Carlos Alberto Sacheri denunció en su obra la Iglesia Clandestina la infiltración del neoprogresismo modernista. Entre sus representantes, Sacheri señala como ejemplo sobresaliente al P. Theilard de Chardin: “prototipo de conducta de todos aquellos que, sin abandonar exteriormente la Iglesia, la han abandonado ya en la intimidad de su conciencia dislocada, para erigirse en reformadores universales y en jueces implacables del propio Magisterio pontificio”.
Un ejemplo ilustre : Teilhard de Chardin
El P. Karl Rahner S. J. que ha contribuido considerablemente al éxito de ciertas tesis progresistas, denunció, sin embargo, hace algunos años el fenómeno de esta “herejía inmanente’’ en la Iglesia actual. En su libro señala la “originalidad” táctica del proceso mostrando cómo en épocas anteriores, los herejes se alejaban espontáneamente de la Iglesia. Tal actitud ayudaba de por sí a definir la situación y esclarecía los espíritus, más sensibles al hecho de la separación que a la gravedad del error sustentado [1]. Mientras que ahora, el hereje “hace voto” de permanecer dentro de la Iglesia, cueste lo que costare, no por un último lazo doctrinal o afectivo, sino en el convencimiento de que le será mucho más fácil ganar adeptos permaneciendo dentro de la comunidad cristiana, que marginándose de ella. Es innegable que la técnica subversiva así desplegada es mucho más eficaz que las anteriores, y trasunta esa duplicidad de procederes que los últimos Papas han asignado siempre al modernismo como característica esencial.
Las afirmaciones del P. Rahner han sido recientemente confirmadas por otra voz -poco susceptible de ser calificada de rigorismo anticuado -, la de Jacques Maritain, quien en su libro ”Le Paysan de la Garonne” denuncia con vehemencia la “apostasía inmanente” del neomodemismo progresista. El calificativo es aún más severo que el de Rahner, pero no menos cierto, si se tiene en cuenta que el progresismo ha dado muchos pasos hacia el alejamiento de las verdades cristianas más fundamentales, en los últimos años. El testimonio de Maritain es tanto más interesante cuanto que proviene de alguien que contribuyera como pocos a difundir tesis progresistas en materia de filosofía política [2].
Ejemplo típico del deseo neomodernista de transformar a la Iglesia desde su interior, es el de Teilhard de Chardin. En carta [3] a un sacerdote dominico apóstata, amigo suyo, a poco de conocida Hurnani Generis, Teilhard explica cuál es su motivo y su intención para permanecer dentro de la Iglesia católica:
“Ayer le he enviado a usted tres pequeños ensayos para explicarle mi posición actual (El Corazón de la Materia es una memoria efectivamente enviada a Roma sin resultado, naturalmente…, por lo cual no hay que hacerse ilusiones).
”Esencialmente, yo considero, como usted, que la Iglesia (como toda realidad viviente al cabo de cierto tiempo) llega a un período de mudanza o reforma necesaria. Al término de dos mil años, ello es inevitable. La humanidad está en trance de cambiar. ¿Cómo no había de hacerlo el cristianismo? mas, precisamente, considero que la Reforma en cuestión (mucho más profunda que la del siglo XVI) no es una simple cuestión de instituciones y costumbres, sino de Fe. De cualquier modo, nuestra imagen de Dios se ha desdoblado: transversalmente (si puede así decirse) ; junto al Dios tradicional y trascendente de lo En Alto, una especie de Dios de lo En Adelante surge para nosotros, desde hace un siglo, en dirección de algo ultra humano. En mi opinión, aquí está todo. Se trata para el hombre de repensar a Dios en términos, no de Cosmos, sino de Cosmogénesis: un Dios al que no se adora ni se espera más que a través de la realización de un Universo que él ilumina e irreversibiliza por dentro. Si, lo En alto y lo En Adelante se sintetizan en un Por Dentro.
“Pues bien, este gesto fundamental del alumbramiento de una nueva Fe para la Tierra (Fe en lo En Alto combinada con lo En Adelante), solamente, yo creo (e imagino que usted participa de mi opinión), solamente el cristianismo puede hacerlo, a partir de la asombrosa realidad de su Cristo resucitado: no una entidad abstracta, sino objeto de una ancha corriente mística, extraordinariamente adaptable y viviente. Estoy convencido: es de una Cristología nueva extendida a las dimensiones orgánicas de nuestro nuevo universo de la que se apresta a salir la Religión del mañana.
“Esto dicho (y es aquí donde diferimos: ¿pero acaso la vida misma no procede por buenas voluntades que marchan a tientas?), esto dicho, yo no veo mejor medio de promover lo que anticipo que trabajar en la reforma (como está definida más arriba) por dentro: es decir, por una tarea sincera en el phylum cuyo desarrollo espero. Muy sinceramente (¡y sin desear criticar el gesto de usted!) no veo en el tallo romano en su integridad, sino el soporte biológico suficientemente amplio y diferenciado para operar y soportar la transformación esperada. Y esto no es pura especulación. Durante cincuenta años he visto demasiado de cerca cómo alrededor de mí se revitalizaban la vida y el pensamiento cristianos —pese a toda Encíclica— como para no tener una inmensa confianza en el poder de reanimación del viejo tallo. Trabajemos cada uno por su lado. Todo lo que sube converge. Muy cordialmente suyo”.
Teilhard de Chardin
Observamos cómo Teilhard insiste en la necesidad de “trabajar en la reforma por dentro”. El dualismo de su actitud ha dado pretexto a muchos de sus admiradores para “salvar” al hombre Teilhard de sus ambigüedades y errores, tantas veces denunciados. Sin embargo, éste no es el único hecho que pone en tela de juicio su espíritu de obediencia y su rectitud sacerdotal y cristiana. Dos testimonios independientes Y autorizados ponen en evidencia que Teilhard nunca respetó La prohibición formal de su superior de no dar a publicidad sus escritos. El P. Garrigou-Lagrange, en su libro “La Synthese Thomiste” (Desclée, París, 1946, cf. “La nouvelle théologie ou-vat’elle?”) critica el modernismo contenido en escritos de Teilhard (Comment je crois, etc.) que circularon durante los últimos veinte años de vida de su autor, sin firma y a mimeógrafo. Por su parte, el P. Leonardo Castellani, en 1950 (en su libro “Cristo vuelve o no vuelve”, p. 15) ya afirmaba: “Quien dudare de esto [de que se está formando ante nuestros ojos una nueva y vasta religión herética’] puede leer las obras de […] o recurrir a los numerosos opúsculos a mimeógrafo y sin imprimatur del P. Teilhard de Chardin; principalmente Comment je crois, Esquisse d’un Univers Personel, L’Esprit de la Terre, Comment je vois… y otros menores; mezcla de buena ciencia, mala filosofía y teología herética sutilmente paliada; mezcla detonante que constituye un vasto y completo programa de neocatolicismo profundamente heterodoxo y modernista”.
¡Típico ejemplo del dualismo práctico del clan modernista! Por un lado se promete obediencia, no difundir sus escritos, etc.; pero, en realidad, se eluden estas promesas con el subterfugio del “anonimato” que sirve para engañar superiores, pero no para confundir a los discípulos. El “caso” Teilhard se convierte así en prototipo de conducta de todos aquellos que, sin abandonar exteriormente la Iglesia, la han abandonado ya en la intimidad de su conciencia dislocada, para erigirse en reformadores universales y en jueces implacables de sus propios superiores y hasta del propio magisterio pontificio.
Carlos Alberto Sacheri, La Iglesia Clandestina, Ed. Cruzamante, Buenos Aires 1971, 53-55.
-Notas-
[0] Es importante recordar que esta fue probablemente la obra por la que asesinaron a Carlos Sacheri.
[1] “Dangers du catholicisme d’aujourd’hid”, Ed. Desclée, París, 1960.
[2] Sobre todo en sus obras “Humanisme Intégral”, “Christianisme et Démocratie” y “Les droits de l’homme et la loi naturelle”. El personalismo maritainiano reformuló las tesis del catolicismo liberal de Lamennais, siendo, a su vez, prolongado en sus errores por Emmanuel Maunier y el grupo Esprit. Para la crítica de sus errores cf. Los trabajos del P. Julio Meinvielle (su crítico más agudo).
[3] El texto ha sido dado a conocer por Henri Rambaud. La presente versión ha sido tomada de la revista Roca Viva, n’ 7, julio de 1968.
Comentarios 1
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