El ejemplo de la pequeña Helena

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📖 Ediciones Voz Católica

Ushetu, Kahama, Tanzania, 19 de junio de 2021

 

En este tiempo estamos celebrando las misas de “matomolo” o de agradecimiento de la cosecha. Todos los años, cuando comienza el tiempo de sequía, se debe pasar por todas las aldeas para estas misas, donde cada familia da un poco de maíz o de arroz, para agradecer a Dios, y de esta manera también se ayuda a la parroquia y a la aldea.

Mientras estábamos en el campamento de niños en Kangeme, luego de la misa del campamento a las 7:00 am, y de ir a buscar agua para las necesidades de esos días, especialmente para que tengan para bañarse y para higienizarse, debía salir para alguna misa de “matomolo”. Algunas eran en aldeas cercanas a ése centro, y otras en algunos “jumuiya” o grupos de familias. Son lo que se puede entender como “comunidades de base”, que trabajan muy bien en general. Se reúnen todos los miércoles para rezar, turnándose las casas para esto. Asisten los miembros del “jumuiya”, y tienen un orden de la reunión, con lectura del evangelio, meditación, y rosario. Luego aprovechan a charlas y organizarse para lo que haga falta.

Justo el miércoles pasado me tocó ir a celebrar en el jumuiya “San Carlos Lwanga”, de Kangeme. Cuando llegué todavía estaban en los preparativos, cocinando, adornando un poco el lugar donde sería la misa, en la puerta de una de sus casas. Los miembros del coro de la aldea estaban invitados, y gracias a eso se solemnizó mucho más la ceremonia. Nos prepararon té al catequista, al maestro del coro y a mí. Y acto seguido comenzamos con el rosario mientras escuché algunas confesiones. Durante la misa se veía que las mujeres seguían en la cocina, pero escuchaban desde allá, del otro lado de la calle. Aquí, de este lado, estaban todos los demás, y como no había sillas para todos, pusieron un plástico en el piso, como es costumbre, para que se sienten los niños, y las mujeres.

Durante la misa vi entre los niños a una niña de unos 12 o 13 años, con anteojos de sol, y al mirarla un poco más detenidamente pude percibir que era ciega. Se veía por sus movimientos, y cómo la ayudaban, que era totalmente ciega. Se la notaba muy atenta a los cantos, cantaba y aplaudía, respondía todas las oraciones de la misa, y se la veía muy alegre. Pasó a comulgar acompañada de una señora que la guiaba, y respondió con mucha claridad “Amén” antes de recibir la Eucaristía.

Después de la misa y de la bendición del “matomolo”, generalmente se prepara una pequeña fiesta para todos los participantes. Es un momento muy alegre y familiar, todos sentados afuera, en el lugar de la misa, y con música de fondo. También veía cómo esta niña estaba sentada muy tranquila entre las demás, esperando su turno de la comida. Estuvo comiendo con la mano, como también es costumbre en estos lados, con su plato junto a su pierna derecha, mientras estaba sentada en el piso, sobre el plástico.

Le pregunté al catequista por ella, y me dijo que se llama Helena, y que es ciega de nacimiento. Ante este tipo de casos, uno se ve movido a pensar muchas cosas. Se me vino a la mente una charla de un sacerdote de nuestra congregación, que nos enseñaba a ser agradecidos. Muchas veces cuando tenemos tantos problemas, no somos capaces de ver la cantidad de bienes con que Dios nos colma a diario. Yo pensaba en ese momento, por ejemplo, cuántas veces al abrir los ojos a la mañana lo único que vemos son nuestros problemas, y no reflexionamos tan a menudo que gracias a Dios podemos ver la luz del día, podemos ver un amanecer, un atardecer, un paisaje… pero sobre todo que podamos ver el rostro de nuestros seres queridos, el de nuestros padres, hermanos, o de nuestros hijos. Pero cuántas veces no agradecemos como debiéramos el don de la salud, el poder tener agua, tener comida, y tantas cosas. Aquí hay gente que ni siquiera tiene agua, o no tiene luz, ni muchas otras cosas. Ni qué decir del don de la fe, de poder recibir la eucaristía, de tener esperanza sobrenatural, y tantísimas cosas más.

Helena, por ejemplo, nunca vio la luz del sol, ni un atardecer lleno de colores en el cielo, ni el rostro de su madre. Allí la miraba, y me sentía edificado, de verla en la misa de acción de gracias, cantando y rezando… y dando gracias a Dios.

 

¡Firmes en la brecha!

P. Diego Cano IVE

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Comentarios 13

  1. Claudia dice:

    Que hermoso, ver la luz en nuestro interior es algo valioso.

  2. Katy Salazar dice:

    Bendito sea el Señor por la capacidad de ver, que me instruya en la de ver con el alma, los pequeños y grandes dones que ha puesto en mi vida.
    Oro por usted Padre.

  3. Katy Salazar dice:

    Bendito sea el Señor por la capacidad de ver, que me instruya en la de ver con el alma, los pequeños y grandes dones que ha puesto en mi vida.
    Oro por usted Padre.
    En manos de Mamita María

  4. Katy Salazar Reyna dice:

    Bendito sea el Señor por la capacidad de ver, que me instruya en la de ver con el alma, los pequeños y grandes dones que ha puesto en mi vida.
    Oro por usted Padre.

  5. Ricardo zul dice:

    Bendito y alabado sea nuestro Dios y Señor por darnos más de lo. Que merecemos yo pobre pecador perdón, Señor, perdón….

    • Rocío dice:

      BENDITO Dios y amado Jesús a pesar de ser agradecida te pudo de favor si es tu voluntad aumentes mi compasión antes todas tus bendiciones, para poder compartir mejor tu testimonio en mí para las personas de mi comunidad y para el mundo entero! Amén

  6. Daniel dice:

    Dios lo bendiga padre en aquellas lejanías y que su predicación en aquel lugar lleve a muchos a encontrarse con Dios.

  7. Ximena Céspedes Flores dice:

    Que hermosa reflexión. Es verdad de repente no pensamos en el regalo que Dios nos ha dado
    Gracias Padre rezo por ud. Mi

  8. Javier dice:

    Gracias por publicar estos mensajes que nos animan, a avivar, nuestra fe cristiana católica

  9. Luz dice:

    Gracias Padre Diego por compartir la gratitud de Helena esta bella niña que da gloria a Dios con su vida sencilla y bendecida con la alegría de los hijos de Dios. Gracias, gracias, gracias.

  10. Eddie Luzardi dice:

    Gracias por compartirnos esta historia que nos hace reflexionar en valorar todo lo que recibimos día a día por la Gracia de Dios.

  11. Eddie G. L. dice:

    Gracias por compartirnos esta historia que nos hace reflexionar en valorar todo lo que recibimos día a día por la Gracia de Dios.

  12. Silvia Icela dice:

    Qué bonita reflexión!, Gracias a Dios por todas las bendiciones que otorga día a día.
    Que Dios siga bendiciendo al Padre Diego en su labor!

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