La historia del Nacimiento
Los ángeles cantando anuncian a los pastores: Os ha nacido un Salvador y he aquí sus señas: Un infante, envuelto en pañales, reclinado en un pesebre (cf. Lc 2,10- 12). He aquí las eternas señales del Redentor. ¡Trastornan mi sabiduría!
1.Un infante
Mi Salvador no habla. Puedo hablarle, no me contestará. Quiere que yo sea su voz. Quiere mi cooperación de apóstol. Por mí quiere hablar en Chile hoy… Él vino a dar el primer paso, pero no quiso hacerlo todo por amor a mí: Quiere no sólo que yo lo imite, sino que obre en Él y prolongue su acción, trabajando con su impulso y a sus órdenes. (La imitación de Cristo, en alemán y flamenco se llama: El seguimiento de Cristo ). Quiere tener acciones en su Cuerpo Místico que no tuvo en su cuerpo mortal: Quiere ser soldado, aviador, madre, universitario, jocista, envejecer, enfermar de cáncer, ser andinista, enseñar un hijo… ¿Cómo? En nosotros y por nosotros, que vivimos su vida obrando bajo su impulso: Haciendo nuestra obra como suya, como Él la habría hecho en nuestro lugar…
Y esto es realísimo y se hace por la gracia actual. ¿Qué significa la gracia actual? Doctrina común: Es el influjo de Nuestro Señor en mis acciones. En el justo no hay acciones indiferentes, porque la gracia toma siempre la iniciativa. Por tanto, Dios es el primer principio de toda acción del justo, toda obra de un hombre en gracia es tan de Dios como del hombre, pero más de Dios que del hombre, porque la iniciativa primera parte de Dios, y luego la realización es de ambos y las fuerzas del hombre son recibidas de Dios. Por tanto, con toda verdad puedo reconocer a Dios como causa primera de toda obra buena y honesta. ¡Toda obra buena es de Dios! ¡Él la hace como causa primera, yo colaboro como instrumento libre, pero instrumento! Él es la causa primera. Doy cuerda al reloj, más lógico sería decir que Dios le da cuerda al reloj que me va a servir… Dios escribe por mi pluma. Dios me prepara la comida, me abre la puerta, me enjuga el sudor con mis manos, me barre la pieza con las manos del criado, me opera con las manos del cirujano… Él tomó la iniciativa y la realización. Es su obra: Estoy lleno de la obra de Dios.
Todo el que tiene gracia santificante está unido a todo lo honesto por la gracia actual; y esto vale no sólo para los fieles, sino también para los infieles de buena fe ¡ya que están en el alma de la Iglesia! (Doctrina de Martínez de Ripalda). La madre china que cuida a su hijo, el japonés que lucha por lo que él cree justo… bajo la moción divina, que respeta el instrumento libre, se acomoda a Él, pero guarda la iniciativa.
De aquí, mi espíritu de fe se alimentará en una gratitud continua a mi Creador por todo lo que Él hace por mí, en una docilidad a la gracia para hacer lo que Él mejor quiere hacer por mí; en un respeto al prójimo en el cual veré la obra, el trabajo, de mi Creador.
Unidad de mi vida. Cuando comulgo Dios obra en mí, y no menos cuando desayuno, canto, paseo, amo. En todo la misma impulsión, la misma fuerza divina. “Actiones nostras (todas) aspirando praeveni, et adiuvando prosequere ut cuncta nostra oratio et operatio a te semper incipiat, et per te coepta finiatur” (Misal Romano).
La fuerza que me lleva a la oración y a la distracción es la misma: la divina; como es una fuerza, y no dos, la que levanta el agua de un surtidor, corta su ascensión y la trae a la tierra: la gravedad.
Gracias, Señor, Tú has querido callar para que yo hablara por ti, o mejor Tú en mí y para mí. ¡Si tú solo hubieras hablado, qué pobre habría sido mi papel! En todos los fieles hablas Tú: en la madre moribunda, en el predicador… y no quiero negarme a ser tu voz, tanto cuanto la quieras emplear y por más dificultades que se presenten. Toma, Señor, mi garganta, mi vida. ¡Habla, Señor!
2.Pañales
No tiene movimiento, porque nosotros tenemos que ser el gesto divino. Nunca escribió, que sepamos, sino una vez en la arena. Pero escribe por el escritor a quien mueve por la gracia y su libro es más de Dios que del llamado autor; construye, opera, defiende pleitos, habla en español… ¡Todo gesto que no es pecado es de Él! Su Cuerpo Místico continúa la labor de su cuerpo mortal.
En discusión con un Pastor protestante sobre el papel de la autoridad en la vida religiosa, el Pastor se escandaliza de que un hombre pudiese interponerse entre el Creador y sus creaturas, pero el Padre Charles le hace estas dos preguntas:
-¿No es verdad que un verdadero amor va hasta el límite de sus posibilidades?
-Sí.
-¿No es verdad que Nuestro Señor nos ama con todo su amor divino que no se cansa y que no cambia?
-Sí.
-Ahora bien, mientras Él vivió, sus contemporáneos podían preguntarle en sus dudas. ¿Fue este privilegio del siglo primero?
-No.
-Nosotros también podemos preguntar a su Iglesia, a aquella en la que Él vive; y Él debe poder vivir en otros porque esto es mayor amor y es posible. No me basta el libro: ¡no lo entiendo! Por eso Jesús sigue hablando y ese es el poder doctrinal de la Iglesia. Sus contemporáneos oían: “tus pecados te son perdonados“, “anda en paz” (cf. Mt 9,2; Mc 5,34). Si me ama también me lo dirá a mí; no con conjeturas o suposiciones. Me dará más porque me ama. Me dirá: anda en paz, tus pecados están perdonados. Y me lo dirá por su ministro: no podría dejar de decírmelo.
-Dígame, amigo. Si usted supiera que Nuestro Señor está en Persia, ¡qué haría! Y el buen protestante responde:
-Iría sobre mis rodillas para verlo y hablarle.
–Pues nosotros vamos a Él: no porque lo mande un Papa que puede ser escandaloso; un Borgia o un santo: ¡es Cristo!
¿Va el Señor a dejar de amar a los niños del siglo XX, Él, que tanto amó a los que vivieron junto a Él? Imposible: su amor que nunca se cansa no tolera esa frialdad y por eso Él bautiza, Él impone sus manos en la confirmación, en la extrema unción y en el orden, y por eso los sacramentos operan ex opere operato, porque son las manos de Jesús.
A esto usted no puede decir más que una dificultad. “Es demasiado hermoso para ser verdadero“. Eso quiere decir que su corazón es estrecho para recibir el regalo de la magnificencia divina.
No tiene casa. ¡Qué dicha! Porque tenemos que ser su casa y construir su casa que es la Iglesia. Si tuviera una casa tendríamos que viajar y quizás no podríamos pagar el viaje… Por eso nos ha facilitado la visita. Nosotros somos su casa.
Conclusión
El Espíritu Santo no ha construido templos, ni hospitales, ni escuelas: no es su misión; pero nos tiene a nosotros y por nosotros quiere construirlos y nos pide nuestra cooperación para esta empresa. Y se la damos. Cada cristiano lo sabe, el Salvador vive, habla y trabaja en nosotros, en nuestras obras que Él dirige por la gracia actual. Es su voz la que se oye por nuestros labios… no que siempre responda plenamente a sus deseos, pues a veces Él quisiera 20 y sólo le damos uno… pero mientras nuestras acciones sean honestas, ¡son las suyas! ¡Te Deum!.
Nuestro gran problema, pues, no consiste en buscar a Dios, sino en saber que hemos sido buscados y hallados por Dios… Él se ha venido a instalar en nuestra casa y no quisiera salir nunca: vivir oculto en nosotros hasta nuestra muerte, y después manifestarse espléndido en nosotros mismos. ¡Esto cómo ensancha! Aquí se funda mi alegría perpetua.
Hay un pecado capital que no queda en el actual catálogo (después del siglo XII, antes hubo 24, después 3; hoy 7). La acedia: el mal humor crónico… que se queja de todo: tiempo, superiores, salud… Es que no ha comprendido que toda nuestra vida, bajo la gracia, es la obra divina. No ha comprendido la gracia de la ley, y la ley de la gracia. ¡Danos, Señor, esa comprensión!
SAN ALBERTO HURTADO
Un disparo a la eternidad