Medios de perseverancia – S Juan Bosco (1 de 3)

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Texto extraído de “El Joven Cristiano” de S Juan Bosco

 

Artículo 1º. —Conducta que ha de observarse en las tentaciones

Ya desde vuestra más tierna edad trata el demonio de ha­ceros caer en pecado y de apoderarse de vuestra alma; por eso debéis vigilar continuamente para no caer cuando seáis tenta­dos, es decir, cuando el demonio os incitare a hacer el mal. Es de mucha utilidad, para preservaros de las tentaciones, el apar­taros de las ocasiones, de las conversaciones escandalosas, de los espectáculos públicos, donde no se ve nada bueno y donde siempre hay que temer grave perjuicio para el alma. Procurad estar siempre ocupados en el trabajo o estudio; cuando no, di­bujando, cantando o tocando algún instrumento; y cuando no sepáis qué hacer, divertíos con algún juego inocente o leed al­gún libro bueno, pero siempre con permiso de vuestros padres o superiores. “Procura, dice San Jerónimo, que el demonio nun­ca te encuentre desocupado”.

Cuando advirtáis que sois tentados, no deis lugar a que la tentación se posesione de vuestro corazón; al contrario, rechazadla al instante por medio del trabajo y de la oración. Si continúa, haced la señal de la cruz y besad algún objeto bendito, diciendo: “María, auxilio de los cristianos, rogad por mí”; o bien: “Protector mío San Luis, haced que nunca ofen­da a mi Dios”. Os indico este santo porque ha sido propuesto por la Iglesia como modelo y protector especial de la juventud. En efecto, San Luis, para vencer las tentaciones, huía de todas las ocasiones, ayunaba a pan y agua, se disciplinaba de tal ma­nera, que su vestido, el piso y las paredes de su cuarto quedaban salpicadas con su inocente sangre. Así obtuvo una completa victoria sobre todas las tentaciones; del mismo modo la obten­dréis vosotros también si procuráis imitarle a lo menos en la mortificación de los sentidos y especialmente en la modestia, y si le invocáis de corazón al ser tentados.

 

Artículo 2º. —Astucias de que se vale el demonio para engañar a la juventud.

El primer lazo que suele tender el demonio a vuestra alma para perderla es la falsa idea que os sugiere de que no podréis continuar mucho tiempo por la difícil senda de la virtud y alejados de todos los placeres durante cuarenta, cincuenta, se­senta o más años que os promete de vida.

A esta sugestión del enemigo infernal contestad: “¿Quién me asegura que llegaré a esa edad? Mi vida está en manos de Dios, y puede ser que hoy mismo sea el ultimo día de mi existencia. ¡Cuántos de la misma edad que yo estaban ayer sanos, alegres y contentos, y hoy los llevan al sepulcro!”.

Y aun cuando debiésemos trabajar aquí algunos años en el servicio del Señor, ¿no se nos recompensará centuplicada­mente con una eternidad de dicha y de gloria en el paraíso?

Por otra parle, vemos que los que viven en gracia de Dios están siempre alegres y conservan hasta en sus aflicciones la paz y la serenidad del corazón; sucediendo todo lo contrario a los que se abandonan a los placeres, pues viven sin sosiego y se esfuerzan por encontrar la paz en sus pasatiempos, sin conseguirla nunca, siendo cada día más desgraciados: Non est pax impiis, dice el Señor: “No hay paz para los malos”.

Quizá alguno de vosotros alegue: “Somos jóvenes; si pen­samos en la eternidad y en el infierno, nos entristeceremos, concluyendo por trastornársenos la cabeza”. No niego que el pensamiento de una eternidad dichosa o desgraciada y de un suplicio que no concluirá jamás es un pensamiento capaz de poner miedo y espanto a cualquiera; pero decidme: si os tras­torna la cabeza sólo pensar en el infierno, ¿qué será caer en él? Mejor es pensarlo ahora para no caer más tarde; porque es evidente que si lo meditamos a menudo, pondremos por obra los medios para evitarlo. Observad, además, que si el pensa­miento del infierno es aterrador, también nos colma de con­suelo la esperanza del paraíso, en donde se gozan todos los bienes. Por eso, los santos, pensando seriamente en la eter­nidad de las penas, vivían muy alegres y con la firme confianza de que Dios les ayudaría a evitarlas, dándoles la recom­pensa eterna que tiene preparada a sus fieles servidores.

Valor, pues, queridos míos; haced la prueba de servir al Señor, y ya veréis qué dulce y qué suave es su servicio y cuan dichoso se encontrará vuestro corazón en esta vida y en la eternidad.

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Comentarios 5

  1. María Alicia dice:

    MARAVILLOSO … GRACIAS x tan BRILLANTE CONSEJO

  2. Rocio dice:

    Gracias a Dios y a estos sabios consejos para la juventud y para todos. Porque el demonio ataca a todos. San Juan Bosco intercede por todos los jóvenes ayudales a perseverar en la Fe y se su intercesor para la salvación de sus almas

  3. Carlos Cárdenas dice:

    Por eso doy gracias a la Santísima Virgen Maria que ella interesada ante su hijo las faltas que uno se ha cometido para estar más cerca de Dios. Gracias por esos consejos de San Juan Bosco.

  4. María Gladys Martínez Echeverría dice:

    Le ayudará esté mensaje a una joven que dice que dejó de creer q Dios existe?

    • Hola Maía Gladys, no es tan fácil responder pero me parece que es un texto para jóvenes que de algún modo o de otro están viviendo su fe. Encomendamos a esa joven!

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