Me dirijo sobre todo a vosotros, queridísimos chicos, chicas, jóvenes y menos jóvenes, que os halláis en el momento decisivo de vuestra elección. Quisiera encontrarme con cada uno de vosotros personalmente, llamaros por vuestro nombre, hablaros de corazón a corazón de cosas extremadamente importantes, no sólo para vosotros individualmente, sino para la humanidad entera.
Quisiera preguntar a cada uno de vosotros: ¿Qué vas a hacer de tu vida? ¿Cuáles son tus proyectos? ¿Has pensado alguna vez en entregar tu existencia totalmente a Cristo? ¿Crees que pueda haber algo más grande que llevar a Jesús a los hombres y los hombres a Jesús?…
Es obvio que rezar por las vocaciones no quiere decir ocuparse únicamente de las vocaciones de los demás. Para todos, pero especialmente para vosotros, significa comprometer directamente la propia persona, ofrecer la propia disponibilidad a Cristo. Ya sabéis que Él tiene necesidad de vosotros para continuar la obra de salvación. ¿Permaneceréis, entonces, indiferentes e inertes?
Hoy, queridísimos jóvenes, son muchas las voces que intentan invadir vuestras conciencia, ¿Cómo distinguir la Voz que da el verdadero sentido a vuestra vida? Jesús se hace sentir en el silencio y en la oración. En este clima de intimidad con Él, cada uno de vosotros podrá percibir la invitación, dulce y al mismo tiempo firme, del Buen Pastor que le dice: “¡Sígueme!” (cf. Mc 2, 14; Lc 5, 27).
Muchos de vosotros estáis llamados a hacer presente el sacerdocio de Jesús; otros muchos a darse totalmente a Él viviendo una vida casta, pobre y obediente; muchos a lanzarse como misioneros por todos los continentes. Muchas jóvenes están llamadas a ofrecer su amor exclusivo a Cristo, único Esposo de su vida. Cada llamada de Cristo es una historia de amor única e irrepetible.
¿Cuál es vuestra respuesta? ¿Os falta tal vez coraje para responder que sí? ¿Os sentís solos? ¿Os preguntáis si es posible comprometerse en el seguimiento de Jesús de modo total y para toda la vida?
Si Él os llama y atrae hacia Sí, estad seguros de que no os abandonará. Muchas veces leemos en el Evangelio: “¡No tengáis miedo!” (cf. Mt 14, 27; Mc 6, 50); “No os dejaré huérfanos” (Jn 14, 18). Quiere decir que Él conoce nuestras dificultades y da a los llamados fuerza y ánimo para superarlas. Jesús es todo en nuestra vida; por tanto, ¡fiaos de Él!
“Oh Jesús, Buen Pastor, Concede a todos los llamados la fuerza de abandonar todo para elegirte sólo a Ti”
San Juan Pablo II (11 de febrero de 1984)
Y compartimos hoy también un video del ACTO DE CONSAGRACIÓN DEL MUNDO AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA de San Juan Pablo II, en la Plaza de S. Pedro el 25 de Marzo de 1984, solemnidad de la Anunciación.
Comentarios 2
No hay mas Amor que el de Dios…..no hay mas paz que en El……mi vida dejo de ser mia, creia que era mia, siempre ha sido de El. Y en El esta la respuesta. Una vez me tumbo de la cama para decirme: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida…….EStaba de estudiante viviendo sola en una casita….a media noche desperte sudando, no se si me cai, lo unico que me recuerdo era estar en el suelo con medio espalda recargada en la cama; tome el evangelio que tenia en mi mesa de noche y lo abri. Ese fue el pasaje que lei, Juan 14:6. Ahora se: Nadie viene al Padre, sino por mi. Y me Llevo. Que locuras parecieran que digo. Pero me llevo a El. Y no estoy muerta y no soy santa. En Sus Manos Estamos. Bendiciones.
Yo no soy joven,es una lástima pues con tanta belleza,en la formación continua he encontrado mi vocación…