Apostolado Eucarístico – San Pedro julian eymard

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“Fuego vine a traer al mundo, y todo mi deseo es que abrase al universo entero”, dijo Jesús.

Ahora bien, según san Juan Crisóstomo, este divino fuego es la Eucaristía: carbo est Eucharistia que nos inflammat. Los incendiarios de “este fuego eucarístico son todos aquellos que aman a Jesús, pues el amor verdadero apetece el reinado y la gloria del Amado”.

La Eucaristía es el reinado de Jesucristo en el mundo, y más aún en los corazones de sus hijos. Tal es la bella y amable misión…

Su verdadero nombre, gracia y virtud es ser discípulo y apóstol del amor eucarístico. Más ¿cuáles son las obras de este apostolado eucarístico?

Todo aquello que pueda redundar en gloria del Dios de la Eucaristía es objeto de su celo y todo puede referirse al servicio de Jesús en el santísimo Sacramento, que de todo es Él gracia y objeto. El amor no tiene más que una ciencia, un lenguaje, un deseo, un placer, que es hacer que Jesucristo sea conocido, amado y servido en la sagrada Eucaristía.

Darlo a conocer a los que no le conocen, enseñarlo a los niños, a los hombres necios e ignorantes, revelarlo más plenamente a los que le conocen ya, y eso por las obras del catecismo, de los ejercicios espirituales, de la Agregación, las Semanas Eucarísticas, etc.

Nuestro Señor no es conocido ni siquiera de los que parecen poseer la ciencia de su doctrina y de su vida. Si fuera más conocido, sería mejor servido y adorado y más a menudo visitado. Cuando menos, se hablaría de Él en las conversaciones entre cristianos, entre personas piadosas, y no sería como un Dios muerto y sepultado, como un Dios desconocido. Ya no se atreve uno a pronunciar su nombre en público. Desgraciadamente, Jesucristo casi no es más que un extranjero en medio de los suyos. Por eso mismo hay que revelarle, manifestarle y llevarle sus hijos pródigos.

Es trabajar para que sea amado. Por el amor divino hay que volver los pueblos a la virtud, a la religión y a la fe. No hay medio más eficaz y acaso sea el único que nos queda para combatir la indiferencia que reina en el mundo y conquista hasta los corazones de los fieles. Hay que atacar con este fuego divino el frío que paraliza los corazones y los miembros de la sociedad. Mostrando el amor de Jesucristo, se despertará en los corazones aletargados el sentimiento del amor y la necesidad de la virtud. Si se ven constreñidos a practicar actos de adoración al pie del santísimo Sacramento, se convertirán en adoradores en espíritu y en verdad. Hay que urgir, empujar, llevar a viva fuerza los convidados a las bodas del rey. Una vez que hayan gustado lo dulce que es el Señor y hayan hecho un acto de adoración, la gracia acabará lo demás. Más un apostolado así requiere varones de ánimo valeroso, dispuestos a abrazar la locura de la cruz para tener la virtud de la misma, prestos a afrontar las humillaciones y los desprecios de los prudentes del siglo, para que Jesucristo sea amado y glorificado; pues es esta toda la recompensa que ellos deben desear. ¡A vos, Señor, amor, alabanza y gloria; para mí el olvido, el menosprecio y la humillación! ¡Reinad…, que estoy satisfecho de morir!

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Comentarios 2

  1. Loreto Romero dice:

    Que “BELLEZA”!, que Verdad aunque cruda y dolorosa que sea, no se torna bella toda ella cuando al término de las letras se devela, el misterio palpitante del Corazón firmante de este secreto revelador?, no hay duda que un “fuego enciende a otros fuegos” y aviva la llama de esta Hoguera donde anhelamos ser consumados por Amor!!! GRACIAS infinitas por compartir este “pequeño texto”, suficiente para encender nuestra humeante ceniza de Amor!🙏🏻❤️🔥🔥🔥

  2. Roberto dice:

    Excelente!!!!!!🔥🔥🔥

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