“Quiero que las almas crean en mi Misericordia, que lo esperen todo de mi Bondad, que no duden nunca de mi Perdón.” Yo soy el
LETANÍAS DEL AMANTÍSIMO CORAZÓN DE SAN JOSÉ Señor, ten piedad. Señor, ten piedad. Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad. Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
V: Señor, ten piedad de nosotros. V: Cristo, ten piedad de nosotros. V: Señor, ten piedad de nosotros. V: Cristo, óyenos. V: Cristo, escúchanos. V:
La Iglesia católica señala quince promesas que el beato Alano de la Roca (en francés, Alain de La Roche) declaró recibir de la Virgen María,
El padre Claudio de sl Colombière no sabía lo que encontraría en esa pequeña ciudad, pero sus superiores que estaban al tanto de las visiones
Método escrito por San Luis María para las Hijas de la Sabiduría [1] Me uno a todos los santos del cielo, a todos los justos
Estos métodos tienen un carácter marcadamente cristológico; en ellos la alabanza y la intercesión de María nos llevan a la contemplación de Cristo, conforme a la misión de la Madre de Jesús, que consiste en conducirnos al Hijo.
Los métodos son también una ayuda pedagógica para hacer del Rosario una verdadera oración de alabanza divina y santificación humana por la contemplación de los misterios de la vida, de la pasión y de la gloria de Jesús y de María.
Mi misión era presentar a la Iglesia en su primera edad una sola palabra acerca del Verbo increado de Dios Padre, que bastase hasta el fin del mundo para satisfacer la inteligencia de toda la raza humana sin que nadie, sin embargo, llegase nunca a entenderla en toda su plenitud. Pero publicar la suavidad de estos latidos estaba reservado para los tiempos modernos, a fin de que al escuchar tales cosas el mundo, ya senescente y entorpecido en el amor de Dios, se torne otra vez a calentar
Debemos asistir a la Santa Misa con los mismos sentimientos que si hubiéramos sido testigos de la muerte de nuestro Salvador en el Calvario. O mejor: debemos intentar entrar en los sentimientos que anidaban en nuestra querida Madre y el discípulo amado». El recogimiento, el silencio, una actitud humilde y un respeto profundo son disposiciones necesarias. Pero tienen que estar sostenidas por una fe viva: recordar que estamos asistiendo a un sacrificio del que Jesucristo es la víctima, y es por nosotros por quienes se ofrece ese sacrificio.