El escapulario verde: un auxilio venido del cielo
El escapulario verde es un sacramental que la Santísima Virgen nos entregó por medio de Sor Justina Bisqueyburu, contemporánea de Santa Catalina Labouré (a quien
El escapulario verde es un sacramental que la Santísima Virgen nos entregó por medio de Sor Justina Bisqueyburu, contemporánea de Santa Catalina Labouré (a quien
Francisco de Jesús Marto, uno de los tres niños que en 1917, tuvieron la gracia de recibir la visita de Nuestra Señora en Fátima, Portugal.
Estos métodos tienen un carácter marcadamente cristológico; en ellos la alabanza y la intercesión de María nos llevan a la contemplación de Cristo, conforme a la misión de la Madre de Jesús, que consiste en conducirnos al Hijo.
Los métodos son también una ayuda pedagógica para hacer del Rosario una verdadera oración de alabanza divina y santificación humana por la contemplación de los misterios de la vida, de la pasión y de la gloria de Jesús y de María.
«¡Quiero reinar!», «¡Sí, reinaré por mi Sagrado Corazón, lo prometo!». La Entronización es un apostolado social, organizado con el fin de realizar en la familia, y por esta en la sociedad, esa palabra soberana… la entronización trabaja para que esa afirmación inefable, «Reinaré por mi Corazón», sea un hecho consumado y una dichosa realidad, hoy en el hogar, y mañana en la sociedad y en la nación.
En su carta al padre Mateo, el Papa Benedicto XV consideraba tres plagas que destruyen la familia: «El divorcio, que quebranta la estabilidad; el monopolio de la enseñanza, que elimina la autoridad de los padres; la búsqueda del placer, que con frecuencia se opone a la observancia de la ley natural».
Entre las múltiples ocupaciones del servicio sacerdotal y pastoral, se dirige mi pensamiento y mi corazón desde el momento en que Cristo me ha llamado a esta Cátedra, sobre la que en otro tiempo San Pedro respondió a fondo, con su vida y su muerte, a la pregunta: “¿Me amas? ¿me amas más que a éstos … ?” (cfr. Jn 21. 15-17)
Jesucristo, después de haber presentado a los discípulos la cuestión de la renuncia al matrimonio “por el Reino de los Cielos” ¿no ha añadido tal vez aquellas palabras significativas: “el que pueda entender, que entienda? ” (Mt 19, 12).
Aveces la gente cree que los Evangelios y otras fuentes cristianas no son históricamente confiables. En cambio …. En la antigüedad, los documentos (de cualquier naturaleza; religiosos, históricos, literarios, etc.) se escribían en papiros o pergaminos, materiales todos que eran fácilmente perecederos. Por dicha razón, también el trabajo de copiar los textos originales era habitual, para no “perder” los diversos documentos con el tiempo.
Nazareth, Febrero 12 de 1900. Mi querida Mimí: Acabo de recibir el telegrama enviado ayer. Has debido sentir pena por la muerte de esta criatura,
Gran bien es la confianza y la libertad en expresarse y saber posponerlo todo a la confesión de Cristo: ¡tan grande es y tan admirable que el Hijo Unigénito al hombre que lo posee, lo proclama delante de su Padre! Aunque, a decir verdad, la recompensa no es igual. Tú confiesas a Cristo en la tierra, y Él te confiesa en el cielo; tú, delante de los hombres; Él, delante del Padre y de los ángeles. Así era el Bautista: no atendía a la multitud, tampoco a la gloria ni a otra cosa alguna, sino que todo eso lo pisoteaba; y con la libertad que conviene, a todos predicaba lo tocante a Cristo. El evangelista nota el lugar para declarar por aquí la confianza y seguridad del Bautista, quien con resonante y clara voz, no en un esquina, no en una casa, no en el desierto, sino junto al Jordán, ante una multitud, presentes todos cuantos se habían bautizado (pues había ahí aun judíos), hizo su admirable confesión de Cristo, llena de sublimes, arcanas y altas verdades; y dijo que no se sentía digno de desatar la correa de sus sandalias.
No hay nada sobre la Tierra que dé más gloria a Dios que el Santo Sacrificio de la Misa. No hay ninguna otra acción en el mundo que se deba realizar con mayor respeto, atención y devoción.
En este misterio, todo es grandioso. El poder que Dios muestra en la Misa es infinito, un amor sin límites, una paciencia extrema. «En la Eucaristía se vuelve a hacer presente, real y verdaderamente, el sacrificio de la Cruz, el sacrificio real e incruento de la misma víctima inmolada en el Calvario, que se ofrece a sí mismo al Padre como holocausto en expiación por nuestros pecados.
La compasión, que comparte las penas de los que sufren para suavizárselas, llora con los que lloran, participa en las dificultades de todos y se afana por aliviarlas, o carga personalmente con ellas.
La alegría santa, que toma también para sí los gozos ajenos con el fin de acrecentarlos y proporcionar a sus colegas todos los consuelos y dicha de la virtud y de la vida de comunidad. San Pablo nos ofrece un admirable ejemplo de la caridad que adopta todas las formas para ser útil al prójimo: Híceme flaco con los flacos, por ganar a los flacos. Híceme todo para todos, por salvar a todos (1 Co 9, 22). ¿Ouién enferma, que no enferme yo con él? ¿quién se escandaliza, que yo no me requeme? (2 Co 1 1 , 29).