Video de su vida: (7 de 9)
Rezar con San Ignacio:
Para conocer la voluntad de Dios debo partir de estos presupuestos que nos enseña San Ignacio:
1°. Dios me llama a mi a la perfección en un estado de vida propio para mí y debo querer esa perfección eficazmente.
2°. La única doctrina verdadera de la perfección pasa, necesariamente, por la práctica de las virtudes mortificativas: pobreza, humillación, dolor, sacrificio, cruz, obediencia, purificación…
3°. Si todavía siento afecto a riquezas, honor, comodidad, amor propio…estoy todavía atado al Diablo.
4°. Que he de dejar realmente, en efecto, de hecho, riquezas, honor, comodidad, amor propio… si Dios quiere, para romper esta cuerda o cadena que todavía me ata al demonio.
Debo vencer la repugnancia de la voluntad, o sea, a hacer lo que se debe, aunque no nos guste, si es Voluntad de Dios. Es hacer la crisis de la voluntad propia. Es decir junto con Jesús: “No se haga mi voluntad, sino la tuya” (Mt 26,39). Debo ordenar mi vida sin dejarme llevar por afectos desordenados. Sino determinarme con rectitud de intención: por puro amor de Dios. Debemos tomar ejemplo del Martín Fierro:
“A la Voluntad de Dios,
ni con la intención resisto”.
Aquí “ya no hay reservas, ni condiciones, ni subterfugios, ni dilaciones, ni lentitudes”, aquí es donde no se capitula, no se negocia, no se concede aminorar el deseo de santidad, no hay componendas, ni claudicaciones, no se pacta, ni el más o menos criollo (sino que requiere una respuesta precisa y afirmativa), ni se transige con el espíritu del mundo, ni se pastelea…
Es la aplicación inmediata del “véncete a ti mismo”.
Se trata de vencer la extrema repugnancia del hacer contra el afecto desordenado.
Es batir el último baluarte de la sensualidad.
De no limitarse a defender, sino atacar.
De no contentarse con resistir, sino de llevar la ofensiva.
¿La carne exige la propiedad? Renuncio anticipadamente a la posesión.
¿La sensualidad reclama la riqueza? Pido la pobreza y deposita los diez mil ducados en manos de Dios. Se eligen medios prácticos y eficaces.
Oración difícil y costosa. Porque fácil cosa es pedir lo que se quiere; difícil es pedir lo que no se quiere. Es desconfianza pedir sin esperar ser oído; es heroísmo pedir con temor de ser escuchado11.
¡Es la cumbre del heroísmo!
¡La juventud no ha sido hecha para el placer, sino para el heroísmo!, decía Paul Claudel.
ATENTO A LA LLAMADA
Te pido, Señor Jesús que,
al oír tu voz, no me haga el sordo,
sino que esté preparado para poner
en acción tu voluntad