio, venganza, rencor, etc. Para los estándares del mundo, no hay otra respuesta que esa.

Sin embargo, para los cristianos la respuesta debería ser completamente distinta: la respuesta debería ser el perdón. Frente a un conflicto con el prójimo, la conducta o actitud que debe tener el cristiano es la del perdón. ¿Por qué? Porque aunque parezca lo contrario, el perdón, y no el odio ni la venganza, es una auténtica acción humana.

Para entender esto, es necesario entender qué significa hablar de una acción humana auténtica. Una acción humana auténtica es aquella que nos habilita para el bien, es decir, nos hace mejores como personas. La persona humana, con su libertad, tiene la capacidad de decidir y se vuelve más o menos buena según sus elecciones.

Ambas cosas se verifican de manera muy clara en el acto de perdonar. Perdonar es un acto predominantemente libre, porque para perdonar hay que ir en contra de las propias pasiones: odio, rencor, etc., que son las mismas pasiones que coartan la libertad. De hecho, quien no perdona acaba siendo esclavo de su propio dolor y rencor. Precisamente por eso, muchas enfermedades espirituales y psicológicas son consecuencia de la falta de perdón. Un psicólogo dijo una vez que en todas las personas que lo consultaban, siempre encontraba falta de perdón. 

En segundo lugar, es un acto que produce un bien a la persona. Cuando alguien perdona, aunque parezca que el primer beneficiario de ese perdón es la otra persona, sin embargo, quien experimenta el mayor bien es quien perdona, ya que se hace un gran bien a sí mismo. Esto es así porque el odio, que es contrario a la caridad, hiere o incluso destruye la caridad en nosotros, mientras que el perdón la restaura.

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Comentarios 1

  1. Maria Inés Groppi dice:

    Vamos a matarlos a todos.
    Si,el perdón nos libera,es un don regalado el saber perdonar.Jesus perdono en la.cruz,y a nosotros con la confesion,siempre.

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