Rezar con San Ignacio – día octavo

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Rezar con San Ignacio: 

Hay también una voluntad sincera y verdadera: la que quiere un fin y los medios que conducen efectivamente
 a ese fin, aunque sean duros y difíciles. Y los quiere sinceramente y los pone en práctica con prontitud.
Esta es la voluntad que exigía Jesucristo antes de sus milagros: ¿Quieres curarte? (Jn 5, 6); ¿Qué quieres? (Mc 10, 51); Si quieres… (Mt 19, 17.21).
Tal voluntad tiene, evidentemente, grados; no es en todos igual, pero hay características fundamentales que se repiten en todos: es perseverante, tenaz, firme (y se robustece cada vez más, a medida que reitera sus actos), supera los fracasos volviendo a comenzar las obras que salen mal (pues, a pesar de que se tenga una voluntad firme, la persona no está exenta de errores, equivocaciones o frustraciones), acepta los retos, se sobrepone a las caídas y es capaz de terminar las obras emprendidas (no las deja a medio camino).
Algunas personas tienen problemas en la voluntad (sea para comenzar a querer o para perseverar en el querer), no por problemas de debilidad propiamente volitiva, sino porque no tienen razones para amar lo que deben o lo que se proponen hacer.
Esto que parece tan simple, es, sin embargo, un problema que muchos no resuelven.
A estas personas les falta “profundidad de la vivencia de los valores… Les falta fantasía para proponerse fines, visión para las metas posibles, productividad en la configuración de la vida. En la medida en que llegan a realizar actos de voluntad necesitan que los demás les propongan las metas”.
Es por esta razón que en esta vida terrena no existen amores confirmados definitivamente. El enamoramiento de una persona o de una causa, es una tarea continua. Quien sintiéndose profundamente enamorado, creyese que su amor es eterno e irreversible, está condenado a perderlo o a desencantarse.“El amor está siempre naciendo”, dice Pascal. 
El amor-sentimiento (es decir, la atracción sensible) es espontánea; pero el amor-volitivo (espiritual) es principalmente fruto del trabajo del amante por enamorarse día a día del amado. “Donde no hay amor, pon amor y encontrarás amor”, escribió san Juan de la Cruz.
Como ha escrito Santiago Alberione: “Regular la voluntad significa regular todo el hombre, por tanto también el cuerpo. La voluntad está bien regulada si es fuerte, hasta mandar y hacerse obedecer por las potencias y sentidos, por un lado; y por el otro, si estan dócil ella misma que obedezca siempre a la voluntad de Dios, sea
de signo (lo mandado) de beneplácito (las circuntancias), por tanto un doble cometido. Entrambos son difíciles, porque a menudo los sentidos se sublevan, y hace falta firmeza, destreza, gracia divina. Y antes aún, gran luz, persuasión, fe

SALIR DE Mi MISMO

 

Espíritu Santo,
concédeme el don de comprender
que, para seguir el camino de Jesús,
he de salir de mí mismo,
superar mi amor propio,
y también mis deseos e intereses.

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