San Nicolás de Tolentino tuvo un episodio en su vida que lo llevó a tener gran devoción y a ocuparse de ofrecer misas por las almas del Purgatorio.
La historia comenzó un sábado, en el éremo agustiniando de Valmanente, cercano a Pesaro, Italia. El jóven sacerdote apenas se había acomodado para un pequeño descanso despúes de un gran trabajo cuando escuchó un grito: “¡Nicolás, hombre de Dios, atiéndeme!”
Sobresaltado se giró en la dirección de la cual venía el grito y vió una figura la cual no llegaba a identificar. La figura sigue hablando: “Soy el alma de Fray Pelegrino de Osimo, el que tu conoces. Estoy atormentado en el Purgatorio, donde he venido a purificarme de mis culpas”. Después de presentarse así esa bendita alma le suplica que celebre una Misa de difuntos para poder salir de esas llamas que le consumen.
Fray Nicolás le dijo que estaba encargado de presidir la misa conventual durante esa semana, y que por eso no el era posible celebrar la misa por los difuntos.
Entonces Fray Pelegrino le mostró un valle cercano a Pesaro, lleno de una multitud de almas de todas las condiciones, edad y sexo, muchas de las cuales pertenecían a diversas órdenes religiosas. Luego de mostrarle de pregunta si es capaz de negarse ante las súplicas y pedidos de tantas almas.
A la mañana siguiente fue a contarle a su superior la visión que había tenido y obtubo la autorización de rezar durante toda la semana la Santa Misa en sufragio de aquellas almas sufrientes. A demás rezó por ellas día y noche con muchas lágrimas de compasión.
Pasado siete días Fray Pelegrino vino a agradecerle por su interseción ante Dios. Gracias a las Santas Misas y oraciones, él y un gran número de sus compañeros de pena ya gozaban de la visión beatífica de Dios en el Cielo.
Oración a San Nicolás por los difuntos
O Dios, Padre de misericordia con aquellos que han sido redimidos con la Sangre preciosa de tu Hijo Jesús. Tú, que nos has dado en San Nicolás un presioso intercesor por los difuntos.
Recibe la oración que te presento con fe por mis familiares y amigos queridos que has llamado a la vida eterna.
Y tú, San Nicolás, que no dejas sin escuchar las súplicas de las Santas Almas del Purgatorio, a tal punto que pedían oraciones y penitencias por su purificación, intercede por mis queridos difuntos, necesitados de ayuda para entrar en la Gloria del Paraíso.
Te conmuevan sus voces que te implorar y mis oraciones para que podamos un día encontrarnos todos en la Bienaventuranza eterna con Dios.
Amén
Padre Nuestro, Ave María y Gloria
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