El cardenal Jósef Mindszenty, obispo de Veszprém (en Hungría), luego de haber sido liberado de la prisión nazi, vuelve a su diócesis y allí realiza un recorrido por parte de su territorio donde los rusos habían ingresado desde el este. En su autobiografía relata las atrocidades perpetradas por el avance de los comunistas en esa región. Sus palabras bastan para ver el fruto del marxismo:
«No encontré más que seres aterrorizados, casas saqueadas e incendiadas y parroquias desiertas… En Iszkaz, los rusos habían entrado en el templo, vistiéndose con los ornamentos sagrados y montando a caballo, habían efectuado un desfile. El joven párroco de otro pueblo, que protestó contra aquellas brutalidades, fue muerto a tiros. También mataron a la mujer de un notario, antes violada por diecisiete soldados, y a su hijo que, a la vista de aquellas crueldades cometidas ante su casa, comenzó a gritar y pedir auxilio. El marido que quiso proteger a su esposa fue detenido como “criminal de guerra” por resistencia al Ejército Rojo. Durante mi recorrido, escuché por doquier idénticas quejas y lamentos; por doquier se había asesinado y violado. No se libraron las niñas ni las ancianas.
Cuando nos reunimos, al término de la guerra, en el mes de mayo, para celebrar la primera conferencia episcopal, los pastores de las 12 diócesis no informaron de otra cosa que de crueldades y sangrientas violencias. Cientos de millares de personas se habían quedado sin techo o habían sido llevados, como ganado, hacia el Este. Cuando le pregunté a un viejo jornalero del pueblo de Somogy:
– ¿También le liberaron a usted?
Su respuesta fue:
– Si; me liberaron de sombrero y los zapatos».
MINDSZENTY Jósef, Memorias, Ediciones Palabra, Madrid 2009.