Dios nos da nuevamente la oportunidad de vivir el Adviento, como lo vivían los santos, de poder recibir todas las gracias que desde toda la eternidad nos tiene preparadas. De dar un salto en la fe, en la esperanza, en la caridad, en vaciarnos y dejar espacio para Él, que se presenta como Niño, hermoso Niño que está entregándose nuevamente, que nos estira sus manitas, mendigando nuestro amor, pidiéndonos caricias, pidiendo nuestras buenas obras e intenciones. ¡Tiene tanto para darnos a cambio de ese poquito!
Él quiere satisfacer todos nuestros deseos de santidad, quiere enseñarnos a vivir de la fe, de una esperanza capaz de crecer aun cuando todo se desmorona. Quiere sobre todo enseñarnos a amar, a ensanchar en nuestro corazón esa capacidad de amar hasta la locura, para poder darlo todo de una vez. Aprender estas enseñanzas de este divino Niño, es la forma de agradecer ese amor infinito de cada Navidad.
¿Cómo hacerlo?
Cuando todo a nuestro alrededor vive ajeno a este milagro de la Navidad, a todas las gracias sobrenaturales que se avecinan, debemos nosotros estar más atentos, prepararnos, buscar esos bienes, desvelarnos por conseguirlos para nosotros y para muchos otros. Y recordar esos lamentos del Corazón de Jesús a Santa Margarita cuando le dice: «Al menos tú ámame». Pues también nos dice a nosotros ahora: «¡al menos tú prepárate para la Navidad!»
Entonces con todas ansias podemos vivir el Adviento entrando en nuestro corazón, buscando y viendo qué nos hace falta para hermosearlo.
- Necesitamos más recogimiento interior, más silencio, más presencia de Dios. ¿Y qué hacer para no olvidarme de esto en el trajín del día? Ofrecerlo desde temprano y renovar esa mirada de amor al Señor durante todo el día, con pequeños signos que nos lo recuerden: algunas imágenes, algunas alarmas.
- Necesitamos propósitos nuevos de entrega en obras de caridad, espirituales y materiales.
- Necesitamos tiempo de lecturas santas, o de volver a meditar algunos de los temas de los ejercicios espirituales, de volver a contemplar la escena del Nacimiento… ¡cuánto puede servir esto para que nuestros ojos estén fijos en ese Niño que está llegando!
Hagamos como María y José: toda nuestra atención esté puesta en ese Niño que ha de nacer, y ha de cambiar tan profundamente nuestra historia por su nacimiento.
Hagamos como los pastores, que dejan todas las ovejas en el campo y corren a lo único importante: ver con los propios ojos al Salvador recién nacido, a quien encuentran… ¿en un palacio, rodeado de guardias, cuidado ricamente? No: en un pesebre de animales, envuelto en pañales…
Hagamos como los Reyes de Oriente, que se separan de todo, dejan su corte real, y todo lo sacrifican en aras de un Niño, al que deben buscar en la dirección de Jerusalén… Ellos siguen su estrella que los conduce a Belén, y en Belén encuentran a un Niño junto a su Madre y a San José, y sin embargo adoran en Él a Dios, ofreciéndole incienso; reconocen en Él al Rey del universo, ofrendándole oro; y confiesan su naturaleza mortal presentándole mirra…
Necesitamos que todo nuestro ser respire lo sobrenatural de la Navidad, que nuestros actos acompañen ese espíritu, para que nuestras obras de amor transformen nuestro interior haciendo lugar al Divino Niño.
Entonces cada minuto del Adviento será inmensamente fecundo, dará frutos de eternidad en mí y en toda la Iglesia.
Comentarios 6
Gracias por la reflexión sobre el tiempo de Adviento. Tienen meditaciónes para cada día?
EStimada Claudia
En breve iniciaremos la difusión de una Novena de Navidad
Equipo Voz Católica
Pidamos a la Virgen poder vivir este Adviento como ella lo vivió..y que Dios atraiga a muchos corazones cerrados y alejados al DIVINO NIÑO JESÚS!!
Es verdad,el tiempo de Adviento es un tiempo de esperanza,Dios aún cree en nosotros como su creación…Voy a mirarlo en su tremenda humanidad hecha pureza misma …un niño…un Dios
Es verdad el abviento es recogimiento de amor soliralidad espiritualidad amor hacia el niño Dios la virgen santisima y san jose y q nos bendiga a toda la familias AMEN
Esta Navidad, con la Gracia de Dios, quiero que sea diferente en mi vida. Olvidarme de lo superfluo y poner al Rey de reyes al centro.